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                                                                                                                                Soledad y la obra fotográfica de Linda Esperanza Aragón

                                                                                                                                La obra fotográfica de Linda Esperanza Aragón recupera el silencio como modelo, como protagonista de su lente. En este texto, escrito por Alfredo Padilla, esta idea sobre la ausencia del ruido se narra con los detalles, las formas, sombras y presencias de cada uno de los protagonistas de las caturas de Aragón.

                                                                                                                                Alfredo Padilla

                                                                                                                                En la serie fotográfica "Cátedra sobre cómo estar solo", de Linda Esperanza Aragón, se retratan personas al borde de la nada o la nada al borde de las personas.
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                La fotografía de Aragón no encuadra en arquitecturas ostentosas sino en la edificación de los cuerpos imperfectos, aquellos ajados por el sol de los puertos menos visitados, donde el turismo curioso no se hace presente. Enmarca efigies de niños jugando a la pelota con las olas del mar o en los barrios amurallados de cemento y cal, donde el afecto prevalece aún más que en la zona urbana del hedonismo. Encuadra las figuras de los ancianos que sostienen al mundo con sus pláticas por la tarde –y que cuando éstos dejen de hacerlo el universo dejará de existir también–; en los pies danzantes de cumbia, farota y soré sé-sé; en las mujeres que sumergidas medio cuerpo a la mar, transportan víveres apoyados en su cabeza. Es la voz del río, el mar, la marea y la marginación decodificada en luz. Una fotógrafa peregrina de todos los mares, marinera de todos los puertos, noctámbula de todas las noches, que decide quitarse las vendas de los ojos para poder mirar para siempre, anulando también nuestra propia ceguera.

                                                                                                                                Foto: Linda Esperanza Aragón
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                La soledad no es tan triste; ser es también no haber sido. La soledad es, para mí, una condición del trabajo, un trabajo de tres turnos; la muerte del tiempo. Una soledad que se hace sola para poder escribir. Sin embargo, en el trabajo de Aragón, la soledad es el naufragio de todos los puentes y aún así, encuentra la mirada fuerte y retadora de la vida, la de un náufrago de mares expansivos, de puertas abiertas. Es la soledad lo que me une al trabajo de la fotógrafa barranquillera; porque nadie debe caer en las profundidades de su propio mar, debemos ser ríos que comunican y dan de beber.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                A unos cuantos kilómetros de la cabecera municipal, puede sentirse esa condición de refugiado, exótico a la urbanización del tercer mundo; inmigrante de la vanguardia, ajeno al hormigón y el embaldosado. El habitante de Carcosa, el que peregrina los caminos de tierra; que se mide la valentía con el hierro de las vías del tren; el que conoce las sendas de su barrio como a las líneas de su mano; el que vaga, con el popular don de la pata de perro y la inabarcable capacidad de asombro.

                                                                                                                                Crecimos en este territorio descalabrado por el que damos todo. Formamos parte de una comunidad con nombre de poema de Federico García Lorca, sentimos el filo punzante del acero, nos tatuamos la cartografía del arrabal para no perdernos, para no perder la cabeza ni los lazos de pertenencia con las costumbres y las tradiciones de los sobrevivientes. Gente de ganaderías y haciendas rotas, donde no cabe la colectividad del Estado sino la de las botas de campo. Dependientes del abismo del sueño, el tormento y la tormenta en el lugar donde impera la soledad, en el mundo fuera del mundo.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                En este link puede escuchar el capítulo 15 de la audionovela de El Espectador: Yo Confieso: Usted nunca ha sido un santo, padre-Capítulo 15

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                En la serie fotográfica "Cátedra sobre cómo estar solo", de Linda Esperanza Aragón, se retratan personas al borde de la nada o la nada al borde de las personas.
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Foto: Linda Esperanza Aragón
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                La soledad no es tan triste; ser es también no haber sido. La soledad es, para mí, una condición del trabajo, un trabajo de tres turnos; la muerte del tiempo. Una soledad que se hace sola para poder escribir. Sin embargo, en el trabajo de Aragón, la soledad es el naufragio de todos los puentes y aún así, encuentra la mirada fuerte y retadora de la vida, la de un náufrago de mares expansivos, de puertas abiertas. Es la soledad lo que me une al trabajo de la fotógrafa barranquillera; porque nadie debe caer en las profundidades de su propio mar, debemos ser ríos que comunican y dan de beber.

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                                                                                                                                Crecimos en este territorio descalabrado por el que damos todo. Formamos parte de una comunidad con nombre de poema de Federico García Lorca, sentimos el filo punzante del acero, nos tatuamos la cartografía del arrabal para no perdernos, para no perder la cabeza ni los lazos de pertenencia con las costumbres y las tradiciones de los sobrevivientes. Gente de ganaderías y haciendas rotas, donde no cabe la colectividad del Estado sino la de las botas de campo. Dependientes del abismo del sueño, el tormento y la tormenta en el lugar donde impera la soledad, en el mundo fuera del mundo.

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                                                                                                                                En este link puede escuchar el capítulo 15 de la audionovela de El Espectador: Yo Confieso: Usted nunca ha sido un santo, padre-Capítulo 15

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Para Linda Esperanza Aragón, su obra consiste en llevar la fotografía como se lleva un bote al mar. Navegar el mensaje, el entusiasmo sobre las personas y rostros tan parecidos al suyo, ese es el voltaje que la empuja sobre las montañas de la servidumbre, tan necesaria para producir la fotografía definitiva, y en ella está la energía. Al final, como escribiría John Donne: “Ningún hombre es una isla, completo por sí mismo. Cada cual es una pieza del Continente, una parte del Océano”.

                                                                                                                                Por Alfredo Padilla

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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