Tatiana Rais: “Estamos felices porque, de nuevo, hay vida en Espacio Odeón”
Tatiana Rais, directora de Espacio Odeón, habló sobre el proceso que este centro cultural atravesó desde que se decretó la cuarentena. La reprogramación de exposiciones, reducción de salarios, subastas y estrategias para la resistencia del centro, además de los intentos por apoyar a más integrantes del sector, han sido algunas de las vías que Rais y su equipo han explorado para sobrevivir a la crisis desatada por la pandemia.
Laura Camila Arévalo Domínguez
¿Qué estaba pasando en marzo con Espacio Odeón?
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¿Qué estaba pasando en marzo con Espacio Odeón?
En marzo estábamos organizando nuestra subasta anual, que es un evento que desde hace seis años organizamos para recaudar fondos. Siempre lo hacemos en ese mes. Recuerdo que estuvimos a punto de mandar a imprimir el catálogo y las invitaciones, pero nos preguntamos si realmente íbamos a poder hacerlo. Queríamos invitar a gente a un evento presencial en un momento en el que las personas ya se ponían tapabocas por el miedo de que el virus ya estuviese en el país. Afortunadamente decidimos no imprimir y nos ahorramos un dinero que por estos meses ha sido muy necesario.
¿Aplazaron o cancelaron la subasta?
Por varias razones la aplazamos: no tenía sentido hacer un evento presencial días antes de que nos encerraran por cuarentena, pero, sobre todo, necesitábamos que las personas tuvieran la disposición para comprar o invertir en arte. Con toda la incertidumbre que se venía, entendimos que no era el momento, así que hicimos una virtual en abril. Nos fue muy bien. El espacio físico de Odeón se cerró desde marzo y hasta julio, que abrieron por localidades, una parte del equipo comenzó a ir.
¿Qué significó para ustedes este cierre?
La reprogramación de todo nuestro programa de exposiciones que estaba previsto para abrirse los primeros días del mes de mayo. Terminamos programando todo para principios de septiembre. También vimos cómo todo se volcó a lo virtual: exposiciones, recorridos, etc. Nosotros, desde el principio, decidimos que no queríamos hacer eso: el proyecto que tiene Odeón incluye un tema de presencialidad muy importante, así que nos parecía fundamental mantener eso. Lo que sí hicimos fue un laboratorio, que son estos espacios de encuentro alrededor de diferentes temas. El que te menciono fue sobre soberanía alimentaria: cómo hacer una huerta casera, compostaje, etc. Fue nuestro primer evento virtual y nos fue muy bien porque se inscribieron 400 personas de las cuales seleccionamos a 35 para participar. Ahí nos dimos cuenta de que lo que sí podíamos pasar a la virtualidad eran todos esos espacios de encuentro que antes hacíamos de forma presencial para mantener de alguna forma el espacio activo.
¿En qué se enfocó el equipo de trabajo durante los meses de cierre?
En reconfigurar todo el cronograma de exposiciones que teníamos para el año porque las queríamos presenciales. Por eso fue que iniciamos en septiembre.
¿Cuáles fueron las implicaciones de que todo se hubiese iniciado en septiembre y no en marzo? ¿Cuáles fueron las consecuencias del cierre?
El golpe más fuerte que tuvimos fue económico. Odeón se sostiene, en gran medida, alquilando el espacio a terceros para eventos, grabaciones y todo lo que está paralizado. En este año perdimos el 70% de nuestros ingresos. Por eso volver a hacer el cronograma no era un asunto exclusivamente de fechas, sino también de estructurar todo el presupuesto porque gran parte del dinero con el que contábamos no llegó. Por fortuna habíamos ganado unas becas en 2019 para ejecutar en 2020 y con eso vinieron recursos y compromisos que adquirimos cuando las recibimos. Eso nos dio un poco de flexibilidad para mover fechas, pero de todas formas fue un golpe muy duro: lo que se iba a hacer en siete meses, se terminó haciendo en cinco o cuatro. Trabajamos mucho más rápido, el proceso con los artistas cambió y tuvimos que hacer una disminución salarial de todo el equipo de trabajo de Odeón. Por ejemplo, la exposición que se inició el pasado 3 de septiembre, “Otra victoria así y estamos perdidos”, de Ana María Montenegro, tuvo que transformarse y responder a todo lo que estaba pasando con respecto a la cuarentena: tenía que ser virtual, pero luego supimos que podíamos abrir unos días y después nos enteramos de que podíamos abrir completamente. Tuvimos que, por ejemplo, dejar de pensar en que las personas interactuaran con la obra para evitar los contagios y hacer una inversión en capacitaciones sobre bioseguridad.
¿Tuvieron que echar personas?
No. Hay dos personas que trabajan en el edificio (mantenimiento, montaje, etc) y un equipo de trabajo de cuatro personas. Nadie se fue, pero sí tuvimos que reducir algunos salarios. En noviembre hicimos un esfuerzo para estabilizarlos nuevamente. Este año teníamos pensado hacer una inversión grande para contratar personas porque para lo que hacíamos el equipo era muy pequeño, pero tuvimos que parar todo cuando comenzaron los cierres.
Hay muchos artistas plásticos y gestores a los que también les parece que volcarse por completo a la virtualidad podría ser problemático: sobreoferta, experiencia, consumo, etc....
