Una reconciliación con la magia y la incertidumbre de los deseos humanos
“Érase una vez un genio” se estrenará el próximo 8 de septiembre en salas de cine. La película, dirigida por George Miller, narra la historia de un genio desesperado que sale de una lámpara a ofrecer tres deseos a cambio de su libertad. La resistencia a su oferta será el punto de partida para esta historia sobre los anhelos humanos, la línea que separa a la realidad de la ficción y la incertidumbre.
Laura Camila Arévalo Domínguez
Hace algunos meses, un escritor colombiano habló sobre un libro que encontró en la biblioteca de su padre. Era sobre experiencias de personas que habían regresado de la muerte. Algunos de los que contaron sus historias eran médicos. Para el autor, uno de los valores de aquel libro era, justamente, contar con el testimonio de científicos que habían tenido una experiencia que para muchos era poco creíble, imposible y hasta ridícula. Los que se ceñían a lo comprobable, lo estudiado, a los hechos, hablando de un regreso del más allá. Para quién lee o escucha, la duda queda plantada: ¿será posible? Y esa anécdota se relaciona con el tema de la película dirigida por Miller.
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Hace algunos meses, un escritor colombiano habló sobre un libro que encontró en la biblioteca de su padre. Era sobre experiencias de personas que habían regresado de la muerte. Algunos de los que contaron sus historias eran médicos. Para el autor, uno de los valores de aquel libro era, justamente, contar con el testimonio de científicos que habían tenido una experiencia que para muchos era poco creíble, imposible y hasta ridícula. Los que se ceñían a lo comprobable, lo estudiado, a los hechos, hablando de un regreso del más allá. Para quién lee o escucha, la duda queda plantada: ¿será posible? Y esa anécdota se relaciona con el tema de la película dirigida por Miller.
“¿Quién sabe si existe el destino?” se pregunta Alithea Binnie, una de las protagonistas de “Érase una vez un genio”. Es una intelectual, una doctora solitaria e incrédula que, además, ha leído mucha literatura. Su especialidad es la narratología y sabe de mitos, leyendas, sucesos históricos, fantasías y realidades escritas en los libros. Cree tener muy clara la línea que separa la ficción de la realidad y se ajusta a la verdad, a su verdad. Su naturaleza la ha endurecido para asumir que, más allá de los escritores, no hay ni habrá compañía posible. Ya no sufre.
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Un viaje de trabajo a Estambul cambia todo lo que, hasta el momento, para ella era el mundo. Durante un paseo, compra una botella, un souvenir que llamó su atención. Horas después y, al llegar al hotel, la limpia y de allí brota un ser mágico (Idris Elba), quien lleva 3.000 años encerrado y tiene un afán que lo sobrepasa: encontrar la libertad, que solo podrá conseguir si ella pide tres deseos. Él es un genio. Ella, una desconfiada con muy buenos modales.
Y aquí es donde los médicos hablando de regresos de la muerte y la literata, con un genio en la habitación de su hotel, se cruzan. Aunque se impresiona, no se asusta. Lo mira y permite que se acomode y desacomode en ese espacio que, además, es demasiado pequeño para la forma que adoptó cuando salió de la botella. Él, rápidamente, le explica que no le hará daño, que solo está allí para darle lo que ella más anhele, con algunas reglas: no puede multiplicar sus deseos pidiendo más deseos, la naturaleza del ser humano es mortal, así que nada de pedir vida eterna y algunos otros límites que ella escucha mientras lo mira casi que sin parpadear. Para la racional Alithea, encontrarse con un suceso así cuestiona su cordura.
Al final de la introducción del genio, ella expone una de las tensiones de este filme: no confía en él ni en su oferta: “No existe ninguna historia sobre pedir deseos que no deje una lección”, pero la situación se complica aún más cuando suelta la frase más inesperada y angustiante para el genio: no tengo deseos.
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Las historias sobre cómo quedó aprisionado y los deseos que concedió, que fueron contadas a causa de preguntas de ella, pero también con el objetivo de convencerla de que, aunque no lo supiera, era imposible que no deseara nada, fueron las escenas siguientes que recrearon épocas e historias como el reino de Sheba. Y le confiesa que su torpeza o entrega en el amor fueron dos de los causantes de que fuese encerrado. Y luego también contó que la torpeza de alguien más, también en el amor, ocasionó que regresara a su cárcel. En total, estuvo allí tres veces, y esta es su gran oportunidad de salir. Le insiste en que no hay trampa: los deseos cumplidos solo llevan a circunstancias nuevas que contienen sus propios desafíos. Cada plano los tiene, cada situación, cada presente.
“Este Genio ha estado atrapado dentro y fuera de la botella durante tres mil años, por lo que está bastante desesperado. Lo que lo impulsa es su anhelo de entender lo que es ser un humano. Es un ser mágico con poderes y, sin embargo, también es vulnerable, atrapado por un hechizo. No estaba seguro de quién podría interpretarlo”, dijo George Miller sobre el personaje del genio, que meses después adoptó la cara de Idris Elba.
El actor londinense cuenta que una de las cosas que más le llamaron la atención sobre el genio fue que las historias que le iba contando a Alithea eran, aparentemente, una forma de darle trasfondo para convencerla de que deseara tres cosas, tres anhelos que le dieran su libertad, pero, realmente, eran una forma de hacer terapia, una vía para reflexionar sobre lo que había estado haciendo durante los 3.000 años que pasó en un círculo vicioso que lo devolvía las rejas: las consecuencias de sus decisiones. Una vez incorporado a la película, Elba comenzó a moldear al Genio en algo nuevo. Junto al director, analizó lo que se había hecho antes en el cine y trabajaron para intentar encontrar la verdad del personaje.
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“De alguna manera, este genio es más vulnerable, más humano. Sus historias nos llevan a través de la película y cuando tienes tanto invertido en un personaje, quieres que pueda conectarse con la audiencia. Queríamos hacer eso de manera auténtica a través de nuestra historia, pero sin saturar. Lo examinamos desde una perspectiva física, desde una perspectiva de diálogo y acento. Lo examinamos a partir de mi propia estructura biológica y pensamos en cómo eso afectaba o no la representación del personaje. Notar que este tipo estaba traumatizado de alguna manera y que ha vivido a través de una verdadera lucha, me ayudó a conocerlo como algo más que una figura mágica”, contó Elba.
La otra gran protagonista es Alithea, interpretada por Tilda Swinton, quien cuenta que su personaje, al momento de encontrarse con el genio, ya había rastreado diferentes historias que alguna vez ocurrieron en esta tierra. Ya había ocupado mucho tiempo descifrando similitudes y todo aquello que se dice entre líneas, además de las verdades esenciales de todas las