Olivia Colman, ganadora del Óscar por su interpretación en la película "La favorita".
Foto: Archivo particular
La empatía que logra Colman. Esa palabra que ya tantos odian o en la que simplemente algunos ya no creen, se cruza cuando hay que hablar sobre el trabajo de esta actriz: no es difícil sentir lo que siente. Si ella llora, las lágrimas del espectador se asoman. Si se enfurece, es fácil entender sus razones. Si se incomoda, suenan las sillas del teatro, la cama o el lugar que esté soportando a su público. Tal vez haya que aterrizar este logro, sobre todo, en esta película, una obra sugerente.
Por Laura Camila Arévalo Domínguez
Periodista en el Magazín Cultural de El Espectador desde 2018 y editora de la sección desde 2023. Autora de "El refugio de los tocados", el pódcast de literatura de este periódico.@lauracamilaadlarevalo@elespectador.com