Publicidad

“Sentir es una forma de entender la vida”: César Alejandro Jaimes

Entrevista con César Alejandro Jaimes, quien codirigió el documental “Carropasajero”, que recorre la memoria de aquellos hechos que marcaron la historia del pueblo wayúu.

Juan Carlos Lemus Polania
31 de agosto de 2024 - 09:40 p. m.
César Alejandro Jaimes es fotógrafo graduado de la Escuela de Artes Guerrero.
César Alejandro Jaimes es fotógrafo graduado de la Escuela de Artes Guerrero.
Foto: Fredo Rojas

César Alejandro Jaimes se juntó con Juan Pablo Polanco para dirigir este documental, pero fue Jaimes el que lo presentó en la competencia Documentales Latinoamericana de la edición 28 del Festival de Cine de Lima. Con el cineasta nos detuvimos un tiempo para charlar sobre Carropasajero.

Carropasajero es un documental que sucede en el Norte de la Guajira. Es el trayecto de Josefa Finse a su tierra, Bahía Portete, después de diez años de exilio. Es su viaje de regreso a su casa a través del desierto. En el que se reencontró con familiares, vivos y difuntos; recordando su tierra, de dónde viene, hasta que la enterraran en el cementerio de Bahía Portete”, dijo Jaimes.

Yo sentí Carropasajero muy sensorial, que no es tan usual en el formato documental.

Sí, la puesta es un poco más sensorial, no tan narrativa frente a los hechos o a este viaje, al que hicimos darle otro tipo de acercamiento sobre su estado.

Otros espectadores extranjeros comentaban que estaban un poco perdidos al no conocer la historia de Colombia. Los paracos, el desplazamiento, la violencia que se ejerce sobre el pueblo. ¿Cómo ha sido recibido el documental en otros lugares? ¿Qué ven ellos?

Entiendo esa posición, yo también la he sentido; sin embargo, esa fue la apuesta que tomamos. El relato es fragmentado y se están priorizando los estados emocionales y el sentir: un simple gesto es mucho más relevante que la constitución narrativa de la historia. Creo que lo fragmentario del documental nace de habitar un carro-pasajero, los vehículos donde se transporta uno de Uribia a toda la Alta Guajira. De estar dentro de él, siguiendo las huellas de otro carro que previamente pasó por ahí, aprendiendo a moverse por ese desierto, así como la necesidad de usarlos, de compartir ese espacio con gente que no se conoce, pero con la que estás viviendo ese momento en un tipo de limbo. Esa es la fragmentariedad, que también nace de las conversaciones con la familia Finse.

Muchas veces antes de dormir en los chinchorros se establecen un diálogo. Historias de lo que se hizo en el día, de lo que se va a hacer mañana, de una historia que pasó hace 15 años. La conversación empieza por la referencia de loque pasó en Portete. Y uno como extranjero, al no haber vivido eso, empieza a armarse la idea de lo que pasó, de las sensaciones y de cómo eso ha dejado una huella y una ausencia en la familia y en la tierra. Nuestro interés no era acercarnos a los hechos, sino acercarnos también desde nuestra posición de extranjeros y de empezar a construir algo creativo y colaborativo con la familia. Empezar a habitar esa fragmentariedad, más que entenderla. Creo que muchas veces no nos relacionamos bien con el no entender. Queremos entender todo y, si no lo hacemos, las cosas se nos vaN muy rápido, se nos dificultan y se nos niega otro proceso para relacionarlos con ellas.

El documental también me acordó mucho del acercamiento que hace el cine de Pedro Costa. ¿Tuvo alguna influencia?

Me lo han dicho, pero la verdad es que no conozco el cine de Pedro Costa.

Carropasajero no es una película para entender, es una película para dejarse llevar y sentirla: se siente la pesadez, las ausencias, el duelo y el desarraigo. ¿Buscaban apelar más a la empatía que al entendimiento?

Sí, totalmente. Sentir es una forma de entender la vida, o de conocerla. Se tiende a separar lo racional de lo emocional, pero a la larga no se puede existir sin la otra. Quizá no se entiendan cosas del contexto, pero se entienden las cosas humanas del sentir. Los pequeños gestos son entendimientos humanos y pueden abrir varias preguntas.

El desarraigo y el duelo son inherentes al humano...

Total. Por eso priorizamos más la emocionalidad primaria que los hechos y el contexto. Me emocionaba encontrar que en los primeros textos sobre Carropasajero había menciones a mi abuelo, a pesar de no tener ningún tipo de relación con lo wayúu, ni compartir territorio o cultura. En esos primeros textos yo mencionaba su sentimiento de también haber salido y nunca haber podido regresar a su pueblo en Santander.

