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En esos días en que la humanidad se encontraba encerrada, atrapada, y distanciada a “dos metros”, en la ciudad que enamoró e inspiró a Carlos Gardel; Buenos Aires, se reunían tres hombres, Gerardo Anchava, Leo Melis y Fernando Casas, por medio de una pantalla. De aquellos “encuentros” nació una idea, de esas que buscan marcar la diferencia, que le apuestan a hacer lo que otros hasta el momento no se han atrevido a hacer, por miedo o desinterés, vaya uno a saber; las razones siempre sobran. El momento de “ingenio” lo tuvo uno de los tres. Fernando Casas prendió el micrófono. Propuso algo inesperado. “Che, hagamos un homenaje a Los Redondos”, pero no de esos que ya se han hecho, sino de aquellos que aún no se han explorado; como el teatro.
Los roles se repartieron y cada uno eligió lo que quería hacer. Uno de ellos, que ni dramaturgo era, decidió emprender un viaje por el mundo de las letras. Fernando Casas dejó a un lado su traje de periodista y se vistió de guionista. No buscaba hacerle competencia a Shakespeare, lo suyo no eran las historias de amores con finales trágicos, sino aquellas llenas de rebeldía, revolución y cambio, como la de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.
Porque, aunque la historia tal vez no sea tan conocida en tierras colombianas, “Los Redondos” fueron la encarnación de “la rebeldía con causa”. La banda liderada por el Indio Solari surgió en 1976 y le apostó a todo un movimiento cultural y artístico que se desprendía del orden establecido. Del tú me das y yo te doy. Demostrando que “desde abajo” y manteniéndose fiel a sus principios también se puede alcanzar “las estrellas”. Y quienes se atreven a cuestionar al sistema, pronto, para bien o para mal, terminan siendo reconocidos. “Los Redondos” no fueron la excepción. Sus conciertos, que se asimilaban a un show teatral con mucho rock, llenos de magos, payasos, acróbatas y bailarinas desnudistas terminaron flechando a más de uno. Y aunque en 1985 su componente diferenciador desapareció por completo, sus fanáticos fueron creciendo. Las entradas a sus conciertos se agotaban con facilidad. Llenaban estadios sin parar. Pero hasta lo “bueno” tiene su final. El 2 de noviembre de 2001 el viaje de “Los Redondos” aterrizó en una pista sin retorno. Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota se disolvió para siempre.
“Más allá de la pluma del Indio Solari, más allá de la actitud grupal, más allá de cada una de las decisiones políticas, discográficas, y culturales, conocer la historia de Los Redondos también es, un poco, conocer la historia de los 25 años del país que va desde el 76 al 2001; desde que comienza la dictadura hasta que el país entra en una de sus mayores crisis”, señala Fernando Casas, productor artístico y guionista de Una Obra Redonda.
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Casas sabía que rendirle un homenaje a “Los Redondos” implicaba todo un ejercicio investigativo y creativo. Entonces los textos radiales y periodísticos se convirtieron en sus mejores aliados, junto con todos los recursos del teatro; desde trapecio, patín, hasta danza. Todo debía evocar la esencia de los primeros años de aquella aclamada e inolvidable banda. Pero aquello consignado en papel, solo se materializó hace tres meses. El 4 de septiembre de 2021 debutaron en el teatro La Trastienda. Dicen por ahí que por ese lugar han pasado artistas como Charly García, Café Tacvba, Luis Alberto Spinetta, Pedro Aznar y Jaime Roos; por mencionar algunos porque el repertorio es largo. Y como si fueran la “perfecta” reencarnación de “Los Redondos”, la asistencia a sus funciones llegó al límite. Los asientos vacíos brillaron por su ausencia. Las letras de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota se volvieron a escuchar al unísono de varios fanáticos nostálgicos. Los brazos se abrieron de par en par para agradecer a quienes le habían vuelto a poner vida a recuerdos de un pasado ya relegado.
El show continuó, pero se movió. “Una Obra Redonda” no sólo conquistó a Buenos Aires, sino también a otras tierras argentinas. La ciudad de Plata, que vio surgir a “Los Redondos”, presenció un 30 de octubre algo impensable: el “regreso” de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota en su versión teatral, representada por actores. Un día muy emotivo, sobre todo por un componente adicional: cumplía Maradona. “El primer año sin Diego…”, recuerda Fernando Casas con algo de melancolía.
Pero hasta “los más grandes” saben que siempre hay cosas que se deben mejorar. “En un poco de todo siempre estamos tratando de perfeccionarnos para la próxima función”, dice Casas. Sin embargo, durante el proceso llegar a un consenso no ha sido un impedimento. Las “diferencias” son escuchadas y bien recibidas. “Una actriz, a un mes del estreno, me sugirió algo y yo lo tomé…Y explotó por ahí la escena”.
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Una Obra Redonda también ha sido un espacio lleno de lecciones aprendidas y por aprender. “(...) Me deja constantemente el aprendizaje de estar en una arena que no es la mía, que es el teatro…Me deja la enseñanza de manejar expectativas, incertidumbre, certezas, y estar esperando siempre lo mejor…Y también disfrutar del aquí y el ahora (...)”, asegura Casas.
Muy pronto se acerca su final. El 28 de diciembre las luces se apagan y el telón se baja. Pero que no cunda el pánico porque está historia aún no tiene un cierre definitivo. Es solo una pausa en medio del camino. El siguiente episodio seguirá con su “transmisión” en vivo en el 2022. Y quién quita que el espectáculo se transporte a otras naciones como la uruguaya. Claro que… “Si lo dices no se cumple el deseo…Como lo canta Fito Páez”.
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