Tras las huellas de una guerra
El libro “La Batalla de Subachoque. Ciento sesenta años de olvido”, escrito por Orlando Rodríguez, detalla el enfrentamiento clave que hubo en 1861 durante la campaña de Tomás Cipriano de Mosquera contra el gobierno conservador. Basándose en investigaciones arqueológicas de Harry Marriner y Jorge Ruge, esta obra revela nuevos datos y piezas históricas que arrojan luz sobre esta crucial batalla en la historia colombiana.
Diana Camila Eslava
Tras una ardua travesía por la cordillera Oriental, el general Tomás Cipriano de Mosquera levantó su campamento en el alto del Yaque, a 3.500 metros sobre el nivel del mar. Desde allí, el militar podía observar la sabana de Bogotá, su ansiado objetivo. Tres días más tarde, descendió al valle de Santa Bárbara, conocido como Campo Amalia, dispuesto a enfrentar al ejército enviado por el presidente electo de la Confederación Granadina, Mariano Ospina Rodríguez. El enfrentamiento sería conocido como “La batalla de Subachoque”, un preludio crucial en la campaña que llevaría a Mosquera a la victoria en la Plaza de Bolívar el 18 de julio de 1861, abriendo las puertas al futuro federalista del país.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
Tras una ardua travesía por la cordillera Oriental, el general Tomás Cipriano de Mosquera levantó su campamento en el alto del Yaque, a 3.500 metros sobre el nivel del mar. Desde allí, el militar podía observar la sabana de Bogotá, su ansiado objetivo. Tres días más tarde, descendió al valle de Santa Bárbara, conocido como Campo Amalia, dispuesto a enfrentar al ejército enviado por el presidente electo de la Confederación Granadina, Mariano Ospina Rodríguez. El enfrentamiento sería conocido como “La batalla de Subachoque”, un preludio crucial en la campaña que llevaría a Mosquera a la victoria en la Plaza de Bolívar el 18 de julio de 1861, abriendo las puertas al futuro federalista del país.
Este episodio histórico ocurrió en el contexto de las tensiones políticas y militares que caracterizaban a Colombia en el siglo XIX, marcadas por conflictos internos y luchas de poder entre facciones políticas rivales. Gracias al trabajo de investigación llevado a cabo por el historiador Orlando Rodríguez y los arqueólogos Harry Marriner y Jorge Ruge, hoy se pueden encontrar nuevos detalles de este suceso. Esta obra explora no solo los hechos, sino también el contexto político, social y militar que desencadenó este enfrentamiento y sus consecuencias para el país.
El oponente al que se enfrentó Tomás Cipriano de Mosquera era el ejército comandado por el general Joaquín París Ricaurte, quien había sido enviado por el gobierno central conservador para detener el avance de Mosquera hacia Bogotá. El 20 de abril, París partió de Facatativá con su tropa. Al día siguiente, arribaron al valle de Subachoque, donde París instaló su campamento en las haciendas El Hato y Cantimplora. A una legua de distancia, Mosquera fortificaba sus posiciones, cavando trincheras y preparando sus tropas para el inevitable enfrentamiento.
París decidió no atacar frontalmente como Mosquera esperaba. En su lugar, tomó una ruta más difícil pero estratégica: guiado por un lugareño flanqueó el valle de Santa Bárbara por el este. En la noche antes de la batalla y con las tiendas vacías como señuelo, sus tropas se movieron en silencio, posicionándose en una altura superior.
El 25 de abril de 1861 las tropas de París lanzaron su ataque. Mosquera ordenó a sus hombres defender sus posiciones. Los cañones tronaban y el aire se llenó de gritos de mando, del estruendo de los disparos y el clamor de los heridos.
A lo largo del día, ambos bandos intercambiaron golpes. Mosquera lideró personalmente varios contraataques. Sin embargo, el desgaste de los combates empezó a pasar factura. El terreno fangoso, las lluvias de abril y la fatiga debilitaron a los hombres de ambos ejércitos.
