Un año con Alice Munro
El más reconocido cuentista de nuestro país y el primero que tradujo para Colombia a la nueva Nobel de Literatura explica por qué ella es un referente universal del género.
Julio Paredes * ESPECIAL PARA EL ESPECTADOR
En un artículo entrevista publicado el pasado 1° de julio en el diario The New York Times, la escritora canadiense Alice Munro, a punto de cumplir los 82 años, anunciaba su decisión de no escribir más, de soltar “la pluma” para dejar así que el mundo público entrara en su existencia de todos los días. Ese mundo que, a pesar de estar siempre alejado del verdadero territorio literario, a veces parece más importante, y que Munro siempre supo eludir con tímida elegancia, bajo un natural encierro en su casa en un pueblo de pocas almas llamado Clinton. La declaración de su retiro definitivo llegó una primera vez en 2006, seis años antes de publicar la última colección de cuentos Dear Life, donde demostraba, una vez más, la potencia de una escritura que ha mantenido un aliento narrativo envidiable, de una solidez en grado creciente y una facultad para iluminar el lenguaje y crear personajes conseguida por muy pocos, cuentistas o no, famosos o no. Sin duda, las breves pero definitivas frases de Alice Munro dejaban al final un cierto desconsuelo, una especie de nostalgia anticipada, pues era como escuchar que una rara y hermosa criatura no volvería a visitarnos, y que los tiempos de la emoción por un nuevo libro con su voz única llegaban a “buen término”. Una privación a destiempo, así quedara el placer de la relectura.
Si no recuerdo mal, empecé a leer la obra cuentística de Alice Munro por los años noventa, cuando buscaba voces narrativas que me ayudaran a encontrar la propia en mis primeros avances como cuentista. Por una simple inclinación (o bifurcación) de lector, sabía que entre los anglosajones, y en particular entre las escritoras, como Katherine Mansfield, Dorothy Parker, Eudora Welty o Patricia Highsmith, había también una manera de inventar el mundo, de disponer los detalles y moldear el lenguaje, (así viniera en inglés) que daba, para decirlo en palabras de Bioy Casares, unas ganas inaplazables de escribir. La inclinación se transformó, por supuesto, en una necesidad literaria y Alice Munro, la más brillante heredera contemporánea de esa tradición, se instalaba en mi práctica y vida de lector y escritor aprendiz.
Tal vez esa haya sido la verdadera razón por la que acepté y me lancé a la temeraria tarea de traducir entre 1999 y 2000 su libro de cuentos Open Secrets, publicado originalmente en 1994. Aún recuerdo la experiencia de esa escritura de todo un año o quizá más, como un recorrido por una especie de tierra incógnita, llena de sorpresas y formas del mundo que escuchaba por primera vez. Todavía reconozco la sensación, semejante a un vértigo, mientras avanzaba y me sumergía en las noches (mientras las mujeres en la casa dormían) por sus frases siempre un poco a ciegas, como un incauto que está todo el tiempo a punto de caer en un abismo; incapaz por momentos de descifrar una poesía, unos pensamientos, unas metáforas y unas imágenes que no parecían existir en español. Sin duda, habré cometido errores de “traslado”, de interpretación, pero aún hoy sé que fue gracias a esa lectura total, propia de cualquier traductor, que ella se convirtió en una incuestionable “guía tutelar”, a quien trato de cumplirle con fidelidad la ceremonia de leer y releer alguno de sus cuentos por lo menos una vez al mes. Ceremonia a la que a veces invito a cualquiera que aparezca por ahí, pretenda o no escribir cuentos, y compartir esa particular manera de leer, de conmoción y sorpresa, que traen siempre las historias de Alice Munro.
“Heredera de Chéjov”
“Estoy feliz. Llevo unos diez años leyéndola y espero cada colección nueva como el coronel esperaba su sobre. Su premio me alegra porque es el primer reconocimiento, por parte de la Academia sueca, de una trayectoria montada exclusivamente sobre el género del cuento, que tanta felicidad me ha dado. Los cuentos de Alice Munro están entre los herederos más legítimos de Chéjov y el Joyce de Dublineses, pero Munro ha encontrado estrategias para meter en ellos mucho más que Joyce o Chéjov. Son aparatos complejísimos que siempre se las arreglan para decirnos algo nuevo sobre los seres humanos, sus relaciones, sus errores, su mundo moral. Éste es uno
de los mejores premios de los últimos años”.
Juan Gabriel Vásquez, escritor colombiano
Los libros de Munro que se consiguen en Colombia
No había muchos libros de la autora canadiense en librerías colombianas, así es que empezó un plan de emergencia de importación y reimpresión. Forma parte del catálogo de Penguin Random House Mondadori, en los sellos Lumen y DeBolsillo, con Demasiada felicidad, La vida de las mujeres, Mi vida querida, Las lunas de Júpiter y Amistad de juventud. La editorial informa que quedan pocos ejemplares en algunas librerías y que en el lapso de dos semanas estarán disponibles Demasiada felicidad, La vida de las mujeres, Mi vida querida, Las lunas de Júpiter y Amistad de juventud. También se consiguen obras con el sello RBA, como su emblemático El amor de una mujer generosa, que estará disponible en librerías a final de mes junto con Secretos a voces, Vista desde Castle Rock, El progreso del amor, Escapada y Odio, amistad, noviazgo, amor y matrimonio.
