Sobre el amor en la filosofía
Para cerrar septiembre, el mes del amor y la amistad, exploramos el concepto del amor desde el filósofo Harry Frankfurt, con la ayuda del pódcast Urbi et Orbi.
Daniela Cristancho
Hace unos meses, escribí acerca del concepto de la amistad en la filosofía, un texto que nació, también, al escuchar el pódcast de Octavio Galvis y David Zuluaga, Urbi et Orbi. Al final, la amistad es una de las formas del amor. “Porque se trataba de él, porque se trataba de mí”, aseguró Michel de Montaigne en la segunda mitad del siglo XVI cuando trató de explicar por qué amaba a su amigo y colega filósofo Étienne de La Boétie. Esta vez, para hacer una aproximación de por qué el amor le da sentido a nuestra vida, los conductores del programa se basan en el ensayo del filósofo Harry Frankfurt The reasons of love.
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Hace unos meses, escribí acerca del concepto de la amistad en la filosofía, un texto que nació, también, al escuchar el pódcast de Octavio Galvis y David Zuluaga, Urbi et Orbi. Al final, la amistad es una de las formas del amor. “Porque se trataba de él, porque se trataba de mí”, aseguró Michel de Montaigne en la segunda mitad del siglo XVI cuando trató de explicar por qué amaba a su amigo y colega filósofo Étienne de La Boétie. Esta vez, para hacer una aproximación de por qué el amor le da sentido a nuestra vida, los conductores del programa se basan en el ensayo del filósofo Harry Frankfurt The reasons of love.
De acuerdo con Frankfurt, todo comienza por el pregunta ética fundamental: ¿cómo he de vivir? Una pregunta que solo nos hacemos los seres humanos, debido a nuestra consciencia o nuestra reflexividad. La raza humana se toma a sí misma en serio, no somos indiferentes a nosotros mismos y nuestros comportamientos, nos importa quienes somos. Tenemos deseos y actitudes y deseos sobre nuestras actitudes. Por ejemplo: cualquier otro animal puede tener el deseo de comer un trozo de carne, más no tiene una actitud u opinión con respecto a ese deseo. Por el contrario, los humanos sí. Un hombre puede desear comer un trozo de carne (un deseo de primer orden) y, a la vez, puede desear no desear comer aquel trozo de carne (un deseo de segundo orden), por las razones que sea... razones éticas, de salud, etc.
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Lo anterior es inevitable, nos importa quien somos. “Hay algo en quien soy hoy que no está a la altura de quien quisiera ser”, explica Zuluaga las reflexiones de Frankfurt. Por eso es que nos preguntamos cómo hemos de vivir y quién hemos de ser. Y darnos cuenta de las incongruencias entre quienes somos y quienes queremos ser es un proceso emotivo, incluso doloroso. Muchas veces la distancia entre quien soy hoy y quien aspiro ser, quien quizás no he sido capaz de ser, me aterra. Otras veces me inspira.
Pero regresemos al amor: para poder vivir, y aspirar a una versión de nosotros mismos, los seres humanos necesitamos fines últimos, es decir, fines que tengan valor en sí mismos. “Si todo lo que uno hace es en función de otra cosa, y no hay ninguna que merezca nuestro esfuerzo en sí misma y de manera intrínseca, nuestra conducta no tendría sentido. Literalmente, la vida carecería de sentido, sería un aburrimiento existencial”, asegura Zuluaga. “Y el amor es lo único que nos lo que nos salva de ese aburrimiento. El amor es la fuente de nuestros terminales, es la fuente de todas las razones”. Así, es el amor el gran fundamento para responder a nuestra pregunta inicial: ¿cómo he de vivir? Hemos de vivir según nos dicten los fines terminales y estos apegos, aquellos que tienen valor de por sí, nacen del amor. El amor es la fuente de fines últimos, diría Frankfurt. Y así, en la medida en que nos interesa quienes seremos, el amor se constituye como una postura hacia el futuro.
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Sobre las características del amor, según Frankfurt
Hay ciertos fines últimos que estructuran quienes somos, aquellos de los cuales no nos podemos abstraer, a los que no podemos renunciar. De esta manera, de acuerdo con Frankfurt, el amor más puro no es objeto de nuestra voluntad, es una configuración de esta. Los amores irrenunciables. Con estos amores las justificaciones se agotan. No hay razones objetivas de por qué se da ese amor.
El filósofo también da cuatro características que tiene el amor, al menos en los casos canónicos. La primera, la preocupación desinteresada por el bien amado. Segunda, al igual que lo que demostró de Montaigne, el interés por el ser amado es inevitablemente personal. No se ama nada por sus características objetivas. Es decir, no amamos a nuestras parejas o hijos porque objetivamente sean las más amables, inteligentes o hermosas. Es porque son ellos mismos, una razón personalísima. En tercer lugar, hay una identificación con los intereses del otro. Lo que a nuestro ser amado le importa nos importa también a nosotros, simplemente por eso. Y por último, el amor implica ponerle límites a la voluntad. Amar hace que ciertas posibilidades dejen de existir, por ejemplo, la posibilidad de cambiar a mi ser amado por otro.
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Y en esa medida, si se entiende la libertad como número de posibilidades, el amor reduce la libertad. Pero también es, desde el punto de vista de Zuluaga, liberador. ¿Por qué? Porque el amor trae certezas. “El estar de lleno en algo, alma, vida y sombrero. Nuestras vidas las experimentamos como dignas de ser vividas porque hay cosas que amamos de esa manera: irrenunciable, absoluta, inclaudicable, allende a todo cuestionamiento, porque hemos tomado partido de manera radical.”, concluye Zuluaga.