Tilda Swinton:“‘Memoria’ es un portal hacia otra forma de entender la conexión”
La actriz escocesa está en Colombia: “Memoria” se estrenará hoy, 30 de septiembre, en salas de cine. En esta entrevista para El Espectador, habla de Jessica, su personaje; su relación con el director, la memoria, los recuerdos y la magia.
Laura Camila Arévalo Domínguez
Jessica, el personaje que usted interpreta en esta película, se ve desconectada, aislada y muy perturbada, pero, al mismo tiempo, alineada con algo que los demás no pueden ver, algo casi sobrenatural… Hablemos de la intención de que este personaje se viera así.
No es realmente un personaje, es importante dejar eso claro. Ella no es un personaje, es una circunstancia. Yo no creo que lo que le sucede a ella sea algo muy exótico. Pienso que si reaccionamos de cierta manera a la película es porque tenemos recuerdos en nuestras vidas, aunque sean muy cortos o de hace mucho tiempo, de cuando éramos niños o cuando estuvimos enfermos o cuando fuimos infelices. Estos momentos de confusión o de desconcierto, que es una gran palabra de la lengua inglesa. Todos hemos tenido estos momentos que nos han ofrecido un entendimiento: nos dan la capacidad de conectarnos profundamente cuando nos desconectamos de la sociedad, ya sea porque estamos experimentando dolor, confusión o enfermedad; eso nos permite conectarnos apropiadamente con todo lo demás. Hicimos un gran esfuerzo para mantener los detalles biográficos fuera de su historia: no queríamos distraer a la audiencia con su personalidad ni con los detalles de cómo vivía o sus relaciones interpersonales. Queríamos que fuera como un papel tornasol para que la audiencia se pudiera ver en ella fácilmente.
Ella casi que recuerda con el cuerpo. Sus gestos son los de una mujer ausente a pesar de su presencia… ¿Cómo se preparó? ¿Cuál fue su principal objetivo a la hora de convertirse en Jessica?
El objetivo principal era establecer el ritmo de la película. Lo describí hoy y cuanto más lo describo de esa forma, se hace más real. Fue más como crear una rutina de baile: el ritmo de la cámara, el ritmo de las tomas, el hecho de que Joe (Apichatpong Weerasethakul) grabe en planos amplios y largos… Muchas veces una grabación podía durar quince minutos y eso significaba que yo tenía que marcar el ritmo de la toma y tenía que ser con el pulso de la película. Y ese fue el objetivo principal: marcar el pulso y llevar a la audiencia lentamente a ese pulso para que pudiera mantenerse hasta el final. En términos de cómo me preparé: fui a un lugar muy familiar para mí, que es una parte muy lenta y desocializada de mí. Un lugar donde me siento muy cómoda. Una parte no social, que no se comunica, no fluye, muy solitaria y tímida, silenciosa y perceptiva. Le invitamos a leer: Cuando los paramilitares se aliaron con el diablo
¿Durante cuánto tiempo se fue a ese lugar que describe?
Durante el tiempo que duró la grabación. No significa que cuando no estábamos grabando no estaba teniendo fiestas con mis amigos y riéndome, pero sí establecí ese ritmo y lo ejecuté todos los días durante cierto horario. Sentí que ese era mi objetivo y eso, realmente, no es actuar, y tampoco es interpretar un personaje. Fue (por eso hablo en términos musicales) sobre encontrar esa raíz y ese pulso y mantenerlo durante la grabación de la película.
Sobre la memoria de las cosas: hay una escena en la que las alarmas de los carros antes de sonar se veían inertes, pero después se manifestaron. O hablemos de las vibraciones de las rocas que podrían contar historias si alguien con la suficiente sensibilidad las toca… ¿Qué cree usted de la vida que dejamos impresa en las cosas que hacemos nuestras?
Yo diría que interactuamos con todo. Estamos en una constante interacción y la idea de que estamos divididos de nuestro entorno es una fantasía, no es real. Lo que sí es real es que estamos conectados todo el tiempo. Yo, particularmente, amo el momento de las alarmas de los carros porque se da muy pronto en la película, es mágico. La película es casi sobre magia. Creo que la película es un portal hacia otra forma de entender la conexión. Y si tú sigues eso, entonces todo está conectado.
Además: La película colombiana “Memoria”, en la selección oficial del Festival de Cannes 2021
Y no sería la primera vez que usted trabaja con portales…
Es cierto, muy cierto.
César López, el encargado de hacer la música para esta película, me contó algunas anécdotas sobre trabajar con Apichatpong: me dijo que, por ejemplo, notó que lo que más le interesaba era captar la emoción a través de la música. Es decir, la historia parecía ser secundaria a la hora de hablar de la sensación que quería despertar en el espectador… ¿Está de acuerdo? ¿Qué considera lo más valioso de este director?
