Tejiendo libros
Frailejón Editores lleva tres años creyendo en dos cosas que en el mundo parecen estar en vía de extinción: los libros hechos a mano y la poesía.
Juan Miguel Hernández
Mientras en España se cierran dos librerías al día y en Colombia la mitad de los ciudadanos no lee ni siquiera un libro al año, Iván Hernández y Pilar Villegas, dos paisas obstinados sin ninguna motivación distinta al amor por la literatura, decidieron nadar contra la corriente y emprender un camino que al principio parecía imposible.
La intuición editorial de Hernández, cultivada sin descanso durante muchos años de trabajo en Cara y Cruz*, se encontró por casualidad con la elegancia, la sencillez y la delicadeza que Villegas había adquirido en una maestría en diagramación y producción artesanal de libros en Italia. Después de ese encuentro fortuito y definitivo en un café de Medellín nació Frailejón Editores, una editorial independiente que lleva tres años apostándole a dos cosas que en el mundo parecen estar en vía de extinción: los libros hechos a mano y la poesía. Y es que en una época en la que el mercado editorial se ha volcado hacia los formatos electrónicos, y los posibles lectores de poesía están hipnotizados por la magia irracional de la televisión, reeditar textos fundacionales y olvidados como Tierra de promisión, del maestro José Eustasio Rivera, o De mi vida y otras vidas, de Baldomero Sanín Cano, es casi una proeza.
Para Hernández, el hecho de publicar a los grandes poetas colombianos contemporáneos en ediciones especiales acorta el empedrado camino entre el autor y sus lectores y, al tiempo, acaba con el antiguo prejuicio de que la poesía era para unos pocos: “La idea de crear libros bonitos surge del deseo de hacer más amena la lectura para que el camino hacia la poesía sea más fácil; queremos que no haya obstáculos ni dificultades en el extraordinario acto de leer”.
Parece que cada ejemplar de Frailejón es una pequeña obra de arte, o al menos eso dice Alejandro Salgar, estudiante de literatura y librero de Tornamesa: “Todos los libros de Frailejón son cosidos y encuadernados a mano, por madres cabeza de familia, en talleres artesanales de Medellín. Se les nota el cariño, eso los hace únicos”. Su opinión no es aislada ni gratuita. En general, cuando las personas que se topan con los libros descubren que cada ejemplar está numerado y firmado por los autores, se dan cuenta de que esta combinación entre la calidad editorial y el buen diseño no tiene precedentes en el país.
Colecciones
La colección Abril reúne algunos de los mejores títulos de la poesía colombiana, latinoamericana y española de todos los tiempos. Este lugar de la noche, de José Manuel Arango; Los heraldos negros, de César Vallejo; Cantares gallegos, de Rosalía de Castro, y El cántaro fresco, de Juana de Ibarbourou, son una muestra de que los clásicos son siempre modernos. Hernández está convencido de que pocas cosas pueden ser más necesarias para esta época de descreimiento y confusión que la poesía, porque ella nos regala, aunque sea por instantes, paz y serenidad.
Sin embargo, Frailejón no sólo publica poesía. Desde hace un tiempo la editorial ha ido desarrollando en paralelo varias colecciones adicionales. Por ejemplo, Arcoíris reúne una selección de relatos, novelas cortas y crónicas periodísticas de escritores contemporáneos en español. Además de haber publicado El adiós del tío Miguel, una antología de los primeros ejercicios de periodismo narrativo del cineasta colombiano Víctor Gaviria, la colección Arcoíris hace énfasis en los trabajos de mujeres escritoras como María Cristina Restrepo, autora de La vieja casa de la calle Maracaibo, y Perla Suez, quizás una de las prosistas argentinas más importantes de la actualidad.
Horizontes es una colección dedicada a ensayos que reflexionan en torno a la relación problemática y congénita entre la literatura, el arte y la vida cotidiana. Entre los títulos más relevantes están Sueño e inspiración, un conmovedor ensayo del premio nobel irlandés W.B. Yeats, sobre la obra del gran poeta británico William Blake; Apología del ocio, un breve elogio a la contemplación escrito por Robert Louis Stevenson, autor de El extraño caso del doctor Jekyll y Mr Hyde y La isla del tesoro, y En blanco y negro, un riguroso análisis de la obra del artista caleño Óscar Muñoz realizado por Santiago Mutis.
Solo Cuento, como su nombre lo indica, es una colección que les rinde homenaje a grandes cuentistas de la lengua castellana, como Leopoldo Alas Clarín, Abraham Valdelomar y Gustavo Adolfo Bécquer.
No obstante, Alejandro Salgar nos cuenta que hay dos colecciones que desde su nacimiento han llamado especialmente la atención de los clientes de Tornamesa: “Novelas de Amor, porque junta en una cajita tres joyas de la literatura romántica universal, y Mientras Espero, una ingeniosa combinación de textos cortos y páginas en blanco, diseñada para que los lectores se dediquen a escribir mientras esperan en el aeropuerto o en la fila del banco”.
