Sesenta años de Mafalda y el arte de su historia
Hasta el 4 de junio, en el Parque de la 93, estarán exhibidas las 14 piezas de Mafalda intervenidas por artistas nacionales e internacionales, quienes reencarnaron a este personaje desde sus lenguajes artísticos para celebrar sus 60 años de existencia e irreverencia.
Samuel Sosa Velandia
Quino admitió que nunca se imaginó que Mafalda seguiría vigente tras 50 años. Pero luego pensó y dijo que quizá la razón era porque los humanos seguíamos cometiendo los mismos errores, que, con humor e ironía, su personaje cuestionaba. En este 2024, la niña a la que dio vida con su lápiz cumple 60 años de haber aparecido en Primera Plana, la revista que abrió sus páginas para que Joaquín Salvador Lavado Quino la publicara.
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Quino admitió que nunca se imaginó que Mafalda seguiría vigente tras 50 años. Pero luego pensó y dijo que quizá la razón era porque los humanos seguíamos cometiendo los mismos errores, que, con humor e ironía, su personaje cuestionaba. En este 2024, la niña a la que dio vida con su lápiz cumple 60 años de haber aparecido en Primera Plana, la revista que abrió sus páginas para que Joaquín Salvador Lavado Quino la publicara.
La de cabellera despeinada, de consciencia plena sobre la vida y a quien le desagradaba la sopa tanto como el mundo gobernado por los adultos se convirtió en la que también le permitiría al artista hurgar en su imaginación y movilizar sus ideas. Sin embargo, el 25 de junio de 1973, Quino tomó una decisión que, para muchos, fue desconcertante e inesperada: no iba a dibujar más a Mafalda, pues dejó de encontrar en las tiras un lenguaje y una expresión de lo que pensaba y sentía. Pero esta decisión no significó el final de la pequeña de vestido y moño rojo.
Mafalda salió de Argentina y traspasó las fronteras. Llegó a otros rincones de Latinoamérica y del globo. Su iconoclasta visión sobre la vida fue traducida a más de veinte idiomas y, no solo se quedó en el papel, también se convirtió en una pieza de arte y un monumento, que permanece en el tiempo y el lugar para recordar el legado que se ha anclado a la memoria de una generación, una nación y un continente.
En la ciudad de Oviedo, en España, hay una de esas esculturas. En ella se ve a Mafalda sonriente y sentada en una banca. Esa misma figura fue replicada e intervenida por artistas colombianos y extranjeros, que, con sus técnicas, manifestaciones y convicciones, decidieron resignificar a este icónico personaje.
Para celebrar los 60 años de su creación, la Fundación Corazón Verde, en alianza con los sucesores y titulares de los derechos de autor de la obra de Quino, trajeron a Colombia a Mafalda. Paula Villada, directora de la fundación, contó que convocaron a 40 artistas, quienes tuvieron la posibilidad de intervenir las piezas en un formato de 38 cm. “Decidimos que este año nuestra exposición fuera sobre Mafalda, que está de cumpleaños, es un ícono latinoamericano y tiene una mirada muy actual. Es una niña de seis años preocupada por el planeta y la inequidad social, y tiene su índole feminista. Eso nos hizo pensar en que se prestaba para que los artistas pudieran hacer muchas interpretaciones y se apropiaran artísticamente del personaje”, comentó Villada, quien se contactó con la familia de Quino para contarles sobre la iniciativa. Ellos, herederos del legado del humorista gráfico, aceptaron y agradecieron este homenaje a su padre.
De los 40 artistas se seleccionaron 14, que intervinieron piezas en gran formato, que se expusieron en el Aeropuerto Internacional El Dorado y que ahora embellecen el Parque de la 93, al norte de Bogotá. Quienes se encuentran con esta exposición no tendrán un acercamiento con la Mafalda de vestido y moño rojo, o de zapatos negros, al igual que su cabellera. Allí reposan otras figuras de Mafalda, unas que, sin perder su esencia, sirvieron de lienzo para que cada autor contara una historia desde su lenguaje artístico.
Toykers, un artista bogotano, fue uno de los convocados para esta exposición. Él, al igual que Quino, ha construido un personaje para hacerlo protagonista de su arte. Se llama Boster y es un astronauta, que nació de sus anhelos de infancia.
“Boster es un astronauta minimalista y está inspirado en mi niñez. Yo soñé con ser astronauta y quise explorar el espacio, y ese es el mensaje con el que nació el personaje, el de salir a conocer el mundo y lo que hay más allá de él”, contó Toykers, quien decidió sentar en la misma silla a su personaje con el de Quino.