A la primera pregunta, sí estoy de acuerdo. La segunda, creo que él es un verdadero maestro: su cine es único y lo es de manera constante. Es un mundo completamente nuevo. Una de las cosas más gloriosas de Memoria es que es su primera película hecha por fuera de Tailandia, y es una obra maestra. Eso es muy emocionante y me hace querer verlo filmar en todos lados.
Si le dijese que para ver esta película hay que estar dispuestos a, por unas horas, abandonar la pretensión de entretención para entregarse a la apertura de la sensación ¿estaría de acuerdo?
Mira, la tensión de las superficies es tan precisa en las películas de Joe, que tú casi crees que él ha orquestado todo: las aves, el viento. Él logra que uno crea que lo ha controlado todo. Hace que pienses que realmente está controlando el viento que viene de allí o planeó la aparición de ese perro que acabó de pasar. Su mayor fortaleza, diría yo, es este sentido de fe que cultiva en la audiencia. Esto es una cosa única, rara: él construye la confianza con el público porque, pese a que no es fácil desconectarse de la premura del pensamiento del día a día, tú tienes que sentarte durante dos horas y ser lento con él.
No siempre es fácil, a veces tú tienes que trabajar duro para desconectarte, pero una vez estás ahí, y yo creo que él hace que tú llegues bastante rápido ahí, quedas en un estado de confianza, de inmersión. Es su habilidad para hacer que la audiencia confíe en él.
¿Cuál cree que fue el principal objetivo del rol que Apichatpong le encomendó a usted en esta película?
Hay muchas cosas para escoger. Desde el principio hablamos de algo que está en la película: la presencia pura del ser. Sí, claro, también la emoción, pero antes de las emociones (que son verdaderas emociones, nada falso) tienes que estar en un estado de “ser”. Lo que es, claro, muy cercano a la meditación. Pero es delicado y muy robusto. Ese era su objetivo, él quería mostrar a una persona en completa y abierta receptividad.
Para hablar del comienzo de su carrera no podemos ignorar el nombre de Derek Jarman. Hubo algo que me llamó la atención: el valor que usted le da a ese trabajo desarticulado y sin manuales que tuvo con él, pero, sobre todo, a la conversación. Lo que entiendo es que las conversaciones que tuvo con Jarman fueron muy importantes para que el trabajo se originara. Y después la escuché hablar de lo mucho que conversó con Apichatpong. Entonces, por qué estas conversaciones eran o son tan importantes. ¿Qué es lo que sale de ahí?
Tiene que ver con la atención al proceso. Es el proceso primero que el producto. Y esto es algo que aprendí muy temprano en mi vida con Derek [Jarman]. Trabajé con él durante nueve años e hicimos ocho películas, pero las películas por sí mismas no eran tan importantes como las conversaciones. Esta imagen es muy simplista, pero imagínate como si el tronco del árbol fuera la conversación y eso llevaba a las ramas y a las hojas. Las películas son las hojas, pueden nacer nuevas hojas o caerse, pero el tronco siempre estará ahí. La conversación seguía, lo que en muchas formas tiene que ver con las circunstancias en las que vivíamos, en una forma colectiva y así fue como trabajamos. Y la comunicación entre nosotros era bastante interesante y amábamos hacer las películas, pero es como cuando tienes un grupo de amigos y un día es la fiesta por el cumpleaños de uno, y luego a los días es otra fiesta por otro cumpleaños y luego la fiesta por Navidad. Entonces las fiestas eran como las películas, pero la relación es lo más importante.
Y esa relación se fortalece con las obras, pero lo que la sostiene en el tiempo serían, entonces, los procesos...
Exacto: si a alguien no le gusta la película no importa, solo es una hoja o una fiesta más, pero la relación continúa. Y es que las relaciones y las conversaciones cambian. Y yo aprendí que esa era la forma en la que yo amaba trabajar. Fue una bendición no solo encontrarlo a él, sino a otras personas que aman trabajar de esta forma.
Esta es la primera película que Joe (Apichatpong) y yo hacemos juntos y habíamos hablado sobre ella durante 17 años. Y ya estamos hablando sobre la siguiente. No sé qué vamos a hacer o si tomará otros 17 años para hacerla, no lo sé; pero mientras tanto vamos a tener un excelente momento teniendo conversaciones. Es un gran lujo. Yo no soy impaciente, me gusta la extensión, el espacio. Cada año nuevo nosotros hablamos y decimos “Bueno, ¿será que este año haremos la película? Mmm no, esperemos al próximo, tal vez el próximo”. Algunos se desesperarían o se volverían locos, pero yo digo que necesitamos más tiempo para marinarla. Tú nunca te arrepientes de esos largos años.
