Stop motion, la técnica de animación empleada en el Pinocho de Guillermo del Toro
El cineasta mexicano decidió utilizar una técnica artesanal de cuadro a cuadro para hacer su propia versión de “Pinocho”, película que se estrenó el viernes 9 de diciembre en Netflix.
Danelys Vega Cardozo
Quince años fue el tiempo que tardó el cineasta Guillermo de Toro para crear su versión de Pinocho. Ese personaje que le llamó la atención por ser marginado, por ser visto como un monstruo y no como un niño. Aquella película termina dando una lección de autenticidad: no cambiar para ser aceptados. Entonces, Toro nos sumerge en un mundo de fantasía que habla de las relaciones humanas a través de objetos inanimados que cobran vida. Para lograrlo contrató al mejor equipo de animadores, porque lo que quería hacer era un largometraje en stop motion. “Normalmente, la película captura la realidad. La animación la crea y tiene que simular la captura. Le das vida y esa es la forma de arte más elevada”, dice en Pinocho de Guillermo del Toro: cine tallado a mano, especial de Netflix.
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Quince años fue el tiempo que tardó el cineasta Guillermo de Toro para crear su versión de Pinocho. Ese personaje que le llamó la atención por ser marginado, por ser visto como un monstruo y no como un niño. Aquella película termina dando una lección de autenticidad: no cambiar para ser aceptados. Entonces, Toro nos sumerge en un mundo de fantasía que habla de las relaciones humanas a través de objetos inanimados que cobran vida. Para lograrlo contrató al mejor equipo de animadores, porque lo que quería hacer era un largometraje en stop motion. “Normalmente, la película captura la realidad. La animación la crea y tiene que simular la captura. Le das vida y esa es la forma de arte más elevada”, dice en Pinocho de Guillermo del Toro: cine tallado a mano, especial de Netflix.
Y es que, como comenta Andrés Forero Serna, animador y realizador de cine y televisión, la animación surgió bajo la misma premisa de funcionamiento del cine: “Dar la sensación de movimiento a partir de una continuación de fotografías o de imágenes que representan un movimiento en sus instantes”. Aquella sensación puede ser lograda a través de distintas técnicas de animación, una de ellas es el stop motion, esa que suele ser llamada como artesanal, en donde el animador simula el movimiento de un objeto, marioneta o personajes de plastilina, entre otros, a través de la captura de sus acciones cuadro a cuadro. “Cada una de las fotografías de una marioneta para que, por ejemplo, patee una bola, deben ser reproducidas paso a paso, instante a instante, dependiendo de la velocidad que uno quiera simular”.
En el cine, el primero en desarrollar esta técnica fue Georges Méliès. Más tarde, en 1898, los cineastas de películas mudas Stuart Blackton y Albert Smith les dieron vida a unos juguetes en su corto Humpy Dumpty Circus. Los años fueron pasando y el stop motion fue despertando el interés de otros directores de cine como Segundo de Chomón, Ladislaw Starewicz y Willis Harold O’Brien, entre otros. En Colombia tampoco fuimos indiferentes a esta técnica gracias a Fernando Laverde, quien se interesó por ella durante el siglo XX. Aquel hombre se encargó de animar muñecos como lo hizo en sus películas Cristóbal Colón y La pobre viejecita (al parecer el primer largometraje colombiano animado). Dicen que sus trabajos audiovisuales tenían un plus: reflexionar sobre temas ligados con política y ecología. Por eso dijo hace varios años, durante una entrevista concedida para la Cinemateca, que “de lo que estoy seguro es que nunca he desdeñado la capacidad de los niños. Puede que las películas mías sean muy simples, pero no creo que digan tonterías”.
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Con la llegada de los computadores comienza a aparecer la animación asistida por un ordenador o software lo que se traduce en ahorro de trabajo para el animador. “Ya no necesitamos hacer cuadro a cuadro, sino que, brindándole ciertos cuadros al programa, él me calcula los que van en la mitad”. Este tipo de técnica es empleada, por ejemplo, en la animación tradicional de dibujos animados o en la animación 3D.
Aunque el trabajo diario de un animador se agilice al usar una técnica de animación distinta al stop motion, lo cierto es que el tiempo de finalización de una película no depende de la técnica empleada, sino de otros factores de tipo financiero o de posproducción. De hecho, una de las ventajas del stop motion es que, por lo general, después de la producción la película está casi que finalizada, porque no requiere de tantos procesos o efectos en comparación con la animación tradicional. Más allá de la técnica empleada, quizás lo esencial en una propuesta cinematográfica, lo que la hará sobresalir, será la historia que hay detrás, lo que tiene para contar. “Yo no creo que una técnica a ciencia cierta beneficie a la historia. La historia tendrá que ser buena desde el guion, independientemente de la técnica en la que se cuenta”.
Quizás la verdadera magia del stop motion está en que los personajes cobran vida, pero conservando un aspecto que se difumina en la animación 3D: la imperfección. “El stop motion siendo un poco imperfecto, sucio en sus movimientos (si lo quisiéramos decir así), tiene esa magia de la artesanía, entonces, a veces, genera un poco más de empatía o incluso se presta para escenarios fantásticos u oníricos”.
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