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Sergio Ramírez, Premio Cervantes 2017, participó junto con Yunior García Aguilera, dramaturgo y activista cubano, y el autor venezolano Rodrigo Blanco en un acto sobre la literatura y el exilio en la Feria del Libro de Madrid, donde hablaron de la experiencia de escribir alejados de sus respectivos países.
“Salí de Nicaragua en mayo del año pasado sin saber que no iba a poder regresar, dejé mi casa abierta, mis libros. Mi última novela fue prohibida en Nicaragua, se dictó enseguida una orden de prisión contra mí , ya decidí que tenía que quedarme fuera, y elegí España para vivir de manera indefinida”, hasta que pueda vivir en libertad en su país, declaró Ramírez.
El autor nicaragüense reconoce que el exilio en muchos sentidos afecta a la escritura. “Uno ve su país, que es la fuente primaria del material literario, desde lejos, con otros ojos. La distancia siempre empequeñece las cosas o las agranda, cambia la perspectiva, y entonces hay que contar con eso como material nuevo de la escritura”, dijo.
Para Ramírez, hay un “desajuste profundo entre la libertad y el sesgo autoritario que en América Latina se ha ensañado como una enfermedad cruel”.
“Y cuando al dictador de turno no le gustan las palabras o mete en la cárcel a los escritores o los asesina, o los exilia, o les prohíbe las palabras, prohíbe la circulación de sus libros. Esto es una lucha entre la libertad y la ambición totalitaria, la que está representada en el exilio de los escritores”, recalcó el Premio Cervantes.
En este sentido, consideró que el cierre de la Academia de la Lengua Nicaragüense “es un verdadero disparate que solo una tiranía puede cometer”, que tiene la “ambición de cegar a la sociedad civil”- Pero a pesar de todo, no es pesimista, “porque la democracia en Nicaragua tiene una puerta muy ancha por la que entrar”, aunque admite que no sabe cuándo se abrirá.
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Otro autor exiliado en Madrid es Yunior García Aguilera, promotor de la marcha cívica contra el Gobierno de Cuba, que llegó a España el pasado mes de noviembre. Se define como “un cubano crónico”: “Todavía tengo el horario de Cuba, como comida cubana, escucho música cubana”.
Como escritor, el exilio supuso para él un “shock”, “la imposibilidad de escribir o por lo menos de escribir literatura, arte, teatro”, indicó.
Ha tenido que contar todo lo ocurrido en forma de testimonio. “Es un proceso en el que uno necesita primero curarse. Salí de Cuba con mucha rabia”, pero el autor asegura que no quiere escribir así. “Quiero primero curarme de la rabia para hablar luego sin odio sobre la vida, sobre mi experiencia y sobre la realidad de Cuba”, un país que, en su opinión, vive “uno de los peores momentos”, con mucha censura, persecución, acoso y exilio.
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En el coloquio participó también el escritor venezolano Rodrigo Blanco Calderón, para el que Cuba, Nicaragua y Venezuela son “las excepciones dictatoriales a la tendencia democrática dentro del continente latinoamericano.”
Explicó que su caso se diferencia del de Ramírez y García Aguilera porque es un “exiliado voluntario”: “Tuve la fortuna de poder irme en unas circunstancias bastante normales, con una oferta de trabajo, lo que no implica que en Venezuela tenga amigos que han tenido que pasar por eso”.
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