“Una mirada honesta”: la historia del fotógrafo que capturó “La mano de Dios”
El documental narra la vida y obra de Eduardo Longoni, fotoperiodista que capturó momentos históricos de Argentina, como la última dictadura militar y el gol anotado por Maradona a Inglaterra en el Mundial del 86. Entrevista con Roberto Persano, uno de los directores de la cinta.
Danelys Vega Cardozo
“Una mirada honesta” es un documental sobre Eduardo Longoni. ¿Cómo conocieron a este fotoperiodista?
A Eduardo lo conocimos haciendo nuestra anterior película: Los indalos, que es un documental sobre Aurora Sánchez, quien tiene a su hijo y a su hermano desaparecidos tras el copamiento del cuartel de La Tablada. Las fotos de Eduardo sirvieron para dar cuenta de lo que fue ese operativo y para enjuiciar después a los responsables de esas desapariciones. Cuando nos contactamos con él, vimos que tenía más fotos, que eran muy significativas para la historia argentina. Por eso, nos pareció fundamental poder dar cuenta de quién era, de la persona que estaba detrás de la cámara y contar la historia de esas fotos, que dan cuenta de los últimos cuarenta años de nuestra historia.
¿A qué conclusión llegó después de grabar la película? ¿Quién era?
Había visto muchas de sus fotos, pero a medida que lo fuimos conociendo más, nos dimos cuenta de que es un grande de la fotografía argentina, un tipo muy humilde, con un perfil bajo y tranquilo, pero que siempre está poniendo su cámara y su trabajo al servicio de las luchas por la verdad y la justicia; es un militante y su cámara es la herramienta para eso. Creo que es una persona a la que Argentina le debe mucho, porque en sus fotos está la memoria de este país.
¿Entonces “Una mirada honesta” también es una herramienta de memoria?
Sí… porque esas fotos hablan de la memoria de Argentina.
Le invitamos a leer: La historia detrás de la película “Argentina, 1985″
¿Por qué decidieron que la película llevara el mismo nombre que la retrospectiva que realizó Longoni con sus fotografías?
Él venía trabajando esa retrospectiva y nos pareció interesante sumarla como una guía narrativa. Eduardo se retira de las calles, como vemos al inicio de la película, pero saca esta retrospectiva, que pensamos en función de la película, con imágenes de los cuarenta años de la historia argentina. Por eso lleva el mismo nombre. En el documental también trabajamos un costado más íntimo de él, con la vinculación con su madre y las primeras fotos en las cuales fue retratado por ella.
Durante el rodaje, ¿qué aspectos de la vida del fotoperiodista le llamaron más la atención?
Justo en el momento que arrancamos el rodaje, él se estaba replanteando si seguía trabajando en la calle. Entonces, había una reconversión hacia un perfil más artístico. Nosotros considerábamos que era y es un artista por la sensibilidad de sus fotografías, la poetización de un hecho, de una captura de un momento determinado. Pero también él se sigue sintiendo un fotógrafo, como dice al final de la película.
Y quizás no dejará de serlo…
No, nunca dejará de serlo…. Hoy en día, con una cámara digital pequeña, te saca fotos maravillosas. El título del documental, Una mirada honesta, también tiene que ver con la mirada de él. La cámara con la que tomó la fotografía de Diego Armando Maradona con el famoso gol a los ingleses, él la vendió en su momento, porque no tiene un apego hacia el objeto. Nosotros siempre le decimos: “¿Y qué pasa si en un futuro quieres hacer un museo?”. Él nos responde que lo que más le importa es el momento, la fotografía en sí, pero no el dispositivo. Dice que lo relevante es la mirada, el ser humano que saca la foto.
Le recomendamos: “Todo no es un juego”: la violencia paramilitar convertida en coca
¿Por qué cree que la mirada de Eduardo Longoni es honesta?
