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Así explica esta película su director, el colombiano Fabián Hernández, que presenta este jueves en la sección Horizontes Latinos del festival español de cine de San Sebastián.
Está protagonizada por el debutante Dilan Felipe Ramírez Espitia, que ganó un premio en el festival de Lima por su interpretación de un joven que vive en un internado y sale para pasar la Nochebuena con su madre y su hermana, que se dedica a la prostitución.
"La película está filmada en los sectores en los que crecí y el guion se alimentó mucho de mis vivencias y de otras que he presenciado", asegura Hernández, que incluso reclutó para la cinta a algunos de sus conocidos de la infancia "que seguían vivos", destaca.
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Conflictos comunes de la adolescencia como las dudas sobre la propia sexualidad "que nos persiguen toda la vida a los seres humanos", apunta el cineasta, tienen en el caso de Carlos, el protagonista, motivos añadidos para permanecer ocultos.
Solo de puertas adentro se permite "entender lo que está tratando de entender", dar rienda suelta a su parte más sensible y darse cuenta de que "tal vez no es el macho que le imponen ser".
"Para mí ha sido una experiencia muy emocional, yo también me tuve que confrontar para ser un macho", confiesa el director y guionista, que nunca pretendió hacer una película esperanzadora. "Los contextos siguen siendo complejos y salir adelante hace atravesar mucho dolor", afirma.
Hernández ya tenía experiencia previa en el rodaje con actores no profesionales después de cuatro cortos con adolescentes del barrio, un aprendizaje que le permitió generar escenas y diálogos que rezuman verdad.
“Yo tengo un ángel”
El lenguaje de la película tiene mucho del argot propio de las calles más duras de Colombia y encuentra también en la música un medio de expresión importante, con la salsa, el merengue, el rap o el ballenato y, sobre todo, del reguetón "Yo tengo un ángel", del artista Gallego.
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"Es la canción de cuna de los muchachos, los representa, los identifica con su contexto social, habla de los peligros de la calle y de la exigencia de salir y luchar", destaca Hernández.
De hecho, algunos de los intérpretes -ninguno de ellos había hecho antes una película- se vincularon al proceso artístico a través del rap antes de pasar a la actuación, relata el director.
La soledad
El protagonista desea reunir a su familia para pasar la Nochebuena, pero se ve involucrado en una serie de sucesos que lo empujan a sentirse cada vez más solo, con escenas como el encuentro alrededor de una hoguera de un grupo de chicos que parecen ser más conscientes que nunca de su propio desamparo.
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“Escapar de la melancolía en esos contextos es muy difícil, la Navidad está muy marcada por las ausencias y estos chicos sufren mucho abandono paternal”, explica Hernández.