Convertir éticamente la muerte en arte
La taxidermia alternativa diseca animales fallecidos por causas naturales, oponiéndose a la caza o a despojarlos de su hábitat para fines de conservación, colección o artísticos. Entrevista con Cristian Viancha, taxidermista
Danelys Vega Cardozo
¿Cuál fue su primer acercamiento a la taxidermia?
Mi primer acercamiento surgió de un interés que tuve porque antes era muy ajena la taxidermia. Empecé a descubrir todo ese mundo de la ciencia ligado a la conservación de los animales, y el tema naturalista y cómo era empleado en los museos. También hallé a algunos artistas que la empleaban en sus trabajos plásticos, así que me di cuenta de que había todo un campo que podía explorar. Entonces mi primer acercamiento se dio a través del arte y por mi gusto hacia la naturaleza. Por eso, me impresionó mucho ver el trabajo de los grandes taxidermistas, quienes lograban retratar los animales exóticos de una manera muy bella, así que quería adentrarme en ese mundo y saber cómo podrían hacerlo.
Usted trató de incluir la taxidermia en su trabajo como artista plástico…
Sí, en ese momento estaba y sigo estudiando Artes en la Academia Superior de Artes de Bogotá, y me dedicaba mucho a la fotografía y el grabado. Recuerdo que, dentro de esos acercamientos, trabajaba con el coleccionismo de objetos, ligado al gabinete de curiosidades y las vanitas. Entonces empecé con la fotografía a hacer composiciones de este tipo de cosas y me di cuenta de que eso podía trascender por medio de la escultura, que podía utilizar la taxidermia como una herramienta plástica para generar diálogos y narraciones alrededor del arte y los contextos del país y del mundo a través de unos conceptos que he estado implantando en mi carrera artística: la ecología del animal en la sociedad contemporánea y las dinámicas constructivas y destructivas de la naturaleza, que viene siendo ese ciclo que existe en la naturaleza de vida y muerte y cómo la taxidermia propone aprovechar la muerte de una manera ética.
¿A qué se refiere?
Mi trabajo está enfocado en la taxidermia alternativa, que consiste en proponer éticamente trabajar con los animales sin cazarlos ni sacarlos de su hábitat, sino aprovechar los que mueren por causas naturales, como las mascotas que fallecen y son donadas para estos fines o incluso los animales que mueren en los zoológicos, aunque en Colombia esto último no es tan posible, pero la idea es que en el futuro se pueda legalizar ese tema para así aprovechar esos recursos naturales que tenemos.
¿Cómo la taxidermia lo ha ayudado a ser más consciente de su entorno?
Como dije antes, siempre he sentido una afinidad con la naturaleza y siento que por eso mismo me adentré tanto en este mundo, con el fin de hacer taxidermia con la calidad que tienen los maestros taxidermistas de Europa y Estados Unidos. Bajo mi contexto, la taxidermia me ayudó a reconocer muchas problemáticas relacionadas con la biodiversidad del país y el entorno en que vivimos. La idea es llegar a comprender un poco más el rol que tenemos como seres humanos y el compromiso que tenemos con la naturaleza y el cuidado que merece.
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Usted también ha empleado su trabajo para hacer una crítica sobre la relación de los seres humanos con los animales. ¿Por qué?
Creo que surgió a raíz de eso mismo: de trabajar con los animales, que en muchos casos eran donados por quienes los encontraban. Entonces, para mí era interesante tratar de construirlo de la mejor manera, porque yo no he tomado ningún curso en taxidermia, sino que todo mi proceso ha sido empírico. En esos procedimientos me daba cuenta de que podía analizar muchas veces la causa de muerte de los animales. Por ejemplo, tengo una obra de un choque de un ave con un cristal y la realicé porque en la disección encontré que había muerto por un traumatismo en la cabeza; es decir, por un golpe. Muchas aves que me han llegado así han sido por esa misma causa. Incluso lo corroboré porque las personas que las encontraban me decían que se había chocado con su ventana. Entonces construí esas piezas pensando en eso y en hacer la crítica en lo referente a la ecología del animal, que es cómo los animales se relacionan y nosotros nos relacionamos con ellos. El ser humano se ha preocupado mucho por los espacios que construye para él, pero muy poco con la relación que tiene con la naturaleza y los animales.
Me comentaba antes que la taxidermia no es un proceso fácil. ¿Por qué?
