Todos queremos matar a nuestros padres
En tiempos de crianzas negadas y traiciones inimaginables, es bueno recordar que la humanidad siempre ha buscado la muerte simbólica del padre como signo de superación personal. El padre, ya sea cruel o amoroso, es un enemigo que debe enfrentarse.
Juliana Vargas - @jvargasleal
Gregorio Samsa se despertó una mañana convertido en un insecto porque Franz Kafka lo era. Su padre no lo consideraba suficiente y así fue como creó en su hijo una disonancia entre lo que era y lo que creía ser. En el fondo, el padre de Kafka deseaba que de él hubiera salido un espejo digno de ser admirado, quiso convertirse en Dios y crear una criatura a su imagen y semejanza. Al ver que no pudo, el único remedio que le quedó fue desbordar sus deseos por los cauces de un río hasta convertirlo en odio.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
Gregorio Samsa se despertó una mañana convertido en un insecto porque Franz Kafka lo era. Su padre no lo consideraba suficiente y así fue como creó en su hijo una disonancia entre lo que era y lo que creía ser. En el fondo, el padre de Kafka deseaba que de él hubiera salido un espejo digno de ser admirado, quiso convertirse en Dios y crear una criatura a su imagen y semejanza. Al ver que no pudo, el único remedio que le quedó fue desbordar sus deseos por los cauces de un río hasta convertirlo en odio.
Esa es la maldición de los padres. Creer, por un momento magnífico, que tienen poderes divinos, para luego darse cuenta de que tan sólo son seres humanos y, por ende, insignificantes, e insignificantes en su crianza. Por esa razón, toda paternidad entraña una grieta. Ninguna relación de transferencia de vida ha conseguido escapar de la fractura. Hay padres amorosos cuyo exceso de amor los torna en soñadores sin remedio, como José Arcadio Buendía; los hay perdidos y sin esperanza luego de saberse demonios, como Víctor Frankenstein; también existen padres como el vaivén del viento, que apoyan las decisiones de sus hijos mientras, al mismo tiempo, son extrañamente evasivos, como Mr. Bennet; y los hay crueles y vengativos, como aquellos padres de un testamento tan antiguo como el universo mismo.
Le recomendamos: Sixto Rodríguez, cuando la música traspasa fronteras
En últimas, la relación entre los padres y sus hijos es una lucha por ver qué llega primero, si la victoria de haber vuelto a nacer en cuerpo ajeno, o la traición de un hijo que, al saberse independiente y liberado, clava un puñal en la espalda de quien lo trajo a la vida. En el interregno, se teje una oscura dinámica llena de dolor que va y viene, de una herencia agusanada de amor familiar que pasa de mano en mano, como si de un regalo envenenado se tratara, hasta llegar a un clímax en el que, agotado, el padre prefiere negar su incompetencia y sus anhelos de verse reflejado en alguien mejor. Prefiere negar a su hijo y, por ende, a sí mismo, con todas las luces y sombras que ello implica. Pum, mi hijo no soy yo, ergo, yo tampoco soy.
Y el ciclo inicia de nuevo, con hijos perdidos y padres soñadores, evasivos, desesperanzados, evasivos o crueles, que es lo mismo que cobardes. Tal vez por eso es que en la literatura se ha explorado hasta la saciedad la muerte simbólica del padre. De hecho, se ha convertido en una fase del Camino del Héroe que se ha repetido hasta tornarse en un arquetipo narrativo:
Podría interesarle: “Oficios como la caligrafía le apuntan a la nostalgia y a la memoria”
“Un héroe se aventura desde el mundo cotidiano a una región de maravillas sobrenaturales, allí se encuentran fuerzas fabulosas y obtiene una victoria decisiva. El héroe regresa de esta misteriosa aventura con el poder de otorgar bendiciones a sus semejantes”
-Joseph Campbell
El enfrentamiento con el padre se presenta en la etapa de la Iniciación, cuando el héroe pasa por una serie de pruebas y se encuentra con aliados que le ayudarán a continuar su jornada. La expiación con el padre consiste en el enfrentamiento que tiene el héroe con el motivo de su viaje, sus miedos y dudas. Es un punto de inflexión en la historia: cada paso anterior ha traído al héroe allí, y cada nuevo paso surgirá de ese momento. Es la muerte y resurrección de Harry Potter; es el Ulises paciente que, disfrazado de mendigo, espera si Penélope le ha sido fiel; es el Tyrion que mata a su padre, aunque eso signifique esclavizarse al mantra “a dónde quiera que vayan las putas”; es Luke Skywalker enfrentándose a su origen. Superar al padre es, en síntesis, un sueño colectivo que ha sobrevivido a lo largo de generaciones de escritores, cuentistas, lectores y espectadores.
Le sugerimos: Héctor Vargas, el único latinoamericano participante del Sicily Piano Festival
En el fondo, todos aspiramos a romper las cadenas de nuestros padres, para al fin sentirnos héroes, así en el fondo sólo seamos villanos.