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El libro es el resultado de una construcción que lleva varios años, en la recopilación de historias que existen en el territorio del alto Putumayo. Las autoras contaron que son historias narradas por mayores de la comunidad Inga, incluida su madre. En ella, se habla de la identidad, de reconocerse como Ingas, para que las nuevas generaciones se apropien y conserven ese legado.
Las hermanas Tisoy pertenecen a la comunidad Inga, vienen desde la vereda Vichoy, del municipio de Santiago, en el valle de Sibundoy, Putumayo. Allí llevan procesos de conservación y promoción de sus tradiciones culturales y espirituales, como el colectivo Kusikui que promueve el fortalecimiento del tejido y las medicinas naturales, o procesos etnoeducativos como la sala de lectura Taita Gabriel Tisoy Mansajoy, enfocada en la promoción de la lectura para niños.
El domingo 21 de abril, presentaron en la FILBo su libro, “historias cortas en inga y kichwa para niñas y niños”. Que busca mostrar la sabiduría y el conocimiento sobre el territorio, las plantas y la medicina tradicional. Contó con la presencia de sus autoras, incluida la mama Esperanza, sabedora de la comunidad Inga y ex gobernadora del cabildo de Santiago, quien inspiró una de las historias del libro, también estuvo presente el artista e investigador visual, Jeisson Castillo, quien realizó el proceso de ilustración.
“Queremos dejar ese mensaje a los corazones y espíritus de las personas que puedan leerlo, es el gancho para que todos podamos leerlo y se facilite la lectura. Para que los conectemos con esa medicina y energía que todos somos, la conexión con nuestros animales, plantas, paisajes y visiones”, mencionó Sandra Tisoy.
El proceso detrás de la creación del libro
Muskuy Tisoy, una de las autoras del libro y quien hace parte de la comunidad Inga y lidera el colectivo Kusikui, habló sobre el proceso para hacer de esta publicación una realidad.
La investigación del libro, comenzó hace cuatro años, aunque como mujeres Inga, ya venían en un proceso de recibir historias que según Muskuy “lo consideramos que venía del vientre de nuestra madre y en la compañía de nuestra madre, nuestro padre y nuestra familia, ya veníamos recibiendo esa energía de historias, de sabiduría”. Dentro de la recolección de las historias, llegó un momento, donde se dieron cuenta de que muchos abuelos y abuelas iban muriendo, por lo que muchas historias no se las alcanzaron a contar.
“Fue ahí donde vimos la importancia de visitar a los mayores, y rescatarlos como bibliotecas vivas. También en nuestra familia conservamos la tradición de encender el fuego, de contar las historias, las vivencias y las anécdotas”. Ese fue el punto de partida para empezar a documentar, contó la autora, que se vio preocupada porque en bibliotecas no hay una literatura inga. Es por eso que en este libro, precisamente, se abre el camino para la construcción de herramientas escritas en diferentes lenguas nativas y que se puedan encontrar en bibliotecas.
En la obra se pueden encontrar tres relatos cortos que reúnen la tradición Inga, y las vivencias en su comunidad. Por ejemplo, mencionó Muskuy “la historia de la mujer del monte y cómo su energía se transmite a nuevas generaciones; la de la transformación de los hombres y las mujeres en jaguares; y otra sobre cómo se encendía el fuego con dos piedras negras del río, una práctica que ya no se realiza”. En estas narraciones está la posibilidad de retomar o de revivir esa memoria.
La sabedora Inga mencionó que este proceso puede fortalecer la identidad en los niños de la comunidad. ”Cuando un niño sabe, conoce de su naturaleza, de su raíz, de las transformaciones del jaguar, sabe lo que significa la Madre Monte, Sacha Warmi y se va a conectar con su sabiduría y no va a dudar el propósito y su identidad. Siento que eso es algo fundamental para que también todos, abracemos la Madre Tierra. Hay cambios y situaciones muy difíciles, como lo que se está viviendo con el cambio climático, y también podría nombrar la depresión que se está dando en la juventud, precisamente, por la duda de identidad dentro de los niños. Si entienden su identidad, también lo harán con la magia que tiene la vida y van a sentir seguridad”.
El libro está en tres lenguas: español, kichwa e inga. El inga es una variedad que tiene un poco de kichwa del Ecuador y un poco de quechua del Perú. Para la autora, si uno piensa o escribe en lenguas nativas, es porque las siente y tiene un deseo de preservarlas.
Por su parte, la mama Esperanza, que fue una de las personas que aportó a la reconstrucción de las historias, relató que con estos procesos se invita a conocer la vida en su territorio, a valorar la tradición indígena, así como es una apuesta para la etnoeducación. El libro puede servir como material para las escuelas bilingües, para que los niños tengan la posibilidad de aprender en su propia lengua.
“Sí, eso, hace años ya, cuando ya tardecito, como de decir al amanecer, puede ser entre oscuro y claro. Cuando llegó un tigre cargado con unos plátanos, así amarrado con las mismas guascas del plátano puesto al hombro, iba llegando a la casa, yo lo miraba que iba llegando, pero al momento que mi suegro, que era médico tradicional de los duros, salió a ver quién venía, se desapareció el tigre, ya se volvió en un personaje, que lo saludó Taita Gabriel, lo Venía a visitar, pero en yagé”, dijo mama Esperanza sobre una de las historias donde se relata de la transformación del humano en jaguar.
Sobre el proceso de ilustración, Jeisson Castillo mencionó que este libro tiene mucho que ver con la defensa del territorio y además se presenta como un homenaje a los abuelos y las abuelas, para ofrendar al linaje de las familias Ingas. “El arte empieza a ser una herramienta y no un fin. Arte para acompañar procesos educativos”, agregó el artista.
Las ilustraciones incluyen retratos, plantas, paisajes, y visiones. ”Las imágenes son el producto de un encuentro de varios años con la familia Tisoy. Momentos desde las ceremonias del Yagé hasta el compartir de la chagra o la música. Varias de estas imágenes tienen gran influencia de la planta del remedio que guía la visión, y me permite ver, es un encuentro con el alto Vichoy en el valle de Sibundoy”, dijo Castillo.
El libro estará disponible durante la FILBo 2024 en el Pabellón 18-20, stand 103.