Una exposición sobre los criterios y efectos de los museos
La exposición “Hacer ver, provocar el archivo, agitar el museo” del Museo La Tertulia de Cali, reflexiona sobre los orígenes, funciones y construcción de criterios de los museos. Sobre su relación con la naturaleza y hasta la percepción de los medios con respecto a las mujeres que los han dirigido.
Laura Camila Arévalo Domínguez
“Y unos artículos hasta mal escritos: dizque “‘espectacular traje’”, dijo una persona que pasó por una de los recortes de periódico expuestos en una de las salas del Museo La Tertulia, dispuesta para la exposición “Hacer ver, provocar el archivo, agitar el museo”. El texto completo al que se refirió la visitante dice: “María Teresa Ramírez, con su espectacular traje, causó la natural conmoción de los asistentes a la inauguración del XX Salón de Artistas Nacionales en el Museo La Tertulia de la ciudad de Cali, en donde bajo los auspicios de Propal, se inició una gira por todo el país del discutido Salón”. Fue escrito para la portada del periódico El Espacio, edición que circuló el martes 24 de junio de 1969.
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“Y unos artículos hasta mal escritos: dizque “‘espectacular traje’”, dijo una persona que pasó por una de los recortes de periódico expuestos en una de las salas del Museo La Tertulia, dispuesta para la exposición “Hacer ver, provocar el archivo, agitar el museo”. El texto completo al que se refirió la visitante dice: “María Teresa Ramírez, con su espectacular traje, causó la natural conmoción de los asistentes a la inauguración del XX Salón de Artistas Nacionales en el Museo La Tertulia de la ciudad de Cali, en donde bajo los auspicios de Propal, se inició una gira por todo el país del discutido Salón”. Fue escrito para la portada del periódico El Espacio, edición que circuló el martes 24 de junio de 1969.
Esa es una de las piezas más visibles en esta sala llamada “Develar, ¿unas señoras a cargo”, en el que se propone una reflexión sobre la percepción de la prensa con respecto a las mujeres que hacían parte del museo.
Hay otro recorte del País de Cali titulado: “¿Una obra de arte?, ¡bah!”: “con una orquídea en la mano y una libreta de apuntes en la otra, esta joven estudiante inspeccionó ayer una original obra que se exhibe en el Festival Nacional de Arte. Al cabo de varios minutos -que algunas personas aprovecharon para admirar la no menos original minifalda -la joven se retiró del lugar con un ‘¡bah!’”. El recorte es de septiembre de 1969. Y así se repiten varios textos en los que, lejos de ser las protagonistas, las obras de arte sirven más bien de fondo para las fotografías sociales, en las que, además, no hay muchos comentarios sobre los artistas que inauguran ni sus trabajos, sino los vestidos de las señoras que asistieron al evento.
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Este momento de la muestra propone una revisión a la función de las mujeres que ocupaban cargos directivos en el Museo La Tertulia: ¿se les percibía como directoras? O su rol era más bien el de cuidar a las “gentes importantes” que asistían al recinto. ¿Eran parte importante del evento por su papel como líderes de una institución cultural? O las encargadas del bienestar general de los que necesitaran algo, lo que fuera: comer, hablar o mirar. Si los comentarios de la prensa se referían a la ropa y los escotes de las mujeres que atendían estos lugares, ¿el museo se concebía como un sitio para resguardar, proyectar y generar conocimiento a través del arte? O era más bien el lugar propicio para la pose, para la farándula.
“Al revisar el archivo del Museo aparecen indicios de una historia que, a pesar de cualquier esfuerzo investigativo, se nos escapa en su completitud; la de un grupo de mujeres que construyó un proyecto a partir de ingenio y redes de afectos que permanentemente movilizaron para hacer frente a la precariedad. Justificado en el mito de la modernidad, durante gran parte del siglo XX, solo algunas mujeres blancas-mestizas, gracias a su clase social, lograron acceder al mundo laboral. No obstante, fue principalmente en el sector cultural que pudieron ocupar lugares de poder y visibilidad. A cargo de la transferencia y salvaguarda de las tradiciones, de las mujeres, además de madres, se esperaba que fueran educadoras y cuidadoras en el ámbito de lo social. No parece gratuito en este contexto la afinidad instaurada entre cultura, gestión, mujer y cuidado”, dice uno de los textos curatoriales escritos por Melissa Aguilar.
Mónica Restrepo, Nicolás Bonilla y Aguilar fueron los encargados de elegir las piezas, conceptos y propuestas para esta exposición que “propone una relectura de las colecciones del Museo a tres voces mediante gestos o acciones de archivo”. Según ellos, en este ejercicio se formulan preguntas por una serie de cuestiones alrededor del museo, como un lugar en permanente disputa, en el que conviven tanto la necesidad de encontrar las maneras para sanar –o al menos coexistir con– sus orígenes coloniales y extractivistas, como los deseos de deconstruir la institución misma, algo que hoy urge para construir vínculos más críticos con las formas del presente.
Además de registros de periódicos y archivos fotográficos, en donde sobresalen personajes como Marta Traba, Eduardo Villamizar y Fernando Botero, hay piezas de arte contemporáneo. Una estudiante universitaria se acercó a una de ellas: De la serie “Vestidos”: “Falda”, “Bufanda” y “Chaqueta”, ensamblaje, lana, vidrio y aluminio, de la artista María Angélica Medina. Después de reírse, con un sonido que se sintió como una desilusión burlona, como una resignación que se reiteró, dijo: “Es que no entiendo nada, de verdad. Decime vos qué es esto. O decime vos que entiendes de esto”. La persona que la acompañaba le respondió: no tienes que entender nada porque se trata es de lo que tú percibas, independientemente de si eso tiene o no que ver con la intención de la artista al hacer la obra. Tómate otros minutos. Te espero”.
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Uno de los objetivos de esta exposición es revisar el funcionamiento de los museos. Es decir, preguntarse por lo que, como institución, catalogan, preservan y cuidan, pero también seleccionan. Y después de revisar estos puntos, acercarse a sus criterios, porque los museos exhiben según sus criterios, pero ¿quién los define? ¿Bajo cuáles intereses? ¿Qué es lo que realmente debería proponer un museo? Según el líder del equipo de mediación del Museo La Tertulia, como instituciones coloniales, estos lugares se crearon a partir de países primermundistas: se recolectaron objetos interesantes o peculiares de países colonizados para exhibirlos en sus estructuras. “Ya no es así, pero hay que tener claro el origen de estos lugares para comenzar a analizarlos”, dijo Leonardo Marulanda.
“Las colecciones y los archivos, más allá de una acumulación de objetos, documentos u otras formas de memoria que conviven, en muchos casos, azarosa y problemáticamente dentro de una institución, son, ante todo, representaciones discursivas que como actos de habla en potencia dan cuenta de su capacidad para convertirse en acciones y transformar la realidad”, dice el texto curatorial, en el que además se aclara que uno de los propósitos fundamentales de los museos contemporáneos es investigar y generar conocimiento. “En este sentido, el uso y la finalidad de archivos y colecciones debería entenderse desde su eficacia para pensar el presente, es decir, para actualizarse a través de preguntas que nos ayuden a comprender el estado de las cosas y el lugar de los conceptos con los que moldeamos el mundo”.
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