En su intervención Mafalda lleva un traje blanco de astronauta, similar al de Boster, y los detalles, como sus zapatos y el moño de la niña, son dorados. Todo fue pintado a mano y para su ejecución fue necesaria la técnica mixta: pintura de poliuretano con un recubrimiento. Pero más allá de esos aspectos artísticos, Toykers resaltó el concepto con el que nació la creación: “La escultura busca generar empatía hacia el sueño de todo niño, que es conquistar el espacio y todos saben que Mafalda siempre ha sido un personaje irreverente y que cuestiona las cosas. Entonces, ella está sentada junto a Boster esperando y encontrando la manera de llegar al espacio”.
Otra de las artistas que fue invitada a escribir un nuevo capítulo en la historia que se sigue escribiendo sobre Mafalda fue Gloria Herazo, pintora, también de Bogotá. Para Herazo el proceso fue de hacerse preguntas constantemente, incomodarse y pensar qué quería exaltar del personaje.
“Le di muchas vueltas a mi trabajo, a lo que quería hacer, porque en algunas ocasiones lo que yo trato de hacer es meter parte de mi obra en el objeto, pero me parecía que Mafalda era demasiado para ser intervenida de esa manera. Pensé entonces en mi trabajo reconvirtiendo fotografía como si fueran dibujos animados y como para mí el personaje nunca ha sido una escultura ni algo volumétrico, decidí convertir la escultura en un dibujo”, indicó la artista, que, con el concepto claro, decidió pintar completamente de blanco y redibujar la estructura y hacer del volumen un dibujo.
La Mafalda de Herazo tiene a su lado una lata de sopa y una taza. Incluyó estos elementos, porque ella también odiaba esta comida cuando era niña y al crecer se dio cuenta de que la sopa no era solo la sopa para Quino, sino que era una metáfora sobre el militarismo y la imposición política. “Decidí incluir la sopa, pero quería encontrarle otro concepto, y eso me llevó a pensar en que este alimento en el arte ha sido representado por la sopa Campbell’s y pensé: ¿qué tal que Mafalda se toma la sopa Campbell’s?, y quise que eso abriera la pregunta entre la gente. Además, Andy Warhol pintó esa sopa en el 62, el mismo año en el que Quino creó a Mafalda”, contó.
Los artistas tuvieron cerca de un mes para intervenir las esculturas que fueron diseñadas por la Fundación Corazón Verde, que, tras la exhibición en El Dorado, el 28 de mayo llegó al Parque de la 93, en donde estará hasta el 4 de junio, y al día siguiente, serán subastadas en la tienda El Coso, el programa que la fundación ha diseñado alrededor del arte. Uno de los motores generadores de recursos más importantes para sus proyectos de inversión social. Todos los recursos obtenidos en la subasta serán destinados a sus labores en beneficio de las familias, viudas y huérfanos de la Policía Nacional.
Ser Mafalda y parte de su historia
La relevancia de Mafalda en Latinoamérica va más allá del entretenimiento. Su capacidad para reflexionar sobre temas sociales, políticos y económicos la ha convertido en un símbolo del pensamiento crítico y la lucha por un mundo mejor. Su influencia se extiende como un ícono de empoderamiento y protesta. Por eso, para Villada, directora de la fundación, no es una coincidencia que sea Mafalda la cara de su exposición, pues señala que el personaje es la encarnación de eso, por lo que ella, su equipo y estos artistas llevan trabajando hace años.
“Mafalda siempre nos hace reflexionar de una forma cómica sobre los temas que a veces son difíciles o incómodos. Ella es una líder y representa muchas cosas que como entidad sin ánimo de lucro abanderamos, como la del bienestar de quienes nos cuidan y el deseo de acabar la guerra”, expresó.
Herazo también se ha visto y se ve en Mafalda. Dijo que el pensamiento sobre la complejidad del mundo siempre la ha acompañado y entre todo lo que la ha cuestionado, piensa mucho en que “lo malo de la gran familia humana es que todos quieren ser el padre”, frase dicha por el personaje.
“Me incomoda que en este mundo todos quieren ser padres, pero no responsabilizarse de la crianza. También comparto la apatía por la lentitud de la democracia y ese constante cuestionamiento hacia Susanita, porque es verdad que tenemos que convivir con esas personalidades que están muy vigentes… Mafalda revela y plantea verdades, de una forma tan bella y simple, que es difícil no identificarse con ella”.
Para Toykers, Mafalda es una inspiración y, no solo ella, sino también Quino. Reveló que lo cautivó la posibilidad de hacer de un personaje un concepto y dotarlo de personalidad. Asimismo, que aprendió a seguir anclado a su niño interior: el que soñaba en grande, preguntaba por todo e imaginaba para vivir y crear.
“Me di cuenta de que Mafalda es una niña que cuestiona todo, pero que es capaz de dejar un mensaje en cada una de las historietas. Ese fue uno de los logros de Quino, que más allá de un personaje construyó una idea y la movilizó; y esa es la esencia del arte: vincular conceptos para que tu obra tenga algo que decir”, afirmó Toykers.