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¿Cómo ha sido su experiencia produciendo “Beyond Van Gogh”?
La experiencia fue al principio de aprender, porque no venía del mundo de las exhibiciones, sino del mundo de los conciertos. Y es algo muy parecido en muchas cosas, técnicamente hablando, pero esto es algo específico: llevar un museo itinerante y tener que construirlo de cero en un lugar donde no hay nada. Tengo que armar paredes, montar pantallas y 44 proyectores. Entonces fue un aprendizaje y un enamoramiento de la muestra.
¿Cómo fue ese enamoramiento?
Esto nació en Canadá, con un grupo de creativos que empezaron a armar el concepto y la muestra. Y realmente no sabía a qué me enfrentaba. Me enamoré del proyecto por el artista, por las imágenes y, principalmente, por la reacción de la gente. Cuando el primer grupo entró y escuché el suspiro dije: “Okay, esto está bueno”, porque en definitiva los que trabajamos en la parte de producción, nuestro trabajo es para eso, para que la gente se emocione. Estamos ante la obra de Van Gogh, algo indescriptible, pero aparte de eso le dimos un agregado: que el arte les llegue a más personas. No todo el planeta tiene la posibilidad de ir al MET, a París o Países Bajos para ver un retrato de Van Gogh. Esta experiencia le llega a todo el mundo, a gente que no sabe de arte o que nunca se tomó el tiempo. Y me gusta contribuir a que el arte llegue así, a que muchos puedan apreciarlo, aunque después no te guste o lo que sea, pero llegas fácil y encima lo ves de una manera diferente. En vez de ver un cuadro que mide 30 centímetros por 20, lo vas a ver en seis metros por cuatro, algo único.
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Hablemos de ese proceso de tomar un cuadro, una pintura y llegar a esa dimensión...
Lo que se hizo fue tener imágenes en altísima resolución y luego animarlas. De ese proceso vos ves 30 segundos de una animación acá, bueno, en la computadora llevó tres meses para armar. Por la calidad, por el tamaño, porque vos estás adentro de una habitación que mide 35 metros por 18 metros más o menos, y para lograr ese tamaño de imagen, la resolución tiene que ser altísima, para que vos digas: “Es lo mismo que como si lo tuviese en la mano”. Ese proceso de animación y musicalización fue largo, duró casi un año armarlo.
¿Cómo se complementan esas dos partes de la muestra?
Todo está integrado, no puedes ver esta muestra sin la música, pierde todo el sentido, al igual que si te pongo la música sola. Cada partecita de música tiene que ver con lo que estás viendo y sintiendo. Esto es muy sensorial, no es solamente lo que ves o lo que escuchas, sino es un conjunto de cosas que te llevan a diferentes emociones.
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¿Qué espera de la edición en Bogotá?
Creo que Bogotá se merece que toda la gente venga. Bogotá es una ciudad increíble, tiene arte, tiene cultura. Soy argentino, siempre competimos con la Feria del Libro para ver cuál es la más grande, si la de Buenos Aires o la de Bogotá, y eso está buenísimo, que sea cada vez más grande, que la gente consuma más cultura, porque educarnos y tener cultura nos da libertad. Gente de Bogotá, venga a ver esto, porque se va a ir llena en el alma.
¿Qué retos particulares tuvo la ciudad para el montaje de la exhibición?
Primero, conseguir el lugar, mínimo necesitamos 60 metros por 40 metros para montarlo, y la altura también es fundamental. Tuvimos la suerte que acá en Corferias tenían el espacio y la disponibilidad de tiempo para dos meses. Y siempre hay desafíos técnicos, pero el equipo colombiano está compuesto por excelentes técnicos, de muy alto nivel. Vino un equipo de Canadá, montamos la exhibición y entrenamos a la gente local, y ella la corren.