Proyecto cultural
Frailejón no es solamente una editorial dedicada a publicar clásicos de la literatura. Es también, como asegura Pilar Villegas, un proyecto cultural que tiene como objetivo la promoción de la lectura y el fomento de la poesía entre los más jóvenes. En ese sentido, Frailejón ha realizado una serie de conversatorios y recitales de poesía en distintos escenarios de Bogotá, Medellín y Cartagena, como la Feria del Libro o el Hay Festival. Hernández afirma que están terminando los preparativos para realizar una serie de talleres de escritura creativa, corrección de estilo y encuadernación artesanal, para que los jóvenes del país se acerquen de nuevo a los libros y a la poesía.
Frailejón además ha entablado una relación de cooperación y trabajo en equipo con algunas publicaciones independientes de literatura colombiana, como Sombralarga y Otro Páramo. A este respecto, Julián Parra, miembro del comité editorial de Sombralarga, propone que el trabajo conjunto entre la revista y la editorial es una gran oportunidad para pensar el papel de la poesía y de la crítica literaria dentro de la sociedad: “Es interesante descubrir que los dos proyectos compartimos preguntas similares, pero las resolvemos desde ángulos distintos. Sombralarga desde el estudio riguroso de la actualidad literaria y Frailejón desde la publicación y divulgación de nuevos contenidos”.
Otro aspecto determinante en el futuro promisorio de Frailejón es que poetas de la talla de Horacio Benavides (Premio Nacional de Poesía 2013, Ministerio de Cultura), Rómulo Bustos (Premio Blas Otero, Universidad Complutense de Madrid 2009), Nelson Romero (Premio Internacional de Poesía Casa de las Américas 2015), Piedad Bonnett (Premio Nacional de Poesía 1994), Juan Manuel Roca (Premio Casa de las Américas 2009), William Ospina (Premio Nacional de Poesía 1992), entre muchos otros, han creído en esta apuesta editorial —al punto de canjear los derechos de sus libros por algunos ejemplares— y se han vuelto amigos y aliados del proyecto. Además, el trabajo de dibujo y diseño que desde el principio ha realizado el ilustrador antioqueño Daniel Gómez ha sido determinante en la construcción de una identidad editorial inconfundible.
Finalmente, Hernández cree que, a pesar de que, por ejemplo, en Bogotá haya sólo una biblioteca pública por cada 400.000 habitantes, vale la pena hacer un esfuerzo para difundir la literatura colombiana: “Queremos ser una editorial distinta. El libro no sólo tiene que ser para leer; puede ser un objeto lindo, para querer, para sentir. En Frailejón seguiremos haciendo libros con dedicación y con cariño, sin afanes, porque creemos que la buena poesía sobrevivirá para siempre”.
Mientras en España se cierran dos librerías al día y en Colombia la mitad de los ciudadanos no lee ni siquiera un libro al año, Iván Hernández y Pilar Villegas, dos paisas obstinados sin ninguna motivación distinta al amor por la literatura, decidieron nadar contra la corriente y emprender un camino que al principio parecía imposible.
La intuición editorial de Hernández, cultivada sin descanso durante muchos años de trabajo en Cara y Cruz*, se encontró por casualidad con la elegancia, la sencillez y la delicadeza que Villegas había adquirido en una maestría en diagramación y producción artesanal de libros en Italia. Después de ese encuentro fortuito y definitivo en un café de Medellín nació Frailejón Editores, una editorial independiente que lleva tres años apostándole a dos cosas que en el mundo parecen estar en vía de extinción: los libros hechos a mano y la poesía. Y es que en una época en la que el mercado editorial se ha volcado hacia los formatos electrónicos, y los posibles lectores de poesía están hipnotizados por la magia irracional de la televisión, reeditar textos fundacionales y olvidados como Tierra de promisión, del maestro José Eustasio Rivera, o De mi vida y otras vidas, de Baldomero Sanín Cano, es casi una proeza.
Para Hernández, el hecho de publicar a los grandes poetas colombianos contemporáneos en ediciones especiales acorta el empedrado camino entre el autor y sus lectores y, al tiempo, acaba con el antiguo prejuicio de que la poesía era para unos pocos: “La idea de crear libros bonitos surge del deseo de hacer más amena la lectura para que el camino hacia la poesía sea más fácil; queremos que no haya obstáculos ni dificultades en el extraordinario acto de leer”.
Parece que cada ejemplar de Frailejón es una pequeña obra de arte, o al menos eso dice Alejandro Salgar, estudiante de literatura y librero de Tornamesa: “Todos los libros de Frailejón son cosidos y encuadernados a mano, por madres cabeza de familia, en talleres artesanales de Medellín. Se les nota el cariño, eso los hace únicos”. Su opinión no es aislada ni gratuita. En general, cuando las personas que se topan con los libros descubren que cada ejemplar está numerado y firmado por los autores, se dan cuenta de que esta combinación entre la calidad editorial y el buen diseño no tiene precedentes en el país.
