En este ensayo, el lector encontrará una disertación sobre la premisa de que los videojuegos han alcanzado un nivel de desarrollo tal que muchos de los títulos que podemos adquirir constituyen auténticas obras de arte.
Foto: Archivo particular
No me sorprendí tanto por la monstruosidad de sus números como por un sencillo detalle de tremenda sutileza: no lo parece en absoluto. Y es que es justamente allí, en la discreción evolutiva de su mastodóntico volumen, donde radica la mayor fortaleza de un mercado que anida entre las sombras, bajo capas y capas de subestimación erigidas por adultos que todavía creen, no con poca soberbia, que los videojuegos son un mero pasatiempo de chiquillos y dan la espalda al que será, si es que ya no lo es, el fenómeno cultural más importante de...
Por Fuad Gonzalo Chacón
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