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Elijo entre mis juegos ser por un instante al menos Raskolnikov, y encontrar en una mujer sin títulos ni apellidos ni leyes de aprobación un poco de generosidad y de verdadera solidaridad que me lleven a la búsqueda, a la eterna búsqueda de una verdad, no a una meta salpicada de conveniencias por todos lados. Para los amores de hoy, si me dan a escoger, escojo amores en permanente transformación, amores sin certezas, plagados de incertidumbres, y alejados de la necesidad de definirse y de firmarse y de manuales de múltiples colores con aroma a felicidad que me digan cómo amar y cómo desamar y cómo besar y cómo continuar.
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Para los amores de hoy, decididos y determinados casi siempre por los lenguajes de hoy que comienzan con un “me” y terminan con un “no me”, yo me inclino por el tú y el nosotros y el antiquísimo idealismo de Dante por Beatriz, por poner un solo ejemplo. Para los amores de hoy, clara muestra de los tiempos de hoy, tan medidos e inmediatos, tan exitosos y premiados, yo me quedo con el infinito desafío de descubrir en ti y todos los días una nueva cualidad, o un nuevo defecto que con el tiempo, seguro entenderé como cualidad, y me quedo con el conversar sin temores ni prejuicios, con el vivir en lugar de ser vividos, con tu autenticidad y mis delirios y con que de cuando en cuando seamos capaces de inventarnos un nuevo proyecto, que puede ser un sencillo verso y nada más que un verso.
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Para los amores de hoy, inmediatos, frágiles, efímeros, plagados de “te amo” como fórmulas para el boticario, yo me decanto por tratar de escribir historias de amores que jamás se concreten para que las tensiones y las pulsaciones y el misterio no se extingan, y vivir entre esos amores, y viviendo entre esos amores, luchar por ellos, aún a sabiendas de que son una ilusión, y más que nada, de que jamás estarán signados por los finales felices de la felicidad de hoy. Para los amores de hoy, tan de espectáculo y de vitrina, tan de careta y armadura, yo le apuesto todas las fichas que me quedan a construir momentos para luego coleccionarlos, y en uno de esos momentos, quizá, decirte gracias por todo lo vivido, como en una vieja canción.
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