Porque tiene sus trucos y se necesita ser paciente. No es un trabajo para una persona que no le invierta tiempo. Me he dado cuenta de que, en el transcurso de estar aprendiendo de esta técnica, como en todos los procesos, uno aprende de los errores, que te ayudan a buscar los trucos para mejorar, los cuales no te los dice la academia ni los encuentras en un libro, sino que tú mismo los hallas. De hecho, no todos los taxidermistas trabajan igual; cada uno tiene su forma de hacerlo. Entonces también se trata de cómo uno se sienta cómodo para realizar las cosas.
¿Qué ha aprendido de esos errores?
Que hay muchos contras al manipular un animal muerto, porque esto es una carrera contra el tiempo, pues la muerte actúa rápido, así que empieza todo un proceso de descomposición. Entonces tienes que aprender sobre cómo funciona ese proceso y cómo están constituidos los animales, etc. Los trucos que he aprendido han sido basados en esas experiencias, porque muchos de los animales que me donan, la gente los halla después de uno o dos días de fallecidos. Entonces no es lo mismo trabajar con un animal fresco a uno que tenga un cierto deterioro. Algunas veces, me he encontrado con pieles de animales desgastadas o en mal estado y me ha tocado buscar cómo solucionarlo o arreglarlo.
Decía que cada uno trabaja como se sienta cómodo. ¿En su caso cuál sería?
He descubierto varias, porque siguiendo a muchos taxidermistas de otros países, me he dado cuenta de que algunos realizan dos o tres disecciones diferentes, mientras que otros solo una, aunque eso está muy ligado al tipo de animal, porque no todos tienen la misma contextura o morfología. En mi caso, intento hacerlo de la manera más perfecta que pueda, así que trato de realizar tres o cuatro disecciones y buscar los materiales y elementos correctos para que no solo sea un trabajo del momento, sino que perdure en el tiempo. Acá en Colombia no existe una tienda de insumos de taxidermia, pero alrededor del mundo sí, entonces te venden los químicos específicos, incluso lo más importante para mí: los ojos en cristal, que dan esa apariencia de que están vivos los animales.
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¿Considera que en Colombia existen tabúes sobre la taxidermia?
No solo en Colombia, sino en todo el mundo. Creo que eso está ligado al desconocimiento de la técnica. La gente está acostumbrada a ver la taxidermia sobre todo en museos o en las colecciones de las universidades, entonces se sorprenden cuando la ven en otros espacios. Además, el cine se ha encargado de mostrar una faceta oscura y extraña de esta técnica. Pero incluso el principio de la taxidermia se me hace una cuestión bien bonita y poética: conservar la naturaleza que admiramos. De hecho, los primeros taxidermistas estaban motivados por esa exuberancia que veían y se preocupaban por mantener los animales para futuras generaciones. Así que ellos ayudaban a la conservación y creaban la reflexión sobre el cuidado de estos tipos de animales, que en su mayoría eran exóticos.
¿En algunos casos, taxidermizar a un animal se considera una forma de apego?
Sí, en muchos casos. De hecho, la mayoría de las veces el oficio del taxidermista es conservar la mascota. En Estados Unidos es muy común ver el trofeo de caza, que es el recuerdo o el apego de lo que se hizo. Entonces, en general podría decirse que sí, pero en el caso de Colombia no todo el mundo recurre a esta técnica. Creo que eso también está ligado al pensamiento de las personas, a cómo conciben el proceso de la muerte de algún animal y ese sentimiento de conservarlo y tener el memorial de quien fue en vida.
Algunos taxidermistas prefieren usar el término “naturalizar” en vez de “disecar” …
Es que mucha gente no sabe lo que es un taxidermista y lo entienden más por el lado de disecar animales. Pero el naturalista tiene un pensamiento más ligado a esos primeros taxidermistas, relacionado con el amor a la naturaleza y una reflexión en torno a ella, porque los animales que están disecados son una aproximación del mundo natural real.
¿Cuál ha sido su aporte al mundo natural?
Creo que está en desarrollo, porque no llevo mucho tiempo en la taxidermia. Pero ha sido interesante en las exposiciones o en las muestras que he realizado de mi trabajo ver el asombro o la reflexión de las personas. Ellas se sorprenden porque piensan que no es real lo que están viendo; creen que es algo construido a partir de otras cosas. Estas piezas dejan una reflexión en torno a la ecología del animal, a cómo nos relacionamos con él o podemos incluso ayudar y pensar los espacios naturales de otras maneras. Al final, esto que hago es cómo veo el mundo y me relaciono con él y genero respuestas a las preguntas que llegan a mi cabeza.
