“Solo somos polvo de estrellas”: José María Maza (Letras de feria)
Más allá de las investigaciones y los números, la ciencia siempre ha convivido con la cultura, la literatura y el arte. No hay forma de separar el uno del otro, y la Filbo dio un espacio más para su unión.
Andrea Jaramillo Caro
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“Haced como ellos: / Llenaos de infinito / Abrid las ventanas al espacio”, es el verso final del poema “Einstein y las ondas gravitatorias”, de David Jou, en su libro de poemas científicos Las escrituras del Universo. Precisamente eso fue lo que hizo la Feria Internacional del Libro de Bogotá el lunes 25 de abril, para conmemorar el Día de la Ciencia abriéndose a la astronomía, la Misión de Sabios, la antropología y más, recordando el día en que el biólogo James Watson y el físico Francis Crick propusieron el modelo de doble hélice del ADN, en 1953.
A pesar de ser un lunes, los pasillos de Corferias estaban llenos, no como si fuera imposible caminar, pero en cualquier dirección había caras jóvenes cargando libros o abriendo programaciones. Entre el mar de uniformes escolares el ambiente de feria se sentía vivo, con los expositores listos para un día más, los stands con personas a su alrededor, amigos y conocidos encontrándose y las diferentes actividades siempre con una audiencia lista para escuchar y aprender.
Elegir entre un evento y otro fue difícil, lástima no poder estar en dos lugares a la vez. Pero no era la única, a mi alrededor había quienes se debatían entre asistir a este o aquel, y también quienes decidían cuál sería su siguiente parada. La mía, por lo pronto, se encontraba en el Salón E para ver al astrofísico Juan Diego Soler presentar su libro Relatos del confín del mundo (y del Universo) (Aguilar, Editorial Penguin Random House).
Al llegar casi no había sillas y la transmisión ya había comenzado. Parado sobre el escenario y con una sola pantalla disponible para mostrar sus fotos y diapositivas, el autor comenzó afirmando que “una de las cosas más berracas de vender libros de ciencia en Colombia es que la gente piensa que es muy complicado y me ha pasado”. Al encontrar el libro de Soler o cualquier libro en una librería, viene con un plástico que obliga a juzgarlo por su portada y lo que uno se encuentre en el revés, “eso significa que no pueden ver la página en la que les digo que esto no es un libro de ciencias, es un libro de aventuras. Porque la ciencia, en últimas, es una aventura”.
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Las aventuras y travesías comparten varias cosas y una de ellas es la posibilidad de aparecer en diversos géneros literarios, que van desde la poesía y la novela hasta la crónica, y tienen el poder de unir a personas de diferentes entornos para disfrutar de estos relatos alrededor de variados temas, que en este caso fue la ciencia. Esto fue lo que Soler mostró con las historias que relató en su charla. Durante 45 minutos, la sala llena de personas escuchó atentamente los detalles científicos detrás de la formación de un planeta como la Tierra y la materia de la que está hecha y de ahí para atrás todas las preguntas que surgen del interrogante: ¿de dónde venimos?
Entre jóvenes y adultos no había nadie que no estuviera atento a la explicación que daba el astrofísico de las maneras para dar respuesta al eterno interrogante. Sentada en una de las pocas sillas que seguían disponibles e intentando ver la pantalla en la que se proyectaban las diapositivas, me sumergí en el viaje hasta la Antártida, en el que nos embarcó Soler con sus relatos. Los mapas de James Cook y el interés económico por llegar al confín del mundo a cosechar las riquezas en fauna que ofrece este lugar fueron algunas de las paradas en esa aventura en la que nos llevó el autor, en la que también contó su propia experiencia lanzando un telescopio en un globo, las razones para hacerlo, los obstáculos y lo que se llevó de esa expedición: “La mejor manera de lograr algo es intentarlo varias veces”.
¿Y es que cuántas veces ese concepto de perseverancia no ha permeado aspectos de nuestra vida, del mundo, de la ciencia, de la literatura, de todo? Perseverancia y resistencia son dos palabras que marcan a los dos mundos que se encontraron el 25 de abril y se complementan: la ciencia y las letras. Hablando con el astrofísico, resaltó que una de las dificultades de divulgar la ciencia es aquella preconcepción de que hay algo para evaluar al final y “no es así. La ciencia está hecha de historias y son historias humanas, en últimas, y es una faceta más de la naturaleza humana. La exploración, la curiosidad, son todos aspectos humanos, por eso hay ciencia en la literatura y eso es un poco lo que intenta rescatar este día en la feria”.
