Un año administrando los recursos de la cultura para Bogotá
Un balance sobre el primer año de Catalina Valencia como Secretaria de Cultura de Bogotá: centros de felicidad, convocatorias, Plan de Cultura 2038 e infraestructura...
Laura Camila Arévalo Domínguez
Si ya hay un Ministerio de Cultura con presupuesto general de la Nación para los temas que le competen a la cultura, ¿por qué se necesita de una Secretaría? Hablemos de estas diferencias y de dónde salen los recursos que usted administra...
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Si ya hay un Ministerio de Cultura con presupuesto general de la Nación para los temas que le competen a la cultura, ¿por qué se necesita de una Secretaría? Hablemos de estas diferencias y de dónde salen los recursos que usted administra...
Bogotá es una ciudad muy grande. Tiene más de 10 mil millones de habitantes y por eso tiene un gobierno local, una alcaldía local. Uno de los logros más importantes de la capital es tener un sector cultural fortalecido a partir de la institucionalidad. El presupuesto del Ministerio no alcanza para la cantidad de municipios que hay y atender a Bogotá implicaría dedicarle todo el presupuesto de la cultura y dejar al resto del país sin agencia desde lo público. Las secretarías son parte de la estructura de los gobiernos locales y ese es un gran logro: la cultura nunca ha sido una cartera importante para los gobiernos. Frente a la pregunta sobre los recursos, provienen de la Alcaldía Mayor. De la misma bolsa con la que se sostiene la estructura estatal en cada uno de los gobiernos locales del país y que viene, por supuesto, con el pago de los impuestos, en este caso, de los bogotanos.
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Usted llegó a mitad de tiempo, pensando en el periodo de la alcaldesa Claudia López, es decir, antes de usted estuvo Nicolás Montero, ¿cómo encontró la Secretaría? ¿Con qué continuó?
De hecho, llegué seis meses más tarde de que se cumpliera la mitad del periodo. Cuando uno lidera una entidad como la Secretaría no puede dedicarse a hacer cien cosas. Tiene que pensar y decidir los asuntos a los que les dedicará su tiempo y su energía y que todo lo demás siga funcionando, porque hay una estructura institucional, una arquitectura que ya permite que los programas sigan andando. Cada líder se concentra en intereses dependiendo de su visión de ciudad. Nosotros trabajamos para Bogotá, no solamente para el sector cultural, y ese es uno de los desafíos que Nicolás Montero se puso y ha sido un legado muy importante. Se concentró en la política pública de lectura, escritura y oralidad, y ahora este tema quedó fortalecido para los próximos 20 años. Diría, además, que es un hombre muy inteligente, conceptualmente muy sólido y le logró dar una estructura a esa política pública. Con respecto a lo institucional, creo que se han organizado muchas cosas: la Secretaría también necesitaba una modernización en sistemas de información y se está haciendo. Dejaremos una institución organizada, modernizada. Otro de los retos más grandes que he tenido es el Centro de Felicidad de Chapinero. Por asuntos relacionados con la pandemia, esa construcción estaba muy atrasada.
Hablemos de las consecuencias de la pandemia que ha tenido que sortear como secretaria de Cultura…
A nosotros nos tocó una época inusitada. Llegamos en 2020 al gobierno y a los dos meses empezó la pandemia. A la gente a veces se le olvida eso y administrar cultura en esas condiciones fue, para mí, de un crecimiento a nivel profesional y de un desafío de creatividad enormes. Pero también tocó lo personal: cómo nos inventábamos la vida en ese momento, que duró casi dos años. La gente ya no habla de eso, pero pasó hace menos de dos años y logramos que el sector no llegara a situaciones tan lamentables y penosas en Bogotá. Tratando de responder a la pregunta de cómo salvaríamos al sector, nació Es Cultura Local, una iniciativa para descentralizar y democratizar el acceso a los recursos a través de las entidades del nivel central, que somos nosotros.
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Ahora que lo menciona, a veces hay confusión entre dos cosas distintas; Fomento y Es Cultura Local. Hablemos de las diferencias y pongamos un ejemplo de los recursos y las formas en que se implementan cada una de las dos iniciativas...
