Bukowski: El poeta de las moscas y las crudas realidades (Verso a verso)
En esta edición de “Verso a Verso”, presentamos algunos de sus poemas más icónicos. Hoy 16 de agosto se conmemora el nacimiento de Charles Bukowski, el poeta que capturó la crudeza de la vida urbana.
Charles Bukowski nació en Andernach, Alemania, el 16 de agosto de 1920. Andernach es una pequeña ciudad ubicada en el estado de Renania-Palatinado, en el oeste de Alemania, a orillas del río Rin. Es una de las ciudades más antiguas de Alemania, con una historia que se remonta a más de 2.000 años.
Su padre, Henry Bukowski, era un soldado estadounidense de ascendencia alemana que conoció y se casó con la alemana Katharina (Käthe) Fuchs Bukowski. La familia emigró a los Estados Unidos en 1923, cuando Charles tenía tres años, y se estableció en Los Ángeles, California, donde Bukowski pasaría la mayor parte de su vida.
La influencia de su madre, junto con la violencia de su padre, contribuyó a la complejidad emocional y psicológica que Bukowski exploró en su obra.
Creció en un entorno familiar complicado, con un padre que ejercía violencia física y emocional. Durante su adolescencia, enfrentó problemas de salud como un acné severo que dejó cicatrices físicas y emocionales.
A medida que creció, Bukowski se sumergió en la vida de clase trabajadora en Los Ángeles, tomando empleos mal remunerados y precarios. Estas experiencias lo llevaron a observar de cerca las dificultades económicas y la desesperación de las personas que vivían al margen de la sociedad. Además, luchó con el alcoholismo, que se convirtió en un tema recurrente en su obra y un mecanismo de supervivencia frente a las adversidades.
Se distanció de las metáforas elaboradas y las estructuras literarias complejas, optando por un enfoque más accesible y crudo. Uno de sus mayores aportes fue la humanización de personajes marginales, aquellos que vivían al borde de la sociedad. A través de su alter ego literario, Henry Chinaski, retrató la vida de los perdedores, alcohólicos, desempleados y desadaptados, mostrando la realidad de la clase trabajadora urbana en Estados Unidos.
Obtuvo reconocimiento en círculos literarios alternativos y en la escena underground de Los Ángeles durante las décadas de 1950 y 1960. A partir de la década de 1970, el escritor alcanzó un mayor reconocimiento con la publicación de sus novelas y colecciones de cuentos. Su primera novela, Post Office (1971), fue un éxito que consolidó su reputación. Publicaciones posteriores, como Factotum (1975) y Women (1978), aumentaron su fama tanto en los Estados Unidos como en Europa, especialmente en Francia y Alemania.
También ganó notoriedad por sus lecturas de poesía, que atraían a grandes audiencias y a menudo se convertían en eventos caóticos y polémicos, lo que contribuyó a su imagen pública como un poeta rebelde.
En una entrevista con Rolling Stone en 1982, comentó: “La fama no significa nada para mí. Podría vivir sin ella. Lo único que me importa es escribir. La fama puede ser un fastidio; hace que la gente espere algo de ti. Prefiero no tener que pensar en eso.” En una carta a su editor y amigo John Martin, escribió: “La fama es la peor de todas las trampas. Cuanto más te conocen, menos te entienden.”
Falleció el 9 de marzo de 1994 a los 73 años debido a leucemia, una enfermedad diagnosticada en la última etapa de su vida. Su salud se había deteriorado en los años previos, y la leucemia fue una de las complicaciones que finalmente condujo a su fallecimiento. Pasó sus últimos años en Los Ángeles, donde continuó escribiendo hasta el final de su vida.
En este Verso a verso, le presentamos algunos de los poemas más recordados del autor estadounidense:
3 Horas, 16 minutos y 30 segundos
Se supone que soy un gran poeta
y tengo sueño por la tarde
sé que la muerte
es un toro gigantesco
dispuesto a embestirme
y tengo sueño por la tarde
sé que hay guerras y hombres que pelean en el ring
sé que hay buena comida, buenos vinos, buenas mujeres
y tengo sueño por la tarde
sé que hay una mujer que me ama
y tengo sueño por la tarde,
me inclino hacia el sol tras una cortina amarilla
y me pregunto:
¿Adónde habrán ido las moscas del verano?
Recuerdo la muerte tan sangrienta de Hemingway
y tengo sueño por la tarde.
Algún día no tendré sueño por la tarde
algún día escribiré un poema
que encenderá volcanes
en las colinas que están ahí fuera
pero ahora mismo tengo sueño por la tarde
y alguien me pregunta «Bukowski, ¿qué hora es?»
y yo contesto «3 horas, 16 minutos y 30 segundos».
