Felipe Leyva y el ska: de un casete a Rock al Parque
La vida de Felipe Leyva ha estado atravesada por este género. Aunque se dedica a la psicología, es el fundador de La Urband, del colectivo Bogoska y tuvo hace 20 años un bar exclusivamente dedicado a esta música que “da alegría”.
Su vida ha estado atravesada por el ska. ¿Recuerda el primer contacto con esta música?
Este llegó a mi vida más o menos en el año 1995, en un casete de Los Fabulosos Cadillacs. Era el álbum Vasos vacíos, que habían sacado en 1993. Ese casete marcó mi gusto por el ska, pero previamente Coca-Cola había lanzado un disco que se llamó Llena tu cabeza de rock. Te daban el vinilo por las tapas de gaseosa y en este venían bandas como Los Hombres G, Los Toreros Muertos, Los Prisioneros y Los Enanitos Verdes, un compilado de rock en español muy interesante. Esas dos fusiones fueron las que me llevaron a este gusto musical tan marcado, que he mantenido por más de 30 años. Las bandas como 1280 almas o La Severa Matacera fueron el soundtrack de mi adolescencia. El sueño cumplido fue crear una agrupación, la cual formamos primero en 2004 llamada Sublevados, y luego lo cambiamos a La Urband, con la que desde 2007 hemos venido consolidando este sonido del ska bogotano. En 2010 estuvimos en Rock al Parque. Luego, estuvimos en el Festival Día de Rock y el próximo 24 de marzo vamos a estar con Los Calzones, una banda argentina de ska.
Le recomendamos: Siena, el color de la tierra toscana
Los casetes se consolidaron como una fuente de difusión del ska para usted…
Era interesante, porque en ese momento uno ponía el casete de principio a fin. No tenía esa posibilidad de seleccionar canciones, entonces descubrías música nueva. Hay un documental que se llama Décadas de ska bogotano, dirigido por Christian Plazas Molina, con testimonios que cuentan la historia del ska bogotano, en la que el casete era fundamental. El cuidar tu música y no compartirla si no con alguien que fuera digno de tenerla hacía que le cogieras un valor y un amor muy especial al ska. Ibas al centro a buscar música y, como el CD costaba mucho, pagabas para que te grabaran el CD en el casete. A veces en las emisoras de radio también sonaba ska y uno quería que el locutor no dijera nada para que uno pudiera grabar.
Hablemos de las particularidades del sonido del ska bogotano.
En Bogotá venía de muchos años atrás, pero cogió mucha fuerza en los años 90. El ska nació en Jamaica y tuvo una ola que se fue para Inglaterra con un mensaje antirracista y antifascista, por eso se dio el tema de los cuadros blancos y negros. Hay un tercer surgimiento de bandas en los 90 en Europa, y aquí llegó ese punk rock español, lo que hizo que el ska bogotano tenga un lado un poco más punk, ese es el sonido de La Urband. Hoy hay muchas propuestas de bandas de ska, cada una haciendo un sonido especial, el cual sigue evolucionando.
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¿Cómo han aterrizado la idea del ska como resistencia?
Yo siento que solo el hecho de escuchar ska es la resistencia. En el marco del paro nacional, con Bogoska y otros colectivos, hicimos tres tomas culturales y fueron de un éxito impresionante. Alquilamos una grúa, le pusimos sonido y una tarima. Hablamos con la policía para que nos dejara hacer la toma cultural y atravesamos la grúa en el carril norte sur de la Autopista Norte. Fue un mensaje de resistencia claro, desde la cultura y el arte.
¿Cómo nació Skarface, su bar?
Me tocó prestar servicio militar y para mí fue un año perdido totalmente de mi vida. Años después sigo sintiendo que ahí no aprendí nada. Soy un fiel creyente de que si no es voluntario, el servicio militar se tiene que abolir. Lo que sucedió es que cuando salí usé el dinero de la liquidación para poner el bar. Fue una manera de resignificar ese tiempo perdido y hacer algo que siempre había querido hacer. Era un bar especializado en ska y reggae. Poníamos la música desde casetes y CD. Lo tuvimos desde el año 2000 hasta 2004, cuando empecé a estudiar psicología.
