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Han pasado más de treinta años desde la muerte de Samuel Beckett, premio nobel de literatura en 1969, y sus obras siguen rompiendo paradigmas. La influencia de este autor en la literatura y el teatro de nuestra época es innegable a nivel mundial. Una puesta en escena de su obra Come And Go, se presenta por pocos días en Bogotá y es la oportunidad perfecta para disfrutar de una de las piezas más contundentes del autor irlandés.
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Come And Go es un texto colmado de omisiones. Nada está dicho y sin embargo la revelación sobre el comportamiento humano es explícita y profunda, la tensión es latente. No hay una historia, tan solo un secreto. Los personajes tienen un secreto que jamás será revelado. Ante el espectador sucede un acto coreográfico y sombrío que impacta por su sutileza. El texto escrito por Beckett está lleno de indicaciones sobre los movimientos que deben realizar las actrices. Es preciso y enfático en la forma de cada gesto. Los diálogos son escasos, apenas los necesarios para sugerir la relación que existe entre los personajes.
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El proceso de montaje de esta versión bogotana de Come And Go nace en la facultad de artes ASAB en 2019. El director Julián Santamaría somete el escrito de Beckett a una experimentación formal, tomando el riesgo de fracturar las indicaciones del autor. Se permite romper el género y las didascalías para encontrar nuevas formas de contar el mismo relato. Tras una investigación sobre el mundo interno de los personajes junto a las actrices Diana Alfonso, Natalia Ramírez y Erika Villarraga surge la idea de poner en escena un montaje que vaya más allá de la propuesta de Beckett. ¿Cómo contar la misma historia de diferentes maneras? Un ejercicio de estilo, una búsqueda por encontrar la voz personal en medio de las palabras de otro.
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Romper las formas siempre es un desafío, más aún, cuando las formas que se rompen son en sí mismas disruptivas y potentes. En este caso la alta calidad técnica de las actrices permite disfrutar de una gran variedad de registros actorales, pasando por el clown, la farsa y el drama. El montaje quiebra la propuesta de Beckett, pero no lo niega, ni al autor, ni al quiebre. Por el contrario, lo hace evidente, hace al público cómplice de esa ruptura y le invita a ser parte, a preguntarse cuántas formas existen de contar la misma historia.