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¿Cuál fue su primer acercamiento a la taxidermia?
Mi primer acercamiento surgió de un interés que tuve porque antes era muy ajena la taxidermia. Empecé a descubrir todo ese mundo de la ciencia ligado a la conservación de los animales, y el tema naturalista y cómo era empleado en los museos. También hallé a algunos artistas que la empleaban en sus trabajos plásticos, así que me di cuenta de que había todo un campo que podía explorar. Entonces mi primer acercamiento se dio a través del arte y por mi gusto hacia la naturaleza. Por eso, me impresionó mucho ver el trabajo de los grandes taxidermistas, quienes lograban retratar los animales exóticos de una manera muy bella, así que quería adentrarme en ese mundo y saber cómo podrían hacerlo.
Usted trató de incluir la taxidermia en su trabajo como artista plástico…
Sí, en ese momento estaba y sigo estudiando Artes en la Academia Superior de Artes de Bogotá, y me dedicaba mucho a la fotografía y el grabado. Recuerdo que, dentro de esos acercamientos, trabajaba con el coleccionismo de objetos, ligado al gabinete de curiosidades y las vanitas. Entonces empecé con la fotografía a hacer composiciones de este tipo de cosas y me di cuenta de que eso podía trascender por medio de la escultura, que podía utilizar la taxidermia como una herramienta plástica para generar diálogos y narraciones alrededor del arte y los contextos del país y del mundo a través de unos conceptos que he estado implantando en mi carrera artística: la ecología del animal en la sociedad contemporánea y las dinámicas constructivas y destructivas de la naturaleza, que viene siendo ese ciclo que existe en la naturaleza de vida y muerte y cómo la taxidermia propone aprovechar la muerte de una manera ética.
¿A qué se refiere?
Mi trabajo está enfocado en la taxidermia alternativa, que consiste en proponer éticamente trabajar con los animales sin cazarlos ni sacarlos de su hábitat, sino aprovechar los que mueren por causas naturales, como las mascotas que fallecen y son donadas para estos fines o incluso los animales que mueren en los zoológicos, aunque en Colombia esto último no es tan posible, pero la idea es que en el futuro se pueda legalizar ese tema para así aprovechar esos recursos naturales que tenemos.
¿Cómo la taxidermia lo ha ayudado a ser más consciente de su entorno?
Como dije antes, siempre he sentido una afinidad con la naturaleza y siento que por eso mismo me adentré tanto en este mundo, con el fin de hacer taxidermia con la calidad que tienen los maestros taxidermistas de Europa y Estados Unidos. Bajo mi contexto, la taxidermia me ayudó a reconocer muchas problemáticas relacionadas con la biodiversidad del país y el entorno en que vivimos. La idea es llegar a comprender un poco más el rol que tenemos como seres humanos y el compromiso que tenemos con la naturaleza y el cuidado que merece.
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Usted también ha empleado su trabajo para hacer una crítica sobre la relación de los seres humanos con los animales. ¿Por qué?
Creo que surgió a raíz de eso mismo: de trabajar con los animales, que en muchos casos eran donados por quienes los encontraban. Entonces, para mí era interesante tratar de construirlo de la mejor manera, porque yo no he tomado ningún curso en taxidermia, sino que todo mi proceso ha sido empírico. En esos procedimientos me daba cuenta de que podía analizar muchas veces la causa de muerte de los animales. Por ejemplo, tengo una obra de un choque de un ave con un cristal y la realicé porque en la disección encontré que había muerto por un traumatismo en la cabeza; es decir, por un golpe. Muchas aves que me han llegado así han sido por esa misma causa. Incluso lo corroboré porque las personas que las encontraban me decían que se había chocado con su ventana. Entonces construí esas piezas pensando en eso y en hacer la crítica en lo referente a la ecología del animal, que es cómo los animales se relacionan y nosotros nos relacionamos con ellos. El ser humano se ha preocupado mucho por los espacios que construye para él, pero muy poco con la relación que tiene con la naturaleza y los animales.
Me comentaba antes que la taxidermia no es un proceso fácil. ¿Por qué?