Colecciones
La colección Abril reúne algunos de los mejores títulos de la poesía colombiana, latinoamericana y española de todos los tiempos. Este lugar de la noche, de José Manuel Arango; Los heraldos negros, de César Vallejo; Cantares gallegos, de Rosalía de Castro, y El cántaro fresco, de Juana de Ibarbourou, son una muestra de que los clásicos son siempre modernos. Hernández está convencido de que pocas cosas pueden ser más necesarias para esta época de descreimiento y confusión que la poesía, porque ella nos regala, aunque sea por instantes, paz y serenidad.
Sin embargo, Frailejón no sólo publica poesía. Desde hace un tiempo la editorial ha ido desarrollando en paralelo varias colecciones adicionales. Por ejemplo, Arcoíris reúne una selección de relatos, novelas cortas y crónicas periodísticas de escritores contemporáneos en español. Además de haber publicado El adiós del tío Miguel, una antología de los primeros ejercicios de periodismo narrativo del cineasta colombiano Víctor Gaviria, la colección Arcoíris hace énfasis en los trabajos de mujeres escritoras como María Cristina Restrepo, autora de La vieja casa de la calle Maracaibo, y Perla Suez, quizás una de las prosistas argentinas más importantes de la actualidad.
Horizontes es una colección dedicada a ensayos que reflexionan en torno a la relación problemática y congénita entre la literatura, el arte y la vida cotidiana. Entre los títulos más relevantes están Sueño e inspiración, un conmovedor ensayo del premio nobel irlandés W.B. Yeats, sobre la obra del gran poeta británico William Blake; Apología del ocio, un breve elogio a la contemplación escrito por Robert Louis Stevenson, autor de El extraño caso del doctor Jekyll y Mr Hyde y La isla del tesoro, y En blanco y negro, un riguroso análisis de la obra del artista caleño Óscar Muñoz realizado por Santiago Mutis.
Solo Cuento, como su nombre lo indica, es una colección que les rinde homenaje a grandes cuentistas de la lengua castellana, como Leopoldo Alas Clarín, Abraham Valdelomar y Gustavo Adolfo Bécquer.
No obstante, Alejandro Salgar nos cuenta que hay dos colecciones que desde su nacimiento han llamado especialmente la atención de los clientes de Tornamesa: “Novelas de Amor, porque junta en una cajita tres joyas de la literatura romántica universal, y Mientras Espero, una ingeniosa combinación de textos cortos y páginas en blanco, diseñada para que los lectores se dediquen a escribir mientras esperan en el aeropuerto o en la fila del banco”.
Proyecto cultural
Frailejón no es solamente una editorial dedicada a publicar clásicos de la literatura. Es también, como asegura Pilar Villegas, un proyecto cultural que tiene como objetivo la promoción de la lectura y el fomento de la poesía entre los más jóvenes. En ese sentido, Frailejón ha realizado una serie de conversatorios y recitales de poesía en distintos escenarios de Bogotá, Medellín y Cartagena, como la Feria del Libro o el Hay Festival. Hernández afirma que están terminando los preparativos para realizar una serie de talleres de escritura creativa, corrección de estilo y encuadernación artesanal, para que los jóvenes del país se acerquen de nuevo a los libros y a la poesía.
Frailejón además ha entablado una relación de cooperación y trabajo en equipo con algunas publicaciones independientes de literatura colombiana, como Sombralarga y Otro Páramo. A este respecto, Julián Parra, miembro del comité editorial de Sombralarga, propone que el trabajo conjunto entre la revista y la editorial es una gran oportunidad para pensar el papel de la poesía y de la crítica literaria dentro de la sociedad: “Es interesante descubrir que los dos proyectos compartimos preguntas similares, pero las resolvemos desde ángulos distintos. Sombralarga desde el estudio riguroso de la actualidad literaria y Frailejón desde la publicación y divulgación de nuevos contenidos”.
Otro aspecto determinante en el futuro promisorio de Frailejón es que poetas de la talla de Horacio Benavides (Premio Nacional de Poesía 2013, Ministerio de Cultura), Rómulo Bustos (Premio Blas Otero, Universidad Complutense de Madrid 2009), Nelson Romero (Premio Internacional de Poesía Casa de las Américas 2015), Piedad Bonnett (Premio Nacional de Poesía 1994), Juan Manuel Roca (Premio Casa de las Américas 2009), William Ospina (Premio Nacional de Poesía 1992), entre muchos otros, han creído en esta apuesta editorial —al punto de canjear los derechos de sus libros por algunos ejemplares— y se han vuelto amigos y aliados del proyecto. Además, el trabajo de dibujo y diseño que desde el principio ha realizado el ilustrador antioqueño Daniel Gómez ha sido determinante en la construcción de una identidad editorial inconfundible.
Finalmente, Hernández cree que, a pesar de que, por ejemplo, en Bogotá haya sólo una biblioteca pública por cada 400.000 habitantes, vale la pena hacer un esfuerzo para difundir la literatura colombiana: “Queremos ser una editorial distinta. El libro no sólo tiene que ser para leer; puede ser un objeto lindo, para querer, para sentir. En Frailejón seguiremos haciendo libros con dedicación y con cariño, sin afanes, porque creemos que la buena poesía sobrevivirá para siempre”.