Jessica, el personaje que usted interpreta en esta película, se ve desconectada, aislada y muy perturbada, pero, al mismo tiempo, alineada con algo que los demás no pueden ver, algo casi sobrenatural… Hablemos de la intención de que este personaje se viera así.
No es realmente un personaje, es importante dejar eso claro. Ella no es un personaje, es una circunstancia. Yo no creo que lo que le sucede a ella sea algo muy exótico. Pienso que si reaccionamos de cierta manera a la película es porque tenemos recuerdos en nuestras vidas, aunque sean muy cortos o de hace mucho tiempo, de cuando éramos niños o cuando estuvimos enfermos o cuando fuimos infelices. Estos momentos de confusión o de desconcierto, que es una gran palabra de la lengua inglesa. Todos hemos tenido estos momentos que nos han ofrecido un entendimiento: nos dan la capacidad de conectarnos profundamente cuando nos desconectamos de la sociedad, ya sea porque estamos experimentando dolor, confusión o enfermedad; eso nos permite conectarnos apropiadamente con todo lo demás. Hicimos un gran esfuerzo para mantener los detalles biográficos fuera de su historia: no queríamos distraer a la audiencia con su personalidad ni con los detalles de cómo vivía o sus relaciones interpersonales. Queríamos que fuera como un papel tornasol para que la audiencia se pudiera ver en ella fácilmente.
Ella casi que recuerda con el cuerpo. Sus gestos son los de una mujer ausente a pesar de su presencia… ¿Cómo se preparó? ¿Cuál fue su principal objetivo a la hora de convertirse en Jessica?
El objetivo principal era establecer el ritmo de la película. Lo describí hoy y cuanto más lo describo de esa forma, se hace más real. Fue más como crear una rutina de baile: el ritmo de la cámara, el ritmo de las tomas, el hecho de que Joe (Apichatpong Weerasethakul) grabe en planos amplios y largos… Muchas veces una grabación podía durar quince minutos y eso significaba que yo tenía que marcar el ritmo de la toma y tenía que ser con el pulso de la película. Y ese fue el objetivo principal: marcar el pulso y llevar a la audiencia lentamente a ese pulso para que pudiera mantenerse hasta el final. En términos de cómo me preparé: fui a un lugar muy familiar para mí, que es una parte muy lenta y desocializada de mí. Un lugar donde me siento muy cómoda. Una parte no social, que no se comunica, no fluye, muy solitaria y tímida, silenciosa y perceptiva. Le invitamos a leer: Cuando los paramilitares se aliaron con el diablo
¿Durante cuánto tiempo se fue a ese lugar que describe?
Durante el tiempo que duró la grabación. No significa que cuando no estábamos grabando no estaba teniendo fiestas con mis amigos y riéndome, pero sí establecí ese ritmo y lo ejecuté todos los días durante cierto horario. Sentí que ese era mi objetivo y eso, realmente, no es actuar, y tampoco es interpretar un personaje. Fue (por eso hablo en términos musicales) sobre encontrar esa raíz y ese pulso y mantenerlo durante la grabación de la película.
Sobre la memoria de las cosas: hay una escena en la que las alarmas de los carros antes de sonar se veían inertes, pero después se manifestaron. O hablemos de las vibraciones de las rocas que podrían contar historias si alguien con la suficiente sensibilidad las toca… ¿Qué cree usted de la vida que dejamos impresa en las cosas que hacemos nuestras?
Yo diría que interactuamos con todo. Estamos en una constante interacción y la idea de que estamos divididos de nuestro entorno es una fantasía, no es real. Lo que sí es real es que estamos conectados todo el tiempo. Yo, particularmente, amo el momento de las alarmas de los carros porque se da muy pronto en la película, es mágico. La película es casi sobre magia. Creo que la película es un portal hacia otra forma de entender la conexión. Y si tú sigues eso, entonces todo está conectado.
Además: La película colombiana “Memoria”, en la selección oficial del Festival de Cannes 2021
Y no sería la primera vez que usted trabaja con portales…
Es cierto, muy cierto.
César López, el encargado de hacer la música para esta película, me contó algunas anécdotas sobre trabajar con Apichatpong: me dijo que, por ejemplo, notó que lo que más le interesaba era captar la emoción a través de la música. Es decir, la historia parecía ser secundaria a la hora de hablar de la sensación que quería despertar en el espectador… ¿Está de acuerdo? ¿Qué considera lo más valioso de este director?