Con cada paso que daba recorriendo algunos pabellones y observando los títulos de los stands, más se reafirmaban las palabras que me había dicho Soler: “Yo diría que es difícil distinguir entre la literatura y la ciencia, porque no existe una frontera, no es algo que esté dividido y en últimas la ciencia también tiene mucho de poesía. Nos enseña otra dimensión para disfrutar nuestra realidad estética, espiritual, nuestra realidad en todo sentido”.
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Son dos mundos que nos unen a todos, la poesía sobre ciencia de David Jou muestra una conjunción bellísima que plasma en sus versos y que para mí no había sido tan clara, desafortunadamente. Aquí se refleja aquello que Soler me comentaba sobre la dificultad de vender este tipo de literatura en Colombia y, claro, yo misma fui quien puso esa primera barrera. Cuando hablé con Clara Ocampo, directora de generación de conocimiento en el Ministerio de Ciencias, me dijo algo parecido: “La literatura es para todos, la escritura es para todos. La escritura científica también resulta en literatura fantástica o en escritura de historias apasionantes como la de Juan Diego Soler, y todas las expresiones de la literatura son un ejercicio para el cerebro, para la creatividad, para respondernos preguntas en todas las aproximaciones. La ciencia utiliza un método científico, que es un método sistemático para responder preguntas, pero utiliza la literatura para poder avanzar en toda su extensión”.
Esas historias apasionantes que se encuentran en la ciencia entre lo humano y las respuestas que buscamos me llevaron a mi última parada del día: la charla del astrónomo chileno José María Maza Sancho. De nuevo, la sala estaba llena. Tuvieron que poner mesas en las entradas para evitar el ingreso de más personas y había algunas paradas a los costados esperando pacientemente para adentrarse en una aventura espacial a través de las palabras. Con su profundo acento, el astrónomo nos contó que era la primera vez que llegaba a Colombia, pero que hace sesenta años, cuando aún estaba en el colegio, había hecho una presentación sobre este país y recordó con cariño su visita a la embajada colombiana y “rememorando ese episodio en el hotel, no podía creer que sesenta años después estuviera pisando suelo colombiano”.
Su libro Somos polvo de estrellas (Editorial Planeta), dice él, cuenta la historia que contó por muchos años y que después escribió para no volver a dar la misma charla. Es este relato afirma que todos “ustedes son extraterrestres. Porque no tienen ni un átomo, ni uno en el cuerpo, que no venga del cosmos. Así que los extraterrestres existen, somos nosotros”.
Con esa afirmación, que sacó algunas sonrisas en la audiencia, dio inicio a esta travesía a través del espacio y el tiempo para entender de dónde salió la materia prima que compone nuestros cuerpos, los átomos de calcio, hierro, nitrógeno, oxígeno, carbono e hidrógeno. “Todos esos elementos se fabricaron en las estrellas. El hidrógeno, que es el único diferente, tiene 13.800 millones de años. Cuando uno toma agua uno está tomando dos hidrógenos y un oxígeno, el agua no sé dónde será envasada, pero el hidrógeno no se fabrica en ninguna parte, solo lo fabricó el big bang”.
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“La perseverancia es una palabra que yo escribiría en todas partes. Yo siempre a los jóvenes les digo que la perseverancia es primordial. Hay un juguetito en Marte que se llama Perseverance y si uno persevera y persevera lo logra”, afirmó el astrónomo cuando vio las caras de quienes componían su audiencia, muy de acuerdo con la reflexión de Soler, refiriéndose al vehículo robotizado de la NASA que llegó al planeta rojo en 2021.
Entre la explicación de las estrellas y los planetas, los procesos a través de los cuales se alejan o acercan las galaxias, las masas, la luz, la Vía Láctea y la historia de los descubrimientos y las personas detrás de ellos, Maza se aseguró de mantenerse coloquial, a pesar de no conocer los colombianismos que utilizamos.
Después de casi cincuenta minutos de explicar los giros y vueltas de los elementos químicos que nos componen y la historia de donde salieron y cómo llegamos nosotros, hoy, a estar hechos de un coctel elemental, José Maza cerró su charla y mi día con una frase que me resultó poética: “Todos nosotros somos de origen extraterrestre de los pies a la cabeza. Solo somos polvo de estrellas”.