Todo es Fomento, un programa que ya tiene 20 años y que Bogotá ha fortalecido muchísimo y es el portafolio distrital de estímulos. Esa línea es la que ha permitido que un artista que quiera crear cualquier cosa presente su proyecto a los estímulos, becas, pasantías de ese portafolio y pueda acceder a recursos. Ahí también entra el programa distrital de salas concertadas, que es nacional, pero localmente tiene unos recursos más robustos. Pero había algo que el sector estaba reclamando y era más recursos para fortalecer al sector en el territorio, el barrio, en lo local. Es decir, ayudas para proyectos que no eran metropolitanos, sino que provenían del pequeño creador. Respondiendo a esa necesidad fue como se creó Es cultura local. Las alcaldías locales siempre entregan unos recursos a unos grandes operadores para que hagan eventos culturales, así que para salvar a Bogotá y con los artistas en casa, se crearon unos convenios inter administrativos entre las entidades de nivel central como la Secretaría de Cultura, Idartes y La Fuga, con las alcaldías locales. Ellos y nosotros ponemos recursos para estímulos y becas. Este año vamos a tener más o menos 300 y beneficiarán a más de 2 mil artistas y creadores de la ciudad.
Hace un momento dijo que uno de sus mayores desafíos fue adelantar el Centro de la Felicidad de Chapinero, que tiene una vocación más cultural: ¿Cómo se podrá acceder a estos servicios? Y hablemos de la fecha en la que se entregaría la obra…
Esa fue una obra que dejó Peñalosa, pero muy incipiente, y este proyecto tenía unos atrasos que tenían que ver con la pandemia. Fue una recomendación especial de la alcaldesa y ya estamos llegando al 60% de la obra. Esperamos que en octubre tengamos un 80%. Lo recibimos en un piso tres y ya va en el piso diez, o sea, ya estamos terminando la estructura. Esperamos entregarlo a la ciudad en diciembre. Lo que ha querido la alcaldesa con estos Centros felicidad es que se conviertan en las infraestructuras que arropen las manzanas del cuidado. Atendemos a los niños y niñas de las mujeres que, por estar en labores del cuidado, nunca han podido tener espacios para formarse, para hacer su bachillerato, para hacer actividades de respiro como yoga o incluso de ir a una biblioteca. El Centro de Felicidad de Chapinero es un parque vertical de más de 10.000 metros que va a tener salas, un teatro al aire libre, una galería, una piscina, salones de formación artística, etc…
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¿Qué va a funcionar ahí?
Habrá formación artística y recreodeportiva. Habrá exposiciones, presentaciones, etc. Queremos que, por ejemplo, las mujeres que tengan trabajo doméstico por esa zona, puedan dejar sus hijos y que ellos tengan un espacio de calidad. Que esas mujeres también decidan formarse y tener acceso a unos servicios que nosotros ofrecemos.
Para mencionar alguna de las iniciativas que encontró al convertirse en Secretaría, profundicemos en la línea Calma. Dicen ustedes que, por ejemplo, el 85% de los hombres que llamaron manifestaron sentirse mejor y que un 97% consideró que la llamada le ayudó a manejar mejor sus emociones, pero, ¿qué que ha identificado con respecto a las necesidades de los hombres en la ciudad? ¿La línea es atendida por psicólogos?
La línea púrpura, que es la que atiende las violencias de género, es para las mujeres: llaman en una situación de violencia intrafamiliar o de violencia porque su pareja las violentó, y se atienden. Pero no había una línea donde pudiéramos atender a los hombres y parte de las cuestiones que tienen que ver con el machismo es que los hombres en este país aún no pueden llorar sin que los señalen. Todavía seguimos con esa estigmatización sobre las vulnerabilidades de los seres humanos y sobre todo, sobre las de los hombres. Tiene una dimensión muy importante porque la cultura, más allá de pensar que es solamente el sector de las artes o de los eventos, aporta el cambio cultural de imaginarios culturales que a la sociedad no le hacen bien y que puede mejorar las condiciones de vida de las familias, de los hombres y de las mujeres en una ciudad como Bogotá.