A la primera pregunta, sí estoy de acuerdo. La segunda, creo que él es un verdadero maestro: su cine es único y lo es de manera constante. Es un mundo completamente nuevo. Una de las cosas más gloriosas de Memoria es que es su primera película hecha por fuera de Tailandia, y es una obra maestra. Eso es muy emocionante y me hace querer verlo filmar en todos lados.
Si le dijese que para ver esta película hay que estar dispuestos a, por unas horas, abandonar la pretensión de entretención para entregarse a la apertura de la sensación ¿estaría de acuerdo?
Mira, la tensión de las superficies es tan precisa en las películas de Joe, que tú casi crees que él ha orquestado todo: las aves, el viento. Él logra que uno crea que lo ha controlado todo. Hace que pienses que realmente está controlando el viento que viene de allí o planeó la aparición de ese perro que acabó de pasar. Su mayor fortaleza, diría yo, es este sentido de fe que cultiva en la audiencia. Esto es una cosa única, rara: él construye la confianza con el público porque, pese a que no es fácil desconectarse de la premura del pensamiento del día a día, tú tienes que sentarte durante dos horas y ser lento con él.
No siempre es fácil, a veces tú tienes que trabajar duro para desconectarte, pero una vez estás ahí, y yo creo que él hace que tú llegues bastante rápido ahí, quedas en un estado de confianza, de inmersión. Es su habilidad para hacer que la audiencia confíe en él.
¿Cuál cree que fue el principal objetivo del rol que Apichatpong le encomendó a usted en esta película?
Hay muchas cosas para escoger. Desde el principio hablamos de algo que está en la película: la presencia pura del ser. Sí, claro, también la emoción, pero antes de las emociones (que son verdaderas emociones, nada falso) tienes que estar en un estado de “ser”. Lo que es, claro, muy cercano a la meditación. Pero es delicado y muy robusto. Ese era su objetivo, él quería mostrar a una persona en completa y abierta receptividad.
Para hablar del comienzo de su carrera no podemos ignorar el nombre de Derek Jarman. Hubo algo que me llamó la atención: el valor que usted le da a ese trabajo desarticulado y sin manuales que tuvo con él, pero, sobre todo, a la conversación. Lo que entiendo es que las conversaciones que tuvo con Jarman fueron muy importantes para que el trabajo se originara. Y después la escuché hablar de lo mucho que conversó con Apichatpong. Entonces, por qué estas conversaciones eran o son tan importantes. ¿Qué es lo que sale de ahí?
Tiene que ver con la atención al proceso. Es el proceso primero que el producto. Y esto es algo que aprendí muy temprano en mi vida con Derek [Jarman]. Trabajé con él durante nueve años e hicimos ocho películas, pero las películas por sí mismas no eran tan importantes como las conversaciones. Esta imagen es muy simplista, pero imagínate como si el tronco del árbol fuera la conversación y eso llevaba a las ramas y a las hojas. Las películas son las hojas, pueden nacer nuevas hojas o caerse, pero el tronco siempre estará ahí. La conversación seguía, lo que en muchas formas tiene que ver con las circunstancias en las que vivíamos, en una forma colectiva y así fue como trabajamos. Y la comunicación entre nosotros era bastante interesante y amábamos hacer las películas, pero es como cuando tienes un grupo de amigos y un día es la fiesta por el cumpleaños de uno, y luego a los días es otra fiesta por otro cumpleaños y luego la fiesta por Navidad. Entonces las fiestas eran como las películas, pero la relación es lo más importante.
Y esa relación se fortalece con las obras, pero lo que la sostiene en el tiempo serían, entonces, los procesos...
Exacto: si a alguien no le gusta la película no importa, solo es una hoja o una fiesta más, pero la relación continúa. Y es que las relaciones y las conversaciones cambian. Y yo aprendí que esa era la forma en la que yo amaba trabajar. Fue una bendición no solo encontrarlo a él, sino a otras personas que aman trabajar de esta forma.
Esta es la primera película que Joe (Apichatpong) y yo hacemos juntos y habíamos hablado sobre ella durante 17 años. Y ya estamos hablando sobre la siguiente. No sé qué vamos a hacer o si tomará otros 17 años para hacerla, no lo sé; pero mientras tanto vamos a tener un excelente momento teniendo conversaciones. Es un gran lujo. Yo no soy impaciente, me gusta la extensión, el espacio. Cada año nuevo nosotros hablamos y decimos “Bueno, ¿será que este año haremos la película? Mmm no, esperemos al próximo, tal vez el próximo”. Algunos se desesperarían o se volverían locos, pero yo digo que necesitamos más tiempo para marinarla. Tú nunca te arrepientes de esos largos años.