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Los NFT, Non Fungible Token o Tokens no fungibles, en español, son formatos digitales que permiten asociar a todo objeto virtual, ya sea una imagen, foto, animación, video o canción, un certificado de autenticidad grabado en la blockchain, la tecnología que sirve como base a las criptomonedas como el bitcóin.
Tras haber generado 44.200 millones de dólares en 2021, los NFT registraron una caída del 75% del volumen de gasto entre febrero y mediados de abril, según la firma Chainalysis.
El desplome del valor del NFT del primer tuit de Jack Dorsey, cofundador de Twitter, es uno de los símbolos de este minicrac.
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El NFT del primer tuit de la historia, comprado por casi 3 millones de dólares en marzo de 2021 fue puesto a subasta en abril. Su propietario espera venderlo por 48 millones de dólares, pero por el momento, la oferta más alta es de poco más de 20.000 dólares.
Al contrario, la venta de terrenos virtuales en “The Otherside”, una plataforma de metaverso (universo digital) del “Bored Ape Yacht Club”, el club más célebre de dueños de NTF, alcanzó varios cientos de millones de dólares en 24 horas a inicios de mayo.
Para el público en general, es difícil entender este mercado tan volátil en manos de unos pocos pesos pesados, llamados “whales” (ballenas), que impulsan los NTF utilizando su influencia, explica Molly White, fundadora de un sitio especializado que enumera las estafas en el mundo de las criptodivisas.
Más allá del efecto de moda, ¿qué base debe utilizarse para definir un precio “justo” que todo el mundo pueda entender?
Estafas
Más que la “utilidad”, es el “estatus” que confiere la posesión de un NFT lo que parece establecer su valor, dice Molly White. Los NFT disponibles en pocas versiones, como los “Bored Apes”, dan acceso a grupos muy cerrados, y son, por tanto, los más caros.
El criptoartista “Louis16art” propone basarse en la reputación del autor, la identidad de los anteriores dueños del NFT, la calidad de la obra y la técnica utilizada.
Otros especialistas abogan por la creación de una base de datos para los compradores principiantes, similar a la utilizada para el arte tradicional, y mantenida por especialistas en arte digital.
El problema es que la mayoría de estos activos se venden en “Opensea”, un mercado desregulado. “Y cuanto aparece una nueva tecnología, inmediatamente aparecen estafadores al acecho”, explica Eric Barbry, abogado especializado de la firma Racine.
La plataforma reveló en enero que el 80% de las imágenes transformadas gratuitamente en NFT en su red eran falsas o robadas.
“Lejano Oeste”
Para Molly White, el mercado no podrá atraer al público en general si no se refuerza la “regulación” y la “protección del consumidor”.
“Es como el Viejo Oeste”, resume Sophie Lanoë, para quien el estallido de la burbuja es una oportunidad para empezar de nuevo “sobre una base sólida”.
Más allá de los persistentes fallos de seguridad y las “lagunas” legales, que pueden disuadir a la gente de comprar NFT, ¿cómo se puede simplificar su compra, que sigue siendo compleja de entender para un público no tecnófilo?
“Nadie entiende nada, pero todo el mundo los quiere”, dice Olivier Lerner, coautor del libro “NTF Mine d’or” (NTF, una mina de oro).
“Lo único que hace falta es que las plataformas sean de más fácil acceso”, estima.
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