Porque tiene sus trucos y se necesita ser paciente. No es un trabajo para una persona que no le invierta tiempo. Me he dado cuenta de que, en el transcurso de estar aprendiendo de esta técnica, como en todos los procesos, uno aprende de los errores, que te ayudan a buscar los trucos para mejorar, los cuales no te los dice la academia ni los encuentras en un libro, sino que tú mismo los hallas. De hecho, no todos los taxidermistas trabajan igual; cada uno tiene su forma de hacerlo. Entonces también se trata de cómo uno se sienta cómodo para realizar las cosas.
¿Qué ha aprendido de esos errores?
Que hay muchos contras al manipular un animal muerto, porque esto es una carrera contra el tiempo, pues la muerte actúa rápido, así que empieza todo un proceso de descomposición. Entonces tienes que aprender sobre cómo funciona ese proceso y cómo están constituidos los animales, etc. Los trucos que he aprendido han sido basados en esas experiencias, porque muchos de los animales que me donan, la gente los halla después de uno o dos días de fallecidos. Entonces no es lo mismo trabajar con un animal fresco a uno que tenga un cierto deterioro. Algunas veces, me he encontrado con pieles de animales desgastadas o en mal estado y me ha tocado buscar cómo solucionarlo o arreglarlo.
Decía que cada uno trabaja como se sienta cómodo. ¿En su caso cuál sería?
He descubierto varias, porque siguiendo a muchos taxidermistas de otros países, me he dado cuenta de que algunos realizan dos o tres disecciones diferentes, mientras que otros solo una, aunque eso está muy ligado al tipo de animal, porque no todos tienen la misma contextura o morfología. En mi caso, intento hacerlo de la manera más perfecta que pueda, así que trato de realizar tres o cuatro disecciones y buscar los materiales y elementos correctos para que no solo sea un trabajo del momento, sino que perdure en el tiempo. Acá en Colombia no existe una tienda de insumos de taxidermia, pero alrededor del mundo sí, entonces te venden los químicos específicos, incluso lo más importante para mí: los ojos en cristal, que dan esa apariencia de que están vivos los animales.
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¿Considera que en Colombia existen tabúes sobre la taxidermia?
No solo en Colombia, sino en todo el mundo. Creo que eso está ligado al desconocimiento de la técnica. La gente está acostumbrada a ver la taxidermia sobre todo en museos o en las colecciones de las universidades, entonces se sorprenden cuando la ven en otros espacios. Además, el cine se ha encargado de mostrar una faceta oscura y extraña de esta técnica. Pero incluso el principio de la taxidermia se me hace una cuestión bien bonita y poética: conservar la naturaleza que admiramos. De hecho, los primeros taxidermistas estaban motivados por esa exuberancia que veían y se preocupaban por mantener los animales para futuras generaciones. Así que ellos ayudaban a la conservación y creaban la reflexión sobre el cuidado de estos tipos de animales, que en su mayoría eran exóticos.
¿En algunos casos, taxidermizar a un animal se considera una forma de apego?
Sí, en muchos casos. De hecho, la mayoría de las veces el oficio del taxidermista es conservar la mascota. En Estados Unidos es muy común ver el trofeo de caza, que es el recuerdo o el apego de lo que se hizo. Entonces, en general podría decirse que sí, pero en el caso de Colombia no todo el mundo recurre a esta técnica. Creo que eso también está ligado al pensamiento de las personas, a cómo conciben el proceso de la muerte de algún animal y ese sentimiento de conservarlo y tener el memorial de quien fue en vida.
Algunos taxidermistas prefieren usar el término “naturalizar” en vez de “disecar” …
Es que mucha gente no sabe lo que es un taxidermista y lo entienden más por el lado de disecar animales. Pero el naturalista tiene un pensamiento más ligado a esos primeros taxidermistas, relacionado con el amor a la naturaleza y una reflexión en torno a ella, porque los animales que están disecados son una aproximación del mundo natural real.
¿Cuál ha sido su aporte al mundo natural?
Creo que está en desarrollo, porque no llevo mucho tiempo en la taxidermia. Pero ha sido interesante en las exposiciones o en las muestras que he realizado de mi trabajo ver el asombro o la reflexión de las personas. Ellas se sorprenden porque piensan que no es real lo que están viendo; creen que es algo construido a partir de otras cosas. Estas piezas dejan una reflexión en torno a la ecología del animal, a cómo nos relacionamos con él o podemos incluso ayudar y pensar los espacios naturales de otras maneras. Al final, esto que hago es cómo veo el mundo y me relaciono con él y genero respuestas a las preguntas que llegan a mi cabeza.
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