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Todos los fans de Mo Yan (Nobel, 2012) tenemos un gravísimo problema: el hombre escribe demasiado lento. Aunque quién lo puede juzgar, solo así se alcanza la grandeza. Pero es que, excluyendo Flores tardías, de 2022, por tratarse de una colección de relatos, nos hemos quedado sin grandes novelas para traducir, pues a falta de que su nuevo manuscrito de 2023, titulado Cocodrilo, cruce la Ruta de la Seda hasta Occidente, todos sus 11 libros publicados en inglés ya están disponibles en nuestro idioma y solo tenemos en la recámara algunas compilaciones de cuentos menores antes de la más que inminente escasez de literatura moyanesca a la que estamos abocados.
Mientras tanto, llega a nosotros El reencuentro de los compañeros de armas, novela corta que vio la luz hace tres décadas, donde encontramos varios de los temas recurrentes que Mo Yan esconde tras bambalinas, como actores de reparto: el más allá y los conflictos militares. El primero tuvo un destacado rol secundario en la maravillosa La vida y la muerte me están desgastando, mientras que la segunda acompaña como guarnición en la totémica Sorgo rojo. Aquí, en cambio, entramos de lleno en ambos con el oficial Zhao Jin, quien, tras unos extraños sucesos, como para variar, termina recordando sus viejas glorias pasadas con los espectros de sus amigos en el Ejército Popular de Liberación del Partido Comunista chino.
Aunque la novela funciona de forma aceptable, lo hace más por la gran narrativa de Mo Yan (lamentablemente, algo empañada por múltiples gazapos de digitación que se colaron en la revisión final de estilo antes de imprenta) que por la historia que nos propone, pues no hay una como tal, sino que simplemente acudimos para presenciar variadas anécdotas de un grupo de colegas de fusiles a los que les ha entrado una cierta nostalgia de ultratumba. Sin embargo, hay varios pasajes de oro puro con el mejor Mo Yan desatado, como el arco sobre la obra Comiendo las habichuelas de soja del capítulo 8 o el desgarrador relato del padre que quiere recuperar los huesos de su hijo en el capítulo 17.
No queda duda alguna de que el fuerte de Mo Yan está en la novela larga, hacia la que él mismo manifestó su devoción en el prólogo en español de ¡Boom!, titulado “Defender el honor de la novela”, ya que El reencuentro de los compañeros de armas se siente como un sucedáneo de sí mismo, una promesa de algo que pintaba muy bien, pero que se queda un poco desabrido y a medio camino entre títulos breves y discretos de su catálogo como El mapa del tesoro escondido o Los bueyes y los grandes éxitos que nos enamoraron de sus letras. Con 300 páginas más que le permitieran desarrollar a fuego lento, como a él le gusta, las historias de los demás soldados que acompañan a Zhao Jin (y la de este mismo), muy seguramente habríamos tenido un texto espectacularmente sólido con entrada directa al material canónico del autor.