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La obra de los artistas Powerpaola (Paola Gaviria) y Lucas Ospina, que se exhibía por medio de un muro del Centro Colombo Americano, fue destruida la mañana del pasado 23 de septiembre. Los dos artistas habían sido invitados por el director artístico y curador del 45 Salón Nacional de artistas, Alejandro Martín, que propuso la exposición “Arquitecturas narrativas” para ser una de las muestras que intentaran explicar el título de esta edición “El revés de la trama”.
El trabajo de Ospina y Powerpaola comenzó el pasado miércoles, 18 de septiembre. Acoplándose a las condiciones del clima, que en Bogotá no suelen ser previsibles, le dieron inicio a la conversación que a veces debía pausarse o acelerarse dependiendo del sol, la lluvia, el frío o el calor de la ciudad. Los picos climáticos no fueron un problema. Estaban trabajando con las pinturas y la libertad que necesitaban para lograr una charla espontánea que iba saliendo de las preocupaciones y los intereses de cada uno. Los días transcurrieron sin novedad hasta el domingo en la noche, momento en el que la obra ya estaba visiblemente adelantada, pero no terminada. Nunca se terminó.
Después de que el encargado de borrar los dibujos dejara la pared blanca, Ospina, en presencia de Andrés Gaitán, coordinador del grupo de Artes Visuales del MinCultura, comenzó a convertir su obra y la de Powerpaola en un palimpsesto que daba cuenta de lo que se había borrado. Lo que inicialmente era un dibujo del presidente Donald Trump, manejando como un títere al ex presidente Álvaro Uribe, quien al mismo tiempo manejaba las cuerdas del actual presidente de Colombia, Iván Duque, se convirtió en un letrero que decía: “Aquí estaba un político como titiritero con su títere (Uribe- Duque)”.
Aunque ninguno de los dos artistas ha dado declaraciones oficiales sobre lo ocurrido, en sus perfiles de Instagram es claro el disgusto y asombro: Ospina publicó varias fotos del antes y el después del mural, y en una de ellas sobresale un letrero rojo y blanco que dice “Esta obra, todavía sin terminar, el diálogo de dos artistas del 45 Salón Nacional de Artistas en el muro del Centro Colombo Americano de Bogotá, fue tapada censurada y destruida”. Por su parte, Powerpaola tiene una serie de imágenes en la que demuestra el proceso desde la génesis de la obra, hasta su destrucción.
Por su parte, la directora ejecutiva, Carolina Muñoz, reiteró su defensa a la libertad de expresión de los artistas, y aclaró que “Desde la institucionalidad ha habido una total libertad para el desarrollo de los proyectos curatoriales, así como de las obras de los artistas invitados”.
Las directivas del Centro Colombo Americano no se han pronunciado al respecto. Dicen que en el transcurso del día se emitirá un comunicado en el que darán las respectivas declaraciones que reflejen su postura y que no darán entrevistas.
Ninguno de los funcionarios de esta entidad se presentó en el lugar de los hechos, ni durante la construcción de la obra ni en medio de la destrucción.
El 45 Salón Nacional de Artistas es uno de los eventos artísticos más importantes del país, que, además, es promovido y ejecutado con recursos del Ministerio de Cultura. Ninguno de los dos directivos que representan al ministerio discutieron los contenidos con los artistas, ya que, como lo aseguró Andrés Gaitán, la obra siempre ha sido un asunto que se ha manejado con libertad y respeto.
En la invitación que le hicieron a Lucas Ospina y Powerpaola, inicialmente solo se puntualizó, por medio de un contrato, sobre unas obras producidas por ellos que se exhibirían en los salones del Colombo. Después la entidad les ofreció a los artistas intervenir el mural, pero nunca se especificaron las condiciones de este convenio, que, según Gaitán, “Fue un préstamo a ojo cerrado”. Esto quiere decir que, a pesar de tratarse de una censura a dos artistas invitados por el salón, el Colombo Americano no estaría faltando en el contrato que adquirió con ellos.
Según personas cercanas a Ospina y Powerpaola, aún estos dos artistas no salen del asombro ya que “esta arbitrariedad y censura nunca la esperaron”. “Es increíble que una obra sobre el diálogo sea destruida sin aviso, precisamente evitándolo. Pasando por encima de las libertades de los artistas y de los ciudadanos que, de no ser por las fotos, nunca hubiesen visto el registro de la obra”, concluyeron.