Cuando el sol comenzó a descender, Mosquera y Joaquín París acordaron una tregua temporal. A las seis de la tarde, ambos generales se reunieron y decidieron suspender las hostilidades por el día. Mosquera utilizó la tregua para reorganizar sus fuerzas y prepararse para futuros enfrentamientos. “En la mañana del 26 de abril con el campo teñido de sangre y sin un claro vencedor, ni Mosquera ni Paris se animaron a reanudar la batalla. Cada uno deseaba, por su lado, dar por terminado el absurdo enfrentamiento. De acuerdo con el parte oficial del coronel en jefe de las tropas de Mosquera, Antonio Salazar, el ejército de la Confederación sufrió 1663 bajas, mientras que el bando insurgente sacrificó 125 vidas y un saldo de 99 prisioneros, 244 heridos y 150 desertores dispersos”, relató en el libro Orlando Rodríguez.
El 2 de mayo, las tropas legitimistas cumplieron con los términos acordados y se retiraron a sus campamentos. El liderazgo cambió de manos cuando París, por motivos de salud, fue reemplazado por el segundo en jefe, el general Ramón Espina. Mosquera, reforzado por la llegada de más hombres, comenzó a trazar nuevos planes para avanzar hacia la capital.
Entre 1832 y 1863, Colombia, que había emergido de la disolución de la Gran Colombia, atravesó un turbulento tiempo de experimentación política y conflicto armado. Este periodo abarcó la República de la Nueva Granada (1832-1858) y la Confederación Granadina (1858-1863).
Durante estos 31 años, Colombia adoptó cinco constituciones, experimentó cinco modelos de gobierno, vivió cuatro guerras civiles y soportó un golpe de Estado. Los líderes de este periodo, como Tomás Cipriano de Mosquera, José María Obando, Mariano Ospina Rodríguez y Pedro Alcántara Herrán, desempeñaron múltiples roles políticos, tratando de estabilizar el país. Estos conflictos nacieron del enfrentamiento entre centralistas y federalistas, además de la rivalidad entre liberales y conservadores.
El primer conflicto significativo fue la Guerra de los Supremos (1839-1841), seguida por otras guerras civiles que involucraron a terratenientes, esclavistas y militares, culminando en la Guerra de las Soberanías (1860-1862). La batalla de Subachoque, que fue liderada por Mosquera, allanó el camino para la creación de los Estados Unidos de Colombia en 1863, un experimento de federalismo que duró hasta 1886, cuando se retornó al centralismo.
Sobre el proceso de investigación que recopiló una amplia gama de fuentes históricas, desde documentos oficiales hasta declaraciones de testigos presenciales, Orlando Rodríguez detalló: “Con el propósito de obtener la mejor aproximación posible a los eventos que ocurrieron el 25 de abril en 1861 en el valle de Santa Bárbara, se contrastaron los hallazgos arqueológicos colectados por Marriner y Ruge en el sitio de batalla con los relatos provenientes de testigos directos de los hechos. El material arqueológico se clasificó por tipo de hallazgo. Una vez ubicadas las piezas en el mapa, se procedió a agruparlas con piezas geográficamente adyacentes, bajo la premisa de que estas nubes podrían corresponder a sitios y eventos particulares de la confrontación”.
Los arqueólogos Harry Marriner y Jorge Ruge llevaron a cabo su investigación con herramientas de prospección y técnicas de excavación. Desde balas de cañón hasta botones de uniformes, cada pieza encontrada contó una historia sobre la batalla que había tenido lugar más de un siglo antes. El cruce de datos permitió una reconstrucción detallada de los eventos, desde la disposición de las tropas hasta las estrategias de combate utilizadas. Los mapas dibujados y los diagramas detallados trajeron a la vida la batalla de una manera en la que no se había relatado. Esto incluyó la identificación de trincheras, fortificaciones y artefactos militares que arrojaron luz sobre la disposición de las fuerzas y el desarrollo de la batalla.
“La importancia histórica de este conflicto se debe considerar no solo por el cambio de curso político que generó, sino porque a partir del mismo, por primera vez en nuestra historia se pusieron en práctica los principios fundamentales del Derecho Internacional Humanitario. Lo anterior se logró mediante el acuerdo de pausas durante la batalla para la atención de heridos y muertos, y la disposición de hospitales de guerra al servicio de ambos bandos”, reflexionó Rodríguez.
La batalla de Subachoque y los estudios realizados sobre ella subrayaron la raíz de la violencia en Colombia. Las disputas cíclicas, las tensiones de poder, los conflictos entre diferentes bandos y la polarización política mostraron que algunos líderes de la independencia de Colombia continuaron perpetuando las guerras civiles y las divisiones en el país. Este patrón violento nos hace reflexionar sobre los significados de la paz para abrir paso a una nueva visión de la colombianidad y de ser colombianos.