Sobre el año de Arnoldo Palacios y la politización de una celebración
A propósito del centenario de Arnoldo Palacios y la celebración que el Ministerio de las Culturas planeó alrededor de la fecha, revisamos cómo se deciden las efemérides desde esta institución y los mensajes que se envían a través de ellas.
Andrea Jaramillo Caro
La semana se inició con un debate en redes sociales a raíz de un artículo publicado en El Colombiano, el cual hablaba sobre la decisión del Ministerio de las Culturas de designar el 2024 como el año del escritor chocoano Arnoldo Palacios. Más allá de los argumentos del autor de la nota o de las voces que se alzaron en redes sociales, una arista para explorar en este caso es la tradición del ministerio de dedicar un año entero para homenajear a un escritor o personaje del mundo cultural.
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La semana se inició con un debate en redes sociales a raíz de un artículo publicado en El Colombiano, el cual hablaba sobre la decisión del Ministerio de las Culturas de designar el 2024 como el año del escritor chocoano Arnoldo Palacios. Más allá de los argumentos del autor de la nota o de las voces que se alzaron en redes sociales, una arista para explorar en este caso es la tradición del ministerio de dedicar un año entero para homenajear a un escritor o personaje del mundo cultural.
La institución anunció su decisión de resaltar la vida y obra de Palacios por los 100 años de su natalicio. “Declárese el año 2024 como el año del centenario del natalicio del maestro Arnoldo Palacios, para celebrar la vida y obra de este escritor, intelectual y defensor de la cultura afrocolombiana, pacífica y chocoana”, se lee en la resolución 020 del 18 de enero de 2024.
En 2023 fue dedicado a los escritores Manuel Vallejo Mejía y Álvaro Mutis, “para conmemorar su nacimiento, honrar su memoria y promover la divulgación de su vida, obra y aporte a la literatura colombiana, como materia de interés para las nuevas generaciones de artistas”.
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Esta acción del Ministerio de las Culturas no es nueva, ni propia del ministro Juan David Correa o del gobierno del presidente Gustavo Petro. De hecho, durante el gobierno del presidente Iván Duque, el 2020 fue declarado como el año de Manuel Zapata Olivella, con los mismos objetivos con los que se declaró el año de Palacios o Mutis: celebrar su vida y promover su obra.
De acuerdo con Daniella Sánchez, directora del grupo de literatura en el Ministerio de Cultura, la práctica de homenajear personajes y celebrar efemérides desde esta institución es una tradición que incluso se remonta a las épocas de ColCultura. En 1982, por ejemplo, se emitió una resolución que decretaba el año 1983 como el de Simón Bolívar, y aunque según Sánchez, intentar encontrar la primera de estas resoluciones es un proceso que toma tiempo, acciones como esta hacen parte de la misión fundacional del ministerio desde su creación en 1997. “Aquí las efemérides son una tradición. No es algo que se haya inventado el año pasado”.
Según la funcionaria, estas decisiones y la agenda cultural ligada a ellas representa un vehículo para “abrir el campo cultural, artístico o el canon literario de los colombianos. Las resoluciones son, sobre todo, actos políticos”. Aunque resaltó que en estos documentos no se adquieren compromisos, sí implica que los grupos del ministerio movilicen presupuestos para promover la vida y obra de un autor y evaluar la dinámica de las artes y la cultura en las regiones de las que provienen los homenajeados. “Lo veo como oportunidades para movilizar el aparato del ministerio y fortalecer la memoria y expresión literaria del país, a nivel nacional e internacional”.
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Del otro lado, Omar Rincón, profesor asociado en la Universidad de Los Andes, considera que en estos casos de “premios de la cultura”, hay una serie de preguntas que saltan al primer plano como: ¿qué hay que premiar?, ¿por qué uno y no otro?, ¿se premia a alguien en vida o de manera póstuma? “No hay que verlo como un tema de polémica o crítica, sino por el lado de lo que comunica con ese reconocimiento. Un premio es una comunicación política. En el caso de Arnoldo Palacios, lo que se lee es celebrar lo afro, que hace parte del discurso del gobierno”.
Un concepto clave es “comunicación política”, algo que comparte Sánchez de cierta forma, al ver a la literatura como un vehículo en este sentido, “no para gobiernos específicos, sino en general. Si uno revisa la historia de la novela latinoamericana del siglo XIX, es una herramienta para formar naciones. Pensar que la literatura no es un vehículo político, es no estar a tono con lo que el arte puede hacer”, dijo en referencia a uno de los puntos expuestos en el artículo de El Colombiano.
Más allá de si las celebraciones de estas efemérides impulsan visiones políticas o no, la directora del grupo de literatura considera que “el presente da la oportunidad de revisitar el archivo literario. Se van a releer las obras y habrá que ver los juicios que salgan a partir de esa relectura”.
Revisitar la vida y obra de un autor es una voluntad política del ministerio, que se formaliza mediante una resolución conjunta con las regiones de origen de los homenajeados. Por ejemplo, el año de Arnoldo Palacios se planeó de la mano con sus herederos y en el caso de Julio Flórez, en 2023, la resolución partió de una petición de la Academia Boyacense de la Lengua. “Se entretejen las voluntades que tiene el ministerio sobre personajes importantes literarios y es una relación entre lo que consideramos que es importante resaltar y lo que las regiones, los herederos o el sector editorial y de librerías siente que debería celebrarse desde el Ministerio de las Culturas”.
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Para 2024 el entretejido de las voluntades del ministerio para las efemérides del año comenzó con una petición que hizo llegar la Biblioteca Pública Arnoldo Palacios y el sobrino del escritor, José Palacios. “Diferentes actores de Bogotá y las regiones usualmente hacen esas peticiones que coinciden con la posición del Ministerio de las Culturas”.
Luego de aceptar la petición y firmar la resolución, viene la planeación de los recursos para desarrollar la programación cultural alrededor de las efemérides. Por ejemplo, proponen eventos para realizar durante la Feria Internacional del Libro de Bogotá. “Las actividades para cada efeméride, como son construidas junto a otros actores, se van negociando”.
Parte de los criterios que usan para destinar recursos a una u otra celebración, tiene que ver con la importancia histórica de la obra o personaje, y con las reflexiones que puede generar en el momento. “No creo que esto responda a la promoción de la ideología de un gobierno en específico, tiene que responder a una política general de país sobre cómo hacer que la literatura sea relevante y tenga cosas nuevas para decir, como nos apropiamos, atesoramos y expandimos la memoria literaria del país. Esto para que tanto los colombianos, como el resto del mundo, tengan en su repertorio más autores con voces interesantes”.