En un artículo entrevista publicado el pasado 1° de julio en el diario The New York Times, la escritora canadiense Alice Munro, a punto de cumplir los 82 años, anunciaba su decisión de no escribir más, de soltar “la pluma” para dejar así que el mundo público entrara en su existencia de todos los días. Ese mundo que, a pesar de estar siempre alejado del verdadero territorio literario, a veces parece más importante, y que Munro siempre supo eludir con tímida elegancia, bajo un natural encierro en su casa en un pueblo de pocas almas llamado Clinton. La declaración de su retiro definitivo llegó una primera vez en 2006, seis años antes de publicar la última colección de cuentos Dear Life, donde demostraba, una vez más, la potencia de una escritura que ha mantenido un aliento narrativo envidiable, de una solidez en grado creciente y una facultad para iluminar el lenguaje y crear personajes conseguida por muy pocos, cuentistas o no, famosos o no. Sin duda, las breves pero definitivas frases de Alice Munro dejaban al final un cierto desconsuelo, una especie de nostalgia anticipada, pues era como escuchar que una rara y hermosa criatura no volvería a visitarnos, y que los tiempos de la emoción por un nuevo libro con su voz única llegaban a “buen término”. Una privación a destiempo, así quedara el placer de la relectura.
Si no recuerdo mal, empecé a leer la obra cuentística de Alice Munro por los años noventa, cuando buscaba voces narrativas que me ayudaran a encontrar la propia en mis primeros avances como cuentista. Por una simple inclinación (o bifurcación) de lector, sabía que entre los anglosajones, y en particular entre las escritoras, como Katherine Mansfield, Dorothy Parker, Eudora Welty o Patricia Highsmith, había también una manera de inventar el mundo, de disponer los detalles y moldear el lenguaje, (así viniera en inglés) que daba, para decirlo en palabras de Bioy Casares, unas ganas inaplazables de escribir. La inclinación se transformó, por supuesto, en una necesidad literaria y Alice Munro, la más brillante heredera contemporánea de esa tradición, se instalaba en mi práctica y vida de lector y escritor aprendiz.
Tal vez esa haya sido la verdadera razón por la que acepté y me lancé a la temeraria tarea de traducir entre 1999 y 2000 su libro de cuentos Open Secrets, publicado originalmente en 1994. Aún recuerdo la experiencia de esa escritura de todo un año o quizá más, como un recorrido por una especie de tierra incógnita, llena de sorpresas y formas del mundo que escuchaba por primera vez. Todavía reconozco la sensación, semejante a un vértigo, mientras avanzaba y me sumergía en las noches (mientras las mujeres en la casa dormían) por sus frases siempre un poco a ciegas, como un incauto que está todo el tiempo a punto de caer en un abismo; incapaz por momentos de descifrar una poesía, unos pensamientos, unas metáforas y unas imágenes que no parecían existir en español. Sin duda, habré cometido errores de “traslado”, de interpretación, pero aún hoy sé que fue gracias a esa lectura total, propia de cualquier traductor, que ella se convirtió en una incuestionable “guía tutelar”, a quien trato de cumplirle con fidelidad la ceremonia de leer y releer alguno de sus cuentos por lo menos una vez al mes. Ceremonia a la que a veces invito a cualquiera que aparezca por ahí, pretenda o no escribir cuentos, y compartir esa particular manera de leer, de conmoción y sorpresa, que traen siempre las historias de Alice Munro.
“Heredera de Chéjov”
“Estoy feliz. Llevo unos diez años leyéndola y espero cada colección nueva como el coronel esperaba su sobre. Su premio me alegra porque es el primer reconocimiento, por parte de la Academia sueca, de una trayectoria montada exclusivamente sobre el género del cuento, que tanta felicidad me ha dado. Los cuentos de Alice Munro están entre los herederos más legítimos de Chéjov y el Joyce de Dublineses, pero Munro ha encontrado estrategias para meter en ellos mucho más que Joyce o Chéjov. Son aparatos complejísimos que siempre se las arreglan para decirnos algo nuevo sobre los seres humanos, sus relaciones, sus errores, su mundo moral. Éste es uno
de los mejores premios de los últimos años”.
Juan Gabriel Vásquez, escritor colombiano
Los libros de Munro que se consiguen en Colombia
No había muchos libros de la autora canadiense en librerías colombianas, así es que empezó un plan de emergencia de importación y reimpresión. Forma parte del catálogo de Penguin Random House Mondadori, en los sellos Lumen y DeBolsillo, con Demasiada felicidad, La vida de las mujeres, Mi vida querida, Las lunas de Júpiter y Amistad de juventud. La editorial informa que quedan pocos ejemplares en algunas librerías y que en el lapso de dos semanas estarán disponibles Demasiada felicidad, La vida de las mujeres, Mi vida querida, Las lunas de Júpiter y Amistad de juventud. También se consiguen obras con el sello RBA, como su emblemático El amor de una mujer generosa, que estará disponible en librerías a final de mes junto con Secretos a voces, Vista desde Castle Rock, El progreso del amor, Escapada y Odio, amistad, noviazgo, amor y matrimonio.