Una historia de oro y coca, de riqueza y maldiciones
Este 26 de julio se presentará el libro “La tierra de los tesoros tristes” en la Librería Prólogo. Simón Posada, autor del libro, hablará con el antropólogo y escritor Carl Henrik Langebaek.
El lanzamiento del libro “La tierra de los tesoros tristes: la maldición del oro y la coca en la historia de Colombia”, se realizará este 26 de julio en Bogotá.
Su autor es Simón Posada Tamayo (Medellín, 1983). Es periodista y ha trabajado en CNN en Español, BBC News Mundo, Univision, El Colombiano, El Tiempo, Grupo Editorial Planeta, KienyKe, RCN Televisión y las revistas SoHo, Don Juan, Semana y Cambio. Es autor de dos libros de crónicas y sus trabajos en prensa han sido publicados en varias antologías. Estudió guion cinematográfico en la Escuela Internacional de cine y televisión de San Antonio de los Baños, Cuba y fue ganador del Premio Nacional Simón Bolívar a mejor crónica en 2015.
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“La tierra de los tesoros tristes” recuerda a Coriolano Amador, uno de los hombres más ricos y excéntricos de Colombia en el siglo XIX, que adquirió un objeto de oro que, probablemente, todos los colombianos han visto alguna vez, pero del que pocos conocen su historia ni significado.
A pesar de eso, ese objeto incomprendido esconde detrás una historia que va desde antes del descubrimiento de América, cuando la coca no era cocaína, sino una planta sagrada, y cuando el oro no era una moneda de cambio ni una forma de acumular riqueza.
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Por esta historia de la maldición del oro y la coca pasan los hombres que vaciaron con totumas y explosivos las lagunas de Siecha y Guatavita por el espejismo del mito de El Dorado; los españoles que entendieron que sin la coca los indios no podrían llenar las arcas de oro del imperio; los guaqueros y cazadores de tesoros, que perseguían luces fantasmales en las montañas para hallar las tumbas; los falsificadores de cerámicas indígenas que estafaron a los grandes museos del mundo; los millonarios excéntricos de Colombia en el siglo XIX, coleccionistas de rarezas, que trajeron los primeros automóviles a Colombia, que se salvaron de morir en el Titanic y que hacían fiestas con fuentes llenas de champaña en los días en que llegar a Europa era una travesía de semanas en mula y barco.
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