Me siento muy culpable,
me siento asqueroso, inútil,
demente, tengo sueño
por las tardes,
están bombardeando iglesias,
bien, eso está bien,
los niños montan en ponys en los parques,
eso está bien,
las bibliotecas están llenas de miles de libros sabios,
hay música grandiosa encerrada dentro de la radio
y yo tengo sueño por la tarde,
tengo una rumba dentro de mí diciendo,
bah, deja que lo hagan los demás,
déjales que ganen,
déjame dormir,
el ingenio está a oscuras
barriendo la oscuridad como una escoba,
me voy a donde han ido las moscas del verano,
intentad atraparme.
Cisne de Primavera
También en primavera mueren los cisnes,
y allí flotaba muerto un domingo,
girando de lado en la corriente.
Fui hasta la rotonda
y distinguí dos coches, perros,
mujeres que gritaban,
y la muerte se precipitó
garganta abajo como un ratón.
Oí llegar a la gente
con sus cestas de merienda
y sus risas,
y me sentí culpable por el cisne,
como si la muerte fuese algo vergonzoso,
y me alejé como un idiota
y les dejé mi hermoso cisne.
Soy un fracaso
le puse el seguro a la puerta del auto
y al levantar la mirada vi a este tipo
caminando hacia mí
se parecía a Peter mi viejo amigo
pero no era Peter
era un hombre demacrado
en jeans y camisa azul de trabajo
y me dijo:
“oye, mi esposa y yo
necesitamos algo para comer,
morimos de hambre”
Miré detrás de él
y ahí estaba
su mujer
que me miró con ojos a punto
de lágrima.
Le di un billete de cinco.
“¡Te amo, hombre!”, gritó,
“No me lo gastaré en bebida”.
“¿Por qué no?”, le contesté,
“Es lo que yo haría…”
Me alejé para entrar a un edificio
arreglé unos cuantos asuntos
salí
regresé al auto
como siempre
pensando
si hice lo correcto
o si fui víctima de un engaño.
mientras conducía
recordé mis años
de miseria
hambriento más allá de cualquier arreglo
nunca pedí a nadie
un centavo.
esa noche, después de unos tragos,
le expliqué a la mujer con la que vivía
lo mucho que daba dinero a vagabundos
pero que yo
en los tiempos más obscuros
de hambre en mi vida
me negué a pedir nada a nadie.
“lo que pasa es que ni para eso
servías”, dijo ella.
Charles Bukowski nació en Andernach, Alemania, el 16 de agosto de 1920. Andernach es una pequeña ciudad ubicada en el estado de Renania-Palatinado, en el oeste de Alemania, a orillas del río Rin. Es una de las ciudades más antiguas de Alemania, con una historia que se remonta a más de 2.000 años.
Su padre, Henry Bukowski, era un soldado estadounidense de ascendencia alemana que conoció y se casó con la alemana Katharina (Käthe) Fuchs Bukowski. La familia emigró a los Estados Unidos en 1923, cuando Charles tenía tres años, y se estableció en Los Ángeles, California, donde Bukowski pasaría la mayor parte de su vida.
La influencia de su madre, junto con la violencia de su padre, contribuyó a la complejidad emocional y psicológica que Bukowski exploró en su obra.
Creció en un entorno familiar complicado, con un padre que ejercía violencia física y emocional. Durante su adolescencia, enfrentó problemas de salud como un acné severo que dejó cicatrices físicas y emocionales.
A medida que creció, Bukowski se sumergió en la vida de clase trabajadora en Los Ángeles, tomando empleos mal remunerados y precarios. Estas experiencias lo llevaron a observar de cerca las dificultades económicas y la desesperación de las personas que vivían al margen de la sociedad. Además, luchó con el alcoholismo, que se convirtió en un tema recurrente en su obra y un mecanismo de supervivencia frente a las adversidades.
Se distanció de las metáforas elaboradas y las estructuras literarias complejas, optando por un enfoque más accesible y crudo. Uno de sus mayores aportes fue la humanización de personajes marginales, aquellos que vivían al borde de la sociedad. A través de su alter ego literario, Henry Chinaski, retrató la vida de los perdedores, alcohólicos, desempleados y desadaptados, mostrando la realidad de la clase trabajadora urbana en Estados Unidos.
Obtuvo reconocimiento en círculos literarios alternativos y en la escena underground de Los Ángeles durante las décadas de 1950 y 1960. A partir de la década de 1970, el escritor alcanzó un mayor reconocimiento con la publicación de sus novelas y colecciones de cuentos. Su primera novela, Post Office (1971), fue un éxito que consolidó su reputación. Publicaciones posteriores, como Factotum (1975) y Women (1978), aumentaron su fama tanto en los Estados Unidos como en Europa, especialmente en Francia y Alemania.