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Su vida ha estado atravesada por el ska. ¿Recuerda el primer contacto con esta música?
Este llegó a mi vida más o menos en el año 1995, en un casete de Los Fabulosos Cadillacs. Era el álbum Vasos vacíos, que habían sacado en 1993. Ese casete marcó mi gusto por el ska, pero previamente Coca-Cola había lanzado un disco que se llamó Llena tu cabeza de rock. Te daban el vinilo por las tapas de gaseosa y en este venían bandas como Los Hombres G, Los Toreros Muertos, Los Prisioneros y Los Enanitos Verdes, un compilado de rock en español muy interesante. Esas dos fusiones fueron las que me llevaron a este gusto musical tan marcado, que he mantenido por más de 30 años. Las bandas como 1280 almas o La Severa Matacera fueron el soundtrack de mi adolescencia. El sueño cumplido fue crear una agrupación, la cual formamos primero en 2004 llamada Sublevados, y luego lo cambiamos a La Urband, con la que desde 2007 hemos venido consolidando este sonido del ska bogotano. En 2010 estuvimos en Rock al Parque. Luego, estuvimos en el Festival Día de Rock y el próximo 24 de marzo vamos a estar con Los Calzones, una banda argentina de ska.
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Los casetes se consolidaron como una fuente de difusión del ska para usted…
Era interesante, porque en ese momento uno ponía el casete de principio a fin. No tenía esa posibilidad de seleccionar canciones, entonces descubrías música nueva. Hay un documental que se llama Décadas de ska bogotano, dirigido por Christian Plazas Molina, con testimonios que cuentan la historia del ska bogotano, en la que el casete era fundamental. El cuidar tu música y no compartirla si no con alguien que fuera digno de tenerla hacía que le cogieras un valor y un amor muy especial al ska. Ibas al centro a buscar música y, como el CD costaba mucho, pagabas para que te grabaran el CD en el casete. A veces en las emisoras de radio también sonaba ska y uno quería que el locutor no dijera nada para que uno pudiera grabar.
Hablemos de las particularidades del sonido del ska bogotano.
En Bogotá venía de muchos años atrás, pero cogió mucha fuerza en los años 90. El ska nació en Jamaica y tuvo una ola que se fue para Inglaterra con un mensaje antirracista y antifascista, por eso se dio el tema de los cuadros blancos y negros. Hay un tercer surgimiento de bandas en los 90 en Europa, y aquí llegó ese punk rock español, lo que hizo que el ska bogotano tenga un lado un poco más punk, ese es el sonido de La Urband. Hoy hay muchas propuestas de bandas de ska, cada una haciendo un sonido especial, el cual sigue evolucionando.
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¿Cómo han aterrizado la idea del ska como resistencia?
Yo siento que solo el hecho de escuchar ska es la resistencia. En el marco del paro nacional, con Bogoska y otros colectivos, hicimos tres tomas culturales y fueron de un éxito impresionante. Alquilamos una grúa, le pusimos sonido y una tarima. Hablamos con la policía para que nos dejara hacer la toma cultural y atravesamos la grúa en el carril norte sur de la Autopista Norte. Fue un mensaje de resistencia claro, desde la cultura y el arte.
¿Cómo nació Skarface, su bar?
Me tocó prestar servicio militar y para mí fue un año perdido totalmente de mi vida. Años después sigo sintiendo que ahí no aprendí nada. Soy un fiel creyente de que si no es voluntario, el servicio militar se tiene que abolir. Lo que sucedió es que cuando salí usé el dinero de la liquidación para poner el bar. Fue una manera de resignificar ese tiempo perdido y hacer algo que siempre había querido hacer. Era un bar especializado en ska y reggae. Poníamos la música desde casetes y CD. Lo tuvimos desde el año 2000 hasta 2004, cuando empecé a estudiar psicología.
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