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El poeta, ensayista y prosista Luo Ying es uno de los invitados al 24º Festival Internacional de Poesía de Medellín. Nació en 1956 en la provincia de Ningxia, en China, y suma esfuerzos para contribuir en la repatriación del patrimonio cultural de su país.
Un largo tiempo de dinastías hizo de su tierra una de poetas que fueron pensados a su vez como filósofos, amén de aquellos que escribían como ordenanza del poder. Gran parte de lo que se produjo puede ser entendido como un compendio del hombre solitario en medio de la naturaleza.
En esta entrevista, él, que descendió a lo profundo del océano Ártico y ha escalado ocho de las grandes cumbres de la tierra, como el Everest y el Kilimanjaro, demuestra que todavía hay placer en el reflejo del hombre que, en medio de un millar de su especie, resulta ser un ermitaño de la multitud.
Es fundador y presidente de la Sociedad de Poetas Chinos, también director adjunto del Instituto de Investigaciones sobre la Nueva Poesía China de la Universidad de Pekín y difusor de la poesía de su república popular en el mundo.
¿Sigue siendo la poesía parte de la cultura tradicional en China?
En comparación con lo que era anteriormente, la poesía en China se ha convertido en algo más importante para su gente. Cada vez son más los lectores. Por ejemplo, hay una página web con las voces de los poetas que ya tiene más o menos cien millones de oyentes. Cada noche, antes de que muchos vayan a dormir, escuchan un poema leído por su autor.
¿Cree usted que la poesía sí puede traer consigo un mensaje de paz?
La poesía es el mejor medicamento para aliviar a la humanidad. En Medellín mucha gente ama la poesía y la lee y escucha con atención; lo he visto en este festival. Ahora lo disfrutan. Me pregunto qué hubiera pasado en la ciudad si esto no existiera, así como también qué pasaría si dejara de existir. Posiblemente sería peor.
En muchos países, la poesía se convierte en la voz de los oprimidos. En China, ¿de quién es la voz de los poetas?
Como en este momento no hay guerra en China, tampoco hay poesía de esta naturaleza. Es un fenómeno muy lejano para nosotros, aunque nos ocupamos de lo social, como por ejemplo el desempleo, los problemas de servicios médicos, de seguridad y de atención. Cada vez nos preocupa más el estado de la gente. Claro que hay países que tienen que inquietarse fundamentalmente por el estado de sus tierras, de quienes las abandonan y de quienes las ocupan en su lugar; nosotros nos concentramos en la manera en como es habitada.
Por lo pronto, ¿ha aprendido algo sobre quienes ha conocido en este festival?
Muchísimo. Todos aprendemos de todos. Eso me ayuda a crear más poemas y a pensar en diferentes temas, lo cual no sería posible si no viajara. Este festival es un evento tan importante que tal vez la ciudad o el país no alcanzan a imaginar lo que representa en el mundo.
¿Qué tiene por decir de la poesía étnica o poesía de minorías en China?
La mayoría de poetas étnicos no escriben en mandarín y no todos comprenden las lenguas del país. Esto es un gran problema para nosotros porque la situación debería ser diferente; en vez de sentirse amenazados con su idioma, debería haber quienes se interesaran por protegerlo: ahora la gente habla más lenguas extranjeras que propias.
Usted produce continuamente material poético. ¿Tiene que ver con la cultura de China o es un deseo personal?
Siempre tengo el interés de crear algo nuevo, muchos poetas permanecen con lo mismo y con el mismo estilo. Si tengo público, no tengo por qué entregarle siempre algo idéntico, tiene derecho a ver más. En China no todos lo hacen. Sé que hay poetas que no están de acuerdo conmigo, pero yo insisto en la novedad.
Dice que lo que más admira de Latinoamérica es la vivacidad con la que los escritores detienen el color y la imagen. ¿No cree que la virtud de ustedes sea la lentitud?
Los poetas chinos tienen que aprender más de los poetas latinoamericanos porque tienen una mentalidad más amplia que la nuestra y una sensibilidad incomparable en cuanto a los colores, formas, sabores y a su riqueza natural. En China no. Nuestro país es mucho más conservador y somos más serios en casi todo. Tal vez sí haya una virtud con la lentitud, pero podría ser más profunda.
“La tentación de la belleza terminó siendo su perdición”, es un verso de un poema suyo en el que un hombre cae al vacío por la nieve cortada. ¿No cree que la belleza sea siempre la perdición del poeta?
Para mí la belleza es lo más difícil de guardar o mantener. Es lo más triste. Para los poetas, el sentimiento esencial puede ser la belleza, pero creo que aquello que es bello y no puede tenerse es aún más bello. En China hay un poema que alude a las lágrimas de quien recibe flores, así como también puedo pensar en la despedida de alguien a quien se ama y entonces grita el pájaro porque está el sentimiento de no querer separarse. La belleza inalcanzable termina siendo más hermosa.
Si alguien quisiera saber cómo se mira a la mujer en un territorio podría hallarlo en la poesía que allí se produce. ¿Cómo es escrita ahora la mujer en su país?
Las mujeres mismas escriben sobre su vida ordinaria, sobre el papel que les corresponde en la sociedad. Hay unas que son bastante melancólicas o escriben poesía que se detiene en la tristeza. Ahora hay muchas mujeres jóvenes poetas y lo hacen muy bien. En cuanto a la forma de ser esbozadas por la poesía, bueno, me gusta compararlas con un animal suave, tierno y delicado. Un venado, por ejemplo, pero con la fuerza de un alce.
Sus poemas reflejan lo ínfimo que es el hombre frente a la naturaleza. Luego de regresar de un viaje en el que ha escalado el pico más alto de una montaña, ¿se sienta a escribirlo o lo escribe estando en la cúspide?
Todos los poemas los escribo estando presente en el lugar, en el momento. Luego de bajar de una montaña, de un nevado, no podría escribirlo, necesito hacerlo allí. Son poemas de estancia.
lanochemochila@gmail.com