También ganó notoriedad por sus lecturas de poesía, que atraían a grandes audiencias y a menudo se convertían en eventos caóticos y polémicos, lo que contribuyó a su imagen pública como un poeta rebelde.
En una entrevista con Rolling Stone en 1982, comentó: “La fama no significa nada para mí. Podría vivir sin ella. Lo único que me importa es escribir. La fama puede ser un fastidio; hace que la gente espere algo de ti. Prefiero no tener que pensar en eso.” En una carta a su editor y amigo John Martin, escribió: “La fama es la peor de todas las trampas. Cuanto más te conocen, menos te entienden.”
Falleció el 9 de marzo de 1994 a los 73 años debido a leucemia, una enfermedad diagnosticada en la última etapa de su vida. Su salud se había deteriorado en los años previos, y la leucemia fue una de las complicaciones que finalmente condujo a su fallecimiento. Pasó sus últimos años en Los Ángeles, donde continuó escribiendo hasta el final de su vida.
En este Verso a verso, le presentamos algunos de los poemas más recordados del autor estadounidense:
3 Horas, 16 minutos y 30 segundos
Se supone que soy un gran poeta
y tengo sueño por la tarde
sé que la muerte
es un toro gigantesco
dispuesto a embestirme
y tengo sueño por la tarde
sé que hay guerras y hombres que pelean en el ring
sé que hay buena comida, buenos vinos, buenas mujeres
y tengo sueño por la tarde
sé que hay una mujer que me ama
y tengo sueño por la tarde,
me inclino hacia el sol tras una cortina amarilla
y me pregunto:
¿Adónde habrán ido las moscas del verano?
Recuerdo la muerte tan sangrienta de Hemingway
y tengo sueño por la tarde.
Algún día no tendré sueño por la tarde
algún día escribiré un poema
que encenderá volcanes
en las colinas que están ahí fuera
pero ahora mismo tengo sueño por la tarde
y alguien me pregunta «Bukowski, ¿qué hora es?»
y yo contesto «3 horas, 16 minutos y 30 segundos».
Me siento muy culpable,
me siento asqueroso, inútil,
demente, tengo sueño
por las tardes,
están bombardeando iglesias,
bien, eso está bien,
los niños montan en ponys en los parques,
eso está bien,
las bibliotecas están llenas de miles de libros sabios,
hay música grandiosa encerrada dentro de la radio
y yo tengo sueño por la tarde,
tengo una rumba dentro de mí diciendo,
bah, deja que lo hagan los demás,
déjales que ganen,
déjame dormir,
el ingenio está a oscuras
barriendo la oscuridad como una escoba,
me voy a donde han ido las moscas del verano,
intentad atraparme.
Cisne de Primavera
También en primavera mueren los cisnes,
y allí flotaba muerto un domingo,
girando de lado en la corriente.
Fui hasta la rotonda
y distinguí dos coches, perros,
mujeres que gritaban,
y la muerte se precipitó
garganta abajo como un ratón.
Oí llegar a la gente
con sus cestas de merienda
y sus risas,
y me sentí culpable por el cisne,
como si la muerte fuese algo vergonzoso,
y me alejé como un idiota
y les dejé mi hermoso cisne.
Soy un fracaso
le puse el seguro a la puerta del auto
y al levantar la mirada vi a este tipo
caminando hacia mí
se parecía a Peter mi viejo amigo
pero no era Peter
era un hombre demacrado
en jeans y camisa azul de trabajo
y me dijo:
“oye, mi esposa y yo
necesitamos algo para comer,
morimos de hambre”
Miré detrás de él
y ahí estaba
su mujer
que me miró con ojos a punto
de lágrima.
Le di un billete de cinco.
“¡Te amo, hombre!”, gritó,
“No me lo gastaré en bebida”.
“¿Por qué no?”, le contesté,
“Es lo que yo haría…”
Me alejé para entrar a un edificio
arreglé unos cuantos asuntos
salí
regresé al auto
como siempre
pensando
si hice lo correcto
o si fui víctima de un engaño.
mientras conducía
recordé mis años
de miseria
hambriento más allá de cualquier arreglo
nunca pedí a nadie
un centavo.
esa noche, después de unos tragos,
le expliqué a la mujer con la que vivía
lo mucho que daba dinero a vagabundos
pero que yo
en los tiempos más obscuros
de hambre en mi vida
me negué a pedir nada a nadie.
“lo que pasa es que ni para eso
servías”, dijo ella.