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Este viernes 20 de septiembre se anunciaron nuevas medidas de racionamiento en Bogotá, lo que hace evidente que la creciente crisis del agua en la ciudad es necesario atenderla y reflexionar sobre ella. Estas restricciones nos obligan a reconsiderar nuestro consumo y también nuestra conexión con este recurso esencial para la vida.
En medio de este contexto, la poesía es una herramienta para movilizar la reflexión sobre nuestra relación con el agua, sus significados y su importancia en nuestra vida cotidiana. Este elemento ha estado presente en las historias y relatos desde las antiguas civilizaciones; los ríos, mares, cascadas y lluvias han moldeado la historia de la humanidad de maneras profundas y diversas.
A continuación, presentamos una selección de poemas que nos invitan a profundizar en esta reflexión, recordándonos la urgencia de cuidar y valorar este elemento vital.
Emily Dickinson
(versión de José Manuel Arango)
Aprendemos el agua de la sed
y de la travesía de los mares la tierra,
el arrebato de la angustia
y la paz del recuento de batallas,
el amor de su hueco memorioso,
de la nieve los pájaros.
Canto para la invocación del hijo del pez
Luis Fernando Macías
Elegida la hoja por el macho
viene la hembra
a preñarla de huevos
Una corta danza
aleta contra aleta
ilumina la gracia del agua
y el Dios del acuario
les permite
derramar el jugo de la vida.
Monólogo de la mujer que lava el agua
Juan Manuel Roca
Lavo el agua, que es
Como lavar la liquidez del tiempo
Bajo los puentes.
Fontanera soy
De la secreta grifería del río.
Lavo el agua, que es
Como tocar el arpa de la lluvia,
Como volarle al tiempo sus esclusas.
Lavo el agua
Para que el árbol duplique sus frutos
En el espejo que huye.
Para que la muchacha desnuda
O el niño que come duraznos carnosos
Laven su piel con piel de nube.
Lavo el agua
Para que los ahogados del mundo
Hagan su danza muda
Entre un enjambre de peces.
Para que la araña
Camine como un pequeño profeta
Sobre el lago,
Toco las aguas como la cabellera
De un violín,
Soy la pequeña adoradora,
Hidrólatra con su bastón de nácar,
Estoy hecha de tiempo,
Como el agua en la hierba,
Como el agua en el agua, como el agua.
La balada del agua del mar
Federico García Lorca
- A Emilio prados (cazador de nubes) -
El mar
Sonríe a lo lejos.
Dientes de espuma,
labios de cielo.
—¿Qué vendes, oh joven turbia,
con los senos al aire?
—Vendo, señor, el agua
de los mares.
—¿Qué llevas, oh negro joven,
mezclado con tu sangre?
—Llevo, señor, el agua
de los mares.
—Esas lágrimas salobres
¿de dónde vienen, madre?
—Lloro, señor, el agua
de los mares.
—Corazón, y esta amargura
seria, ¿de dónde nace?
—¡Amarga mucho el agua
de los mares!
El mar
sonríe a lo lejos.
Dientes de espuma,
labios de cielo.
Agua
Gabriela Mistral
Hay países que yo recuerdo
como recuerdo mis infancias.
Son países de mar o río,
de pastales, de vegas y aguas.
Aldea mía sobre el Ródano,
rendida en río y en cigarras;
Antilla en palmas verdinegras
que a medio mar está y me llama;
¡roca ligure de Portofino,
mar italiana, mar italiana!
Me han traído a país sin río,
tierras-Agar, tierras sin agua;
Saras blancas y Saras rojas,
donde pecaron otras razas,
de pecado rojo de atridas
que cuentan gredas tajeadas;
que no nacieron como un niño
con unas carnazones grasas,
cuando las oigo, sin un silbo,
cuando las cruzo, sin mirada.
Quiero volver a tierras niñas;
llévenme a un blando país de aguas.
En grandes pastos envejezca
y haga al río fábula y fábula.
Tenga una fuente por mi madre
y en la siesta salga a buscarla,
y en jarras baje de una peña
un agua dulce, aguda y áspera
Me venza y pare los alientos
el agua acérrima y helada.
¡Rompa mi vaso y al beberla
me vuelva niñas las entrañas!
Agua de lumbre
Alejandra Pizarnik
Sí. Llueve...
el cielo gime montones desteñidos
sombras mojadas recogen sus trozos
cavidades barrosas tremendas
mezquinas gotas de agua sulfurada
si bien no sé cómo recojo las masas
de ver si me agita la pálida lumbre
tremendo espesor de perros y gatos
las gotas siguen.
Agua nocturna
Octavio Paz
La noche de ojos de caballo que tiemblan en la noche,
la noche de ojos de agua en el campo dormido,
está en tus ojos de caballo que tiembla,
está en tus ojos de agua secreta.
Ojos de agua de sombra,
ojos de agua de pozo,
ojos de agua de sueño.
El silencio y la soledad,
como dos pequeños animales a quienes guía la luna,
beben en esos ojos,
beben en esas aguas.
Si abres los ojos,
se abre la noche de puertas de musgo,
se abre el reino secreto del agua
que mana del centro de la noche.
Y si los cierras,
un río, una corriente dulce y silenciosa,
te inunda por dentro, avanza, te hace oscura:
la noche moja riberas en tu alma.