Estoy de acuerdo con ellos. En el momento álgido de la cuarentena la oferta virtual era absolutamente abrumadora. Nosotros no queríamos entrar a saturar a las personas. Pensamos que tal vez era un momento para quedarnos en silencio, no porque no tuviéramos algo para ofrecer, sino porque consideramos que era el momento para pensar qué queríamos montar y cómo lo queríamos hacer. Si íbamos a entrar a esa virtualidad, queríamos pensar muy bien la forma y el contenido. Para nosotros es muy claro que no es lo mismo ver una exposición en el computador a visitarla, especialmente por el tipo de proyectos que hacemos en Odeón. Los diálogos y la experiencia con la obra no son tan fáciles de generar en la virtualidad. Tampoco nos interesaba esta idea de entretener a las personas mientras estaban en la casa. El reto que tenemos ahora es el de pensar cómo asumir la virtualidad más allá de mostrar los contenidos.
¿Usted fue espectadora de alguna exposición virtual?
Sí, me conecté a algunas charlas y proyectos. Hubo una galería francesa que hizo una exposición virtual de video. Ingresabas a la página y tenías ahí los videos con una diagramación muy bonita e interesante. Eso me gustó. También me conecté a algunas charlas que hicieron desde el Museo de Arte Moderno de Medellín. Hice el recorrido con las galerías en Artbo Fin de Semana para ver qué estaban haciendo y entender las formas en las que ellos estaban lidiando con la crisis.
¿Disfrutó o se conectó con esas dinámicas?
Me cuesta mucho ver una exposición virtual. Para mí el espacio y la presencialidad en cualquier tipo de proceso artístico es fundamental. Me cuesta mucho relacionarme o entender una obra a través de una pantalla. Hay ciertas iniciativas que se hicieron especialmente para virtualidad, así que esas son muy interesantes. Son más sencillas de ver y de disfrutar. No utilizar la virtualidad como un medio que traduce las obras sino que las obras sean creadas para ese espacio, hace la diferencia. La idea de las charlas virtuales sí me ha gustado porque, por ejemplo, me conecté a un seminario que organizó el museo Zeitz MOCCA (Zeitz Museum of Contemporary Art Africa), el museo de arte contemporáneo en Sudáfrica, y fue de las cosas más maravillosas en las que he estado durante esta pandemia. Si no hubiese sido por eso, el evento lo habrían hecho presencial y yo no habría podido estar.
¿Qué está pasando con Espacio Odeón en este momento?
Estamos trabajando en dos frentes importantes: volver a abrir el espacio para que el público regrese. Estamos abiertos desde el 3 de septiembre con “Otra victoria así y estamos perdidos”, de Ana María Montenegro, y justo ayer, 21 de noviembre, abrimos una muestra colectiva que se llama: “Esa historia no es la historia”.
¿Cómo les fue con la apertura?
Ha sido muy bonito, pero reconozco que me dio miedo porque me preguntaba si alguien iría. Después de todo el encierro ¿será que habrá gente dispuesta a entrar a un espacio, que sí tiene todas las medidas de seguridad, pero que no es esencial, pensaba. Pero nos fue muy bien: los cupos se llenaron para toda la exposición y para la que abrimos ayer también llegó mucha gente. Estamos felices porque, de nuevo, hay vida en Espacio Odeón.
¿Cómo se están sosteniendo ahora?
Estamos tratando de sobrevivir. La subasta que hicimos de abril a mayo fue virtual. Nos fue mucho mejor de lo que esperábamos y con ese dinero hemos logrado sobrevivir hasta ahora. Nuestra estrategia durante este tiempo ha sido aplicar a cuanta beca y proyecto a nivel local e internacional nos encontremos, además de diseñar estrategias para recaudar fondos. Una de esas es la campaña de “Apoya a Odeón”, una iniciativa con la que buscamos que un público mucho más amplio nos apoye: las sumas oscilan entre 60 mil a 500 mil pesos. Llamamos a distintos artistas cercanos a Odeón y les pedimos que hicieran camisetas, maletas, serigrafías, etc, y las estamos vendiendo en la plataforma actual. El público de Odeón son los ciudadanos. Nosotros no somos una galería ni un espacio que está impactando o queriendo llegar a un público en específico para que adquiera obras, sino que realmente queremos que todos los bogotanos puedan disfrutar de nuestra programación. Sabemos que por la pandemia la situación económica de muchas personas es compleja y pensar en donar es muy difícil, pero es una invitación para todos los que sí puedan. Queremos que Odeón resista.
¿En qué consiste el Fondo de apoyo mutuo?
A pesar de que nosotros la estamos pasando mal y que la situación de Odeón es compleja, entendemos que hay muchas otras personas dentro del sector de las artes plásticas que la están pasando peor. Hay algunos que han dejado de recibir ingresos y no me refiero solamente a los artistas, sino a toda la cadena: montajistas, las personas que imprimían los catálogos, las que hacían la prensa para distintos museos, etc. Por eso es que después de la subasta abrimos el Fondo de apoyo mutuo: el 10% de las utilidades se usan para crear bolsas de apoyo a diferentes trabajadores del arte. En la primera ronda que se hizo a finales de mayo y principios de junio logramos entregar 13 bolas de 500.000 pesos cada una a diferentes trabajadores de nuestro sector. Espacio Odeón quiere salir a flote junto con los demás integrantes del sector.