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Esta administración se ha esforzado en construir, equipar y mejorar la infraestructura para la cultura de la ciudad: han sido 18 proyectos por cerca de 30 mil millones de pesos, pero hay una queja: la seguridad de la ciudad no permite el disfrute de estos espacios, ¿qué tanto trabaja la Secretaría de Cultura con temas de seguridad en la ciudad? ¿Cómo garantizar la asistencia y uso de estos espacios?
Lo que hemos hecho es construir infraestructuras para que la gente tenga en su cuadra y barrio alguna oferta. Para que, además, su única opción no sea el centro o Teusaquillo, que son los lugares en los que se concentra el equipamiento cultural. El tema de la seguridad no es un asunto que se puede atender desde el sector cultura, pero nosotros sí tenemos agencia en el trabajo sobre la percepción. No soy experta en seguridad y nosotros no podemos atender los temas de inseguridad que siente la gente al ir a las infraestructuras, pero yo lo que creo es que de todas maneras esa queja no es muy coherente con lo que estamos recolectando de la Ley del espectáculo público. Lo que nos mide el tamiz de cómo le está yendo a la gente con las actividades culturales, pues es ese recaudo. En 2021, en Bogotá solamente recaudamos 22 mil millones de pesos por asistencia a los conciertos y actividades culturales a través de la Ley del espectáculo público y eso nos habla de que la gente, desde que salió de la pandemia, está asistiendo a las actividades culturales y artísticas masivamente. Este año tenemos más de 5. 300 eventos y la gente está asistiendo a esos eventos. Entiendo la preocupación por la seguridad, pero creo que no ha afectado la asistencia del público bogotano a las actividades culturales de la ciudad.
Claro, entiendo que la seguridad de la ciudad no es un asunto para que ustedes resuelvan, pero ¿se preguntan por eso a la hora de organizar los eventos? Y no lo pregunto en el sentido más práctico, sino por las medidas extra que ustedes como Secretaría de Cultura puedan sumar para mejorar la percepción de seguridad, sobre todo en estos lugares…
Dentro de lo que le dejaremos a la ciudad está el Plan de cultura 2038, que es el documento que, como secretaria de despacho, tengo que dejar y será el alineamiento para la planeación de la cultura en Bogotá en los próximos meses. Una de las cosas que nosotros decimos en ese informe es que el trabajo de la cultura también es cambiar imaginarios de violencia en la ciudad. Un festival como Rock al Parque nació en la alcaldía de Mockus, no solamente con la intención de divertir a los jóvenes, sino de propiciar espacios para la convivencia pacífica. La idea redundó en reducción de violencias. Esto para decirte que sí es algo que nosotros contemplamos, por eso la idea siempre de descentralizar la infraestructura, de que cada vez esté más cerca del ciudadano.
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¿Qué es el Plan de Cultura 2038? ¿Ya se había hecho o esta es una nueva iniciativa? ¿Quiénes participan?
Bogotá tuvo un plan de cultura que se realizó en la alcaldía de Gustavo Petro. La Secretaría de Cultura es la encargada de generar políticas culturales, recreodeportivas y patrimoniales con una proyección de cumplimiento de 10 años. El año pasado se cumplió el plan de último plan de Cultura, así que esta Secretaría recibió esta tarea. Para que la cultura o, mejor dicho, el cambio cultural, sea transversal en las agendas ambientales de educación, seguridad, etc, es el modelo de 2038. Una de las cosas que celebro como secretaria de despacho es que en espacios internacionales he podido destacar lo que Bogotá ha hecho en términos culturales y explicar cómo eso se ha convertido en reducción de machismo, basura, inseguridad, etc. El plan son lineamientos que le permitirán al próximo secretario de cultura saber qué se hizo en los últimos 10 años, qué salió bien y qué falta por hacer según la visión de lo que estamos leyendo en esta ciudad de 2023.