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Suena como una de esas canciones de Disney, pero de las que hacen llorar hasta al más escéptico y tocan las fibras más hondas y dolorosas que evocan pérdidas. Esas en las que los que dicen “no me gustan los musicales”, esconden que, lo que realmente les pasa, es que se conmueven y la melancolía los secuestra. Eso fue lo que logró Mike Wolf, un compositor de 74 años que vive en Wisconsin y se conmovió tanto al ver las imágenes de la guerra en Ucrania, que solo pudo tocar el piano.
Así se lo contó a The Washintogn Post: que nada de lo que compuso fue planeado o tenía la intención de relacionarse con Ucrania, pero que tampoco pudo pensar en otra cosa cuando sus dedos se inventaron melodías que solo querían que ese sufrimiento terminara, que esas bombas jamás estallaran, que esas personas dejaran de morir.
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“Our place in time” fue la balada que resultó del ejercicio con el que quiso aislarse de esas imágenes y darle un tratamiento distinto a su impotencia. Es una canción en la que “chocan la esperanza, la alegría, el dolor y la angustia” le dijo Wolf al medio ya citado.
Y como el problema es universal, sueña con que esta composición sea escuchada en el mundo para despertar una consciencia que para él ya es una convicción: cada muerte ocurrida durante una guerra le incumbe al mundo. Fue también por esto que Rafael Rico, compositor y productor musical en Caracas, se conmovió con la canción, pero, sobre todo, con la intención de Wolf, y se comprometió a buscar la cantante para interpretarla.
Dejó de ser una balada, un intento por ayudar o acercarse al dolor de otros, para convertirse en un proyecto: más músicos se involucraron en un lenguaje tan universal como las artes.
“Rico contactó a una presentadora de radio venezolana que comenzó a cantar cuando ´estaba en pañales´, y ha ganado seguidores en las redes sociales por sus versiones de canciones de Disney. Thielen, de 23 años, dijo que su respuesta fue un sí inmediato y rotundo: ‘La música tiene esta universalidad que todos entienden’. Incluso si no hablas el idioma o no sabes teoría musical, aún puedes relacionarte con lo que estás escuchando. Por eso es tan poderosa y por eso supe que realmente quería cantar esta canción”, le dijo Thielen al The Washington Post.
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El video se grabó en el Teatro Nacional de Caracas, la capital de un país que comparte una realidad con Ucrania: su gente ha tenido que abandonar su país para proteger la vida y buscar algo de bienestar. Fue por esto que, además, Thielen aceptó sin chistar esta propuesta: se sintió cercana a una realidad en la que muchos de los suyos también han tenido que padecer el desarraigo, la carencia, el peligro y la distancia con la raíz.
“Espero que Ucrania esté arraigada en sus corazones y mentes después de escuchar esta canción”, fue lo último que le dijo Wolf a la periodista del periódico estadounidense, María Paul. Ella también fue la encargada de registrar la historia de Joe Trupia, un propietario de una empresa de fabricación de juguetes Citizen Brick, “que comenzó a hacer figuritas en miniatura a semejanza del presidente ucraniano Volodymyr Zelensky para recaudar dinero para el país”.
Así es como varios artistas alrededor del mundo se han solidarizado con la situación de Ucrania que, al parecer, tendrá que seguir enfrentando el conflicto hasta nueva orden: El Kremlin descartó este miércoles la idea de una tregua de Navidad o de Año Nuevo en el terreno. “No se ha recibido ninguna propuesta de nadie y este tema no está en la agenda”, declaró el portavoz de la presidencia rusa, Dmitri Peskov, preguntado sobre la posibilidad de una interrupción de los combates.
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