Creo que a los de mi generación, que viven en grandes ciudades colombianas, les tocó una de abuelos que llegaron del campo, de lo rural y la provincia. Yo sentía la tristeza de mi abuelo de nunca haber podido volver a esa tierra de la que salió muy niño. Y eso es lo que comparte con una comunidad tan lejana a él en otras cosas. Así como el contacto con los difuntos, que también se ve en la película.

¿Cómo fue la relación con los protagonistas? Siento que no hay actuaciones, pero sí confesiones. Usted contó que se enteraron de cosas solo cuando editaron la película.

Es la manera como hemos aprendido a hacer cine. En nuestra película anterior, Lapü, ocurrió algo que nos marcó a todos: Juan Pablo Polanco; Canela Reyes (coescritora) y Laura Nogal (productora), con quienes entendimos que desde una base documental como la imaginación, la actuación, o la perfomatividad se podían dar cosas llenas de mucha verdad. Entonces, en Lapü, por ejemplo, una amiga interpretaba a su prima difunta y ella preguntaba lo que se imaginaba que su familiar se preguntaría. En ese proceso había revelaciones y una complejidad de contacto y de hacer palpable lo que no era posible de ver.

En Carropasajero seguimos desarrollando esto y fue en total construcción con los personajes. Fueron cinco años de ir descubriendo qué tipo de monólogos queríamos construir, de ir llegando a los puntos con los personajes. Fue un tiempo de trabajo, de relación y de amistad antes de grabarla. Aunque habíamos hecho ensayos, cada monólogo y conversación son, a la larga, improvisaciones, quizá no espontáneas, porque había todo un ritual para crear ese momento, pero se daba de manera natural. Nosotros grabamos la película y quedamos con una idea vaga de por dónde iba en cuanto a la palabra, y fue dos meses después, subtitulando con una amiga Wayúu en Bogotá, que empezamos a descubrir la profundidad y la sensibilidad de esos diálogos que estaban ahí.

Hay una profundidad y una sensibilidad muy especial. Y me repito otra vez llamando a Pedro Costa, la fotografía que ustedes usan es “pesada” e impone mucho un sentimiento. ¿Esa es su línea narrativa en lo visual?

Te diría que con Lapü hay varias cosas que se comparten, pero formalmente son distintas. En esta nos interesaba más el pasar tiempo con un mismo plano y explorar qué pasaba cuando uno dejaba un ángulo más tiempo del necesario. Qué pasaba cuando ya el tiempo, el plano, no era simplemente lo ilustrativo de lo que se está mostrando, sino cómo ya el compartir tiempo con ese plano y el estar ahí a uno le podía empezar a generar otras cosas, otras imágenes, otras ideas. Siento que Lapü de alguna manera tiene otro ritmo, otra intención con el tiempo y con la duración de los planos.

En Carropasajero se explora otra cosa, se tiene una intención de jugar con lo fragmentario mucho más clara, con una narrativa que le cuesta comenzar, tiene un comienzo y a la mitad como que vuelve y recomienza sin un inicio y un final muy claro. Las dos películas son con el mismo director de fotografía, Angelo Faccini, un amigo de ya varios años con el que hemos hecho varias de las películas de la productora y esperamos seguir haciéndolas. Ahora, nuestra intención nunca ha sido decir: “estos son los wayúu”, que pasa muchas veces cuando se ve cine indígena. Hay una obsesión por tratar de definirlos, que de alguna manera también son lecturas violentas. Nosotros queríamos crear un marco para poder explorar la sensibilidad que tienen estos personajes, quienes tienen una oralidad muy rica, y que, a lo largo de estos años, han encontrado también en el cine una forma de conectar con algo muy profundo de sí mismos.

¿Cómo le está yendo a Carropasajero en cuestión de distribución? ¿Dónde se va a ver? ¿Se va a ver en Latinoamérica?

El estreno fue en abril, en Cartagena. Después en Guadalajara, y ahorita en Lima, y creo que va a tener unas proyecciones en Brasil. Ha sido bonito que la película esté teniendo un recorrido latinoamericano, así como ha sido gratificante estar en estas proyecciones, y tener un diálogo con la región sobre nuestras películas. Creo que ha sido muy importante eso.

La película se estrenará en salas en Colombia el otro año, alrededor de febrero. Y sí, pues estamos en este momento en etapas de festivales, y cada vez pensando más sobre las posibilidades de una amplia distribución en el resto de Latinoamérica.

Por Juan Carlos Lemus Polania

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.
Aceptar