Me parece que tiene que ver con el riesgo que tomó Eduardo en su momento y el servicio al que puso la cámara: a ayudar a causas de justicia, memoria y verdad. Entonces considero que es una mirada honesta, real y brutal para reflejar el presente y el pasado de Argentina. En una entrevista, él nos decía que ahora hay un montón de jóvenes que salen a las calles con sus celulares y están más accesibles a fotografiar, pero, que más allá de los artefactos técnicos, siempre lo importante será eso: tener una mirada honesta, comprometida con la verdad, con la defensa de los principios que uno tiene que defender con la memoria.
¿y usted tiene esa misma mirada?
Intento poner honestidad y amor en las cosas que hago. Me juzgarán después los otros si es honesto, pero intento que sea así. Esta es la quinta película que hacemos y todas están vinculadas a la memoria y los derechos humanos. Entonces, creemos que el cine documental es una herramienta para cambiar y reflejar las injusticias de nuestro país y el mundo. En cada película que hacemos ponemos nuestra mirada y honestidad.
¿Por qué le interesa tanto hablar de los derechos humanos desde el cine?
Nací en el año 76, cuando apenas se había iniciado el golpe de Estado en Argentina. Además, trabajo en un espacio de memoria: la Ex ESMA, que fue el centro de detención, tortura y exterminio más grande de Argentina. Por allí pasaron más de 5.000 personas. También soy hijo de la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo. Entonces, me parece que es nuestro deber como argentinos contribuir y apoyar con estas historias a esas luchas para el no olvido y la no repetición.
Le puede interesar: En fotos: así se vivió el Festival nacional del pasillo colombiano
¿Cómo este documental contribuye a ese fin?
Nosotros rescatamos la memoria con momentos claves de la historia argentina. Entonces, Eduardo y toda una generación de fotoperiodistas que ponían su cámara y su cuerpo en lo que estaba pasando en el país, pueden servir de ejemplo para estas nuevas generaciones. También esas imágenes son un claro ejemplo de esos hechos que sucedieron y no se pueden repetir. Hace unos días, en Argentina, hubo un proceso electoral, en donde el más votado fue Javier Milei, un candidato de extrema derecha, que inclusive niega el genocidio argentino. Así que mientras exista gente que piense eso, hace falta reafirmar lo que sucedió y las imágenes de Eduardo son un medio para lograrlo.
“Una mirada honesta” es un documental sobre Eduardo Longoni. ¿Cómo conocieron a este fotoperiodista?
A Eduardo lo conocimos haciendo nuestra anterior película: Los indalos, que es un documental sobre Aurora Sánchez, quien tiene a su hijo y a su hermano desaparecidos tras el copamiento del cuartel de La Tablada. Las fotos de Eduardo sirvieron para dar cuenta de lo que fue ese operativo y para enjuiciar después a los responsables de esas desapariciones. Cuando nos contactamos con él, vimos que tenía más fotos, que eran muy significativas para la historia argentina. Por eso, nos pareció fundamental poder dar cuenta de quién era, de la persona que estaba detrás de la cámara y contar la historia de esas fotos, que dan cuenta de los últimos cuarenta años de nuestra historia.
¿A qué conclusión llegó después de grabar la película? ¿Quién era?
Había visto muchas de sus fotos, pero a medida que lo fuimos conociendo más, nos dimos cuenta de que es un grande de la fotografía argentina, un tipo muy humilde, con un perfil bajo y tranquilo, pero que siempre está poniendo su cámara y su trabajo al servicio de las luchas por la verdad y la justicia; es un militante y su cámara es la herramienta para eso. Creo que es una persona a la que Argentina le debe mucho, porque en sus fotos está la memoria de este país.
¿Entonces “Una mirada honesta” también es una herramienta de memoria?
Sí… porque esas fotos hablan de la memoria de Argentina.
Le invitamos a leer: La historia detrás de la película “Argentina, 1985″
¿Por qué decidieron que la película llevara el mismo nombre que la retrospectiva que realizó Longoni con sus fotografías?
