Una obra inacabada de Beethoven fue terminada con inteligencia artificial
El director de orquesta levanta su batuta y la música empieza a sonar ante un público expectante, que intenta descubrir la huella de Beethoven en una melodía basada en unas cuantas notas suyas pero completada con la ayuda de la inteligencia artificial.
Nina Larson y Eloi Rouyer - AFP
La obra, interpretada en una sala de Lausana (Suiza) por la orquesta Nexus, está inspirada en un puñado de notas que el genial compositor alemán dejó, posiblemente fragmentos de su 10ª sinfonía y fue terminada en unas horas gracias a la tecnología.
En cuanto estuvo terminada, la orquesta ensayó esa pieza inédita durante un rato y, esa misma noche, la presentó en un concierto. La obra se llama BeethovANN 10.1 y fue creada gracias a un programa de inteligencia artificial. “ANN” se refiere al acrónimo (en inglés) de Red Neuronal Artificial, una de las formas de la inteligencia artificial.
“No sabemos demasiado bien cómo resultará. Está esa parte un poco imprevista, pero hay que entender que no es el resultado lo que cuenta, si no el proceso”, había explicado días antes a la AFP Guillaume Berney, el director de orquesta.
Lea también: Beethoven, la Novena Sinfonía y una ética universal
Detrás de BeethovANN 10.1 está Florian Colombo, un violoncelista que ha dedicado largos años al proyecto de enseñarle a una máquina cómo componer siguiendo el estilo de uno de los más grandes músicos de la historia.
El jueves, Florian Colombo abrió el fichero Symphonie 10.1 en una gran pantalla y, con un solo clic, generó la partitura final para la obra, que dura unos 5 minutos.
Tras ello, Guillaume Berney efectuó algunos ajustes armónicos y la pieza fue presentada al público esa misma noche. Este viernes está previsto realizar una segunda representación.
“Es bastante genial ver esto, es como estar en la unidad de maternidad, es un nacimiento”, afirmó el director de orquesta, con las primeras hojas de la partitura en la mano. “En cuanto a lo que veo a nivel armónico, estamos más bien en la época de Beethoven, así que podemos decir que es un éxito”.
- Con un solo clic -
Durante el ensayo, Florian Colombo confesó su “emoción”. “Hay un toque de Beethoven pero esto es verdaderamente BeethovANN, es algo por descubrir”, apuntó.
“Hay algunas cosas que están muy bien, otras que están fuera del estilo pero es agradable. Quizá le falta la chispa del genio”, señaló el director de orquesta, sonriendo.
Colombo, investigador informático de la prestigiosa Escuela Politécnica Federal de Lausana, educó a las redes de neuronas artificiales con los 16 cuartetos de cuerda de Beethoven y sus acordes particulares, y luego le pidió que compusiera a partir de fragmentos lo que habría podido convertirse en la 10ª sinfonía.
“La idea es poder apretar el botón y tener la partitura completa para la orquesta sinfónica entera, sin más intervenciones que mi trabajo previo”, explicó el investigador, que empezó con el proyecto “hace casi diez años”.
El objetivo del investigador, que está creando una empresa emergente, es “aportar esas herramientas a los músicos profesionales, a los aficionados, a las orquestas, para que todo el mundo [...] pueda componer de manera lúdica [...] o crear partituras a medida para necesidades específicas”.
Y si alguien ve en esta idea un insulto a Beethoven, Guillaume Berney responde: “Esto no es en absoluto ofensivo. Los compositores de la época eran todos vanguardistas. Siempre buscaban nuevas formas de hacer las cosas”.
La obra, interpretada en una sala de Lausana (Suiza) por la orquesta Nexus, está inspirada en un puñado de notas que el genial compositor alemán dejó, posiblemente fragmentos de su 10ª sinfonía y fue terminada en unas horas gracias a la tecnología.
En cuanto estuvo terminada, la orquesta ensayó esa pieza inédita durante un rato y, esa misma noche, la presentó en un concierto. La obra se llama BeethovANN 10.1 y fue creada gracias a un programa de inteligencia artificial. “ANN” se refiere al acrónimo (en inglés) de Red Neuronal Artificial, una de las formas de la inteligencia artificial.
“No sabemos demasiado bien cómo resultará. Está esa parte un poco imprevista, pero hay que entender que no es el resultado lo que cuenta, si no el proceso”, había explicado días antes a la AFP Guillaume Berney, el director de orquesta.
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Detrás de BeethovANN 10.1 está Florian Colombo, un violoncelista que ha dedicado largos años al proyecto de enseñarle a una máquina cómo componer siguiendo el estilo de uno de los más grandes músicos de la historia.
El jueves, Florian Colombo abrió el fichero Symphonie 10.1 en una gran pantalla y, con un solo clic, generó la partitura final para la obra, que dura unos 5 minutos.
Tras ello, Guillaume Berney efectuó algunos ajustes armónicos y la pieza fue presentada al público esa misma noche. Este viernes está previsto realizar una segunda representación.
“Es bastante genial ver esto, es como estar en la unidad de maternidad, es un nacimiento”, afirmó el director de orquesta, con las primeras hojas de la partitura en la mano. “En cuanto a lo que veo a nivel armónico, estamos más bien en la época de Beethoven, así que podemos decir que es un éxito”.
- Con un solo clic -
Durante el ensayo, Florian Colombo confesó su “emoción”. “Hay un toque de Beethoven pero esto es verdaderamente BeethovANN, es algo por descubrir”, apuntó.
“Hay algunas cosas que están muy bien, otras que están fuera del estilo pero es agradable. Quizá le falta la chispa del genio”, señaló el director de orquesta, sonriendo.
Colombo, investigador informático de la prestigiosa Escuela Politécnica Federal de Lausana, educó a las redes de neuronas artificiales con los 16 cuartetos de cuerda de Beethoven y sus acordes particulares, y luego le pidió que compusiera a partir de fragmentos lo que habría podido convertirse en la 10ª sinfonía.
“La idea es poder apretar el botón y tener la partitura completa para la orquesta sinfónica entera, sin más intervenciones que mi trabajo previo”, explicó el investigador, que empezó con el proyecto “hace casi diez años”.
El objetivo del investigador, que está creando una empresa emergente, es “aportar esas herramientas a los músicos profesionales, a los aficionados, a las orquestas, para que todo el mundo [...] pueda componer de manera lúdica [...] o crear partituras a medida para necesidades específicas”.
Y si alguien ve en esta idea un insulto a Beethoven, Guillaume Berney responde: “Esto no es en absoluto ofensivo. Los compositores de la época eran todos vanguardistas. Siempre buscaban nuevas formas de hacer las cosas”.