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Un libro/ un pódcast para salir a manejar bicicleta en pandemia

La novela nuncaseolvida, de Alejandra Algorta, es el punto de partida de un pódcast que la misma autora presentó en el marco del Festival épico 2021.

Kirvin Larios
08 de julio de 2021 - 09:24 p. m.
Alejandra Algorta empezó la escritura de "nuncaseolvida" en 2013.
Alejandra Algorta empezó la escritura de "nuncaseolvida" en 2013.
Foto: Archivo Particular
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En un ensayo luminoso sobre las bicicletas, contenido en el libro Papeles falsos (Sexto Piso), la escritora Valeria Luiselli dice que “andar en bicicleta es de las pocas actividades callejeras que aún se pueden concebir como un fin en sí mismo”. Eso, en contraposición al uso que pueden darle los deportistas, repartidores o bicitaxistas. La bicicleta, por otra parte, se ajusta a los ritmos y velocidades del cuerpo, del pensamiento y a la proporción humana más que, por ejemplo, un avión, un carro o una moto. “El que ha encontrado en el ciclismo una ocupación desinteresada de resultados últimos, sabe que es dueño de una rara libertad, sólo equiparable con la de la imaginación”, dice Luiselli.

De este ensayo, titulado “La velocidad à velo”, me interesa señalar eso que sugiere con más intensidad: que el cuerpo, la imaginación y el pensamiento se hacen uno con la bicicleta, esa pieza de dos ruedas que, según García Márquez, fue inventada por el hombre cuando “logró ponerle pedales a su propio equilibrio” (pues como la rueda ya existía, sólo faltaba añadir eso: pedales y equilibrio).

Cuerpo, equilibrio, imaginación. Hay una misteriosa pero fuerte relación entre estos elementos que el lector puede encontrar en la novela nuncaseolvida (Babel Libros), de la escritora y editora bogotana Alejandra Algorta, quien recientemente convirtió la historia de dicho libro en un pódcast (una “deriva”, no una adaptación del libro), el cual se transmitió a través de las redes del Festival épico 2021 este 7 de julio.

La novela, escogida en 2020 entre Los Mejores Libros del Banco del Libro de Venezuela, narra la historia de Fabio, un niño que un día se olvida de cómo manejar bicicleta, su actividad preferida o más importante en el barrio periférico en donde vive en Bogotá. En bici, Fabio reparte los panes que hace su madre y es el líder de una manada de niños ciclistas que se aventuran por entre las lomas y el frío cortante de la capital. Sin ella, dice, “es como si tuviera que aprender a vivir sin mí”. Por eso recibe su olvido como una derrota. Pero más que una derrota, su pérdida personalísima muestra cómo olvidarse de algo es instalarse con otros pies sobre el hueco que deja el olvido.

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Como lo muestra Fabio, no saber manejar bicicleta, en últimas, es caerse cuando te subes a ella e intentas pedalear. Al no tener el suelo en movimiento al que se encarama todo ciclista, el mapa de los pies se transforma, igual que un árbol trasplantado de su suelo conocido. Fabio, a partir de lo que ahora sabe que no sabe hacer —y de lo que entonces empieza a saber con todo el cuerpo—, se adentra en las distintas formas del miedo y el movimiento, del conocimiento y el afecto entre vínculos antes inconcebibles. Se acerca a la vecina, Malicia, una anciana que se hace su amiga mientras los amigos de su edad dominan las calles en bici. Descubre los orígenes de su bicicleta color salmón, que antes perteneció a una niña a la que el sol le produce alergia, unos brotes o mapas en la piel en los que Fabio ve aparecer un país. Descubre el “monstruo” de la ciudad, que a veces recorre con su padre, chofer de una buseta, y que se ha vuelto más inmensa bajo sus pies. Esta inmensidad la intensifican los potentes dibujos a carboncillo de Iván Rickenmann, ilustrador del libro.

“Fabio se esconde del mundo porque el mundo le miente”, dice la narración. En medio del desamparo que supone escuchar que hay cosas que nunca jamás se olvidan y cosas que sí, se juega la vida de Fabio, entre el adentro y el afuera, entre lo aprendido y lo no sabido, en un trayecto vital cargado de subidas y bajadas tan agresivas como las calles bogotanas. Del Fabio atravesado por el olvido se dice que “tenía diez dedos y pocas, poquísimas, verdades”. Y de todas ellas se va enterando: un amor, una muerte, las continuas caídas llenas de sangre y la nueva subida con lágrimas que huyen de sus ojos como él mismo pedaleando con todo el cuerpo hacia un mar que no ha visto.

Una deriva en bici

Cuando Fabio deja de saber, es miércoles, “el único día de la semana en el que lo que se aprende se olvida”, dice el libro. También un miércoles —7 de julio— se estrenó el pódcast que Alejandra Algorta hizo para el Festival épico 2021 sobre esta misma historia. Pero si el libro empieza diciendo que hubo un olvido, el pódcast inspirado en la historia de Fabio lo hace con el aprendizaje: se encuentra el oyente con los fragmentos del momento en que Fabio, ayudado por su padre, empezó a manejar bici. Con la sonorización de Manuel Rocha Iturbide (autor de una instalación sonora sobre bicicletas presentada en el Parque de la Electrificadora de Barranquilla el día del lanzamiento del pódcast), y las voces de Alejandra Algorta y Pedro Carlos Lemus, el pódcast también nos comparte la caída de Fabio y su enunciado sobre el terror de perder: “Caer no debe ser nunca la última cosa que uno ha hecho”.

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Pero, quizás sobre todas las cosas, el pódcast es una invitación a una deriva callejera: a salir en bici después del encierro (o en medio de). Valiéndose de una tercera persona, el audio describe sensaciones del inicio de la pandemia: “El cuerpo te empezó a cambiar en los días del encierro. Se atrofia. Leíste en el celular que después de cierto tiempo toda tu piel es nueva, el cuerpo es otro. ¿Sabrá, tu nuevo cuerpo, cómo hacer lo que hacía? Tu bicicleta es la misma pero sin ti no anda, sin ti no viaja, no sabes si te reconozca. ¿Qué va a pasar con ella si no te vuelves a mover?”.

Gracias a este ejercicio metaliterario y poético, Algorta imagina el después de su personaje, uno que sólo tiene sentido en el encuentro con el lector o el ciclista-lector, en el salir a la calle y recibir el viento cortante. “Ya te estás moviendo, baja el tapabocas, libera tu rostro y respira con la cara entera. Este también es tu olor y esta calle es también tu casa. Inhala, deja entrar a tu cuerpo el mundo”, dice.

Según Valería Luiselli, el que va en bicicleta “tiene la posibilidad de demorarse en los detalles y la libertad de pasar por alto lo innecesario”. A un camino de detalles y libertades posibles nos lleva Fabio con este pódcast de 20 minutos en el que su autora nos invita a andar y a vivir el fin de un encierro.

Escuche el pódcast en el SoundCloud de Círculo Abierto, fundación que hace cinco años organiza el Festival épico: https://soundcloud.com/circuloabierto.

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Por Kirvin Larios

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