Él venía trabajando esa retrospectiva y nos pareció interesante sumarla como una guía narrativa. Eduardo se retira de las calles, como vemos al inicio de la película, pero saca esta retrospectiva, que pensamos en función de la película, con imágenes de los cuarenta años de la historia argentina. Por eso lleva el mismo nombre. En el documental también trabajamos un costado más íntimo de él, con la vinculación con su madre y las primeras fotos en las cuales fue retratado por ella.
Durante el rodaje, ¿qué aspectos de la vida del fotoperiodista le llamaron más la atención?
Justo en el momento que arrancamos el rodaje, él se estaba replanteando si seguía trabajando en la calle. Entonces, había una reconversión hacia un perfil más artístico. Nosotros considerábamos que era y es un artista por la sensibilidad de sus fotografías, la poetización de un hecho, de una captura de un momento determinado. Pero también él se sigue sintiendo un fotógrafo, como dice al final de la película.
Y quizás no dejará de serlo…
No, nunca dejará de serlo…. Hoy en día, con una cámara digital pequeña, te saca fotos maravillosas. El título del documental, Una mirada honesta, también tiene que ver con la mirada de él. La cámara con la que tomó la fotografía de Diego Armando Maradona con el famoso gol a los ingleses, él la vendió en su momento, porque no tiene un apego hacia el objeto. Nosotros siempre le decimos: “¿Y qué pasa si en un futuro quieres hacer un museo?”. Él nos responde que lo que más le importa es el momento, la fotografía en sí, pero no el dispositivo. Dice que lo relevante es la mirada, el ser humano que saca la foto.
Le recomendamos: “Todo no es un juego”: la violencia paramilitar convertida en coca
¿Por qué cree que la mirada de Eduardo Longoni es honesta?
Me parece que tiene que ver con el riesgo que tomó Eduardo en su momento y el servicio al que puso la cámara: a ayudar a causas de justicia, memoria y verdad. Entonces considero que es una mirada honesta, real y brutal para reflejar el presente y el pasado de Argentina. En una entrevista, él nos decía que ahora hay un montón de jóvenes que salen a las calles con sus celulares y están más accesibles a fotografiar, pero, que más allá de los artefactos técnicos, siempre lo importante será eso: tener una mirada honesta, comprometida con la verdad, con la defensa de los principios que uno tiene que defender con la memoria.
¿y usted tiene esa misma mirada?
Intento poner honestidad y amor en las cosas que hago. Me juzgarán después los otros si es honesto, pero intento que sea así. Esta es la quinta película que hacemos y todas están vinculadas a la memoria y los derechos humanos. Entonces, creemos que el cine documental es una herramienta para cambiar y reflejar las injusticias de nuestro país y el mundo. En cada película que hacemos ponemos nuestra mirada y honestidad.
¿Por qué le interesa tanto hablar de los derechos humanos desde el cine?
Nací en el año 76, cuando apenas se había iniciado el golpe de Estado en Argentina. Además, trabajo en un espacio de memoria: la Ex ESMA, que fue el centro de detención, tortura y exterminio más grande de Argentina. Por allí pasaron más de 5.000 personas. También soy hijo de la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo. Entonces, me parece que es nuestro deber como argentinos contribuir y apoyar con estas historias a esas luchas para el no olvido y la no repetición.
Le puede interesar: En fotos: así se vivió el Festival nacional del pasillo colombiano
¿Cómo este documental contribuye a ese fin?
Nosotros rescatamos la memoria con momentos claves de la historia argentina. Entonces, Eduardo y toda una generación de fotoperiodistas que ponían su cámara y su cuerpo en lo que estaba pasando en el país, pueden servir de ejemplo para estas nuevas generaciones. También esas imágenes son un claro ejemplo de esos hechos que sucedieron y no se pueden repetir. Hace unos días, en Argentina, hubo un proceso electoral, en donde el más votado fue Javier Milei, un candidato de extrema derecha, que inclusive niega el genocidio argentino. Así que mientras exista gente que piense eso, hace falta reafirmar lo que sucedió y las imágenes de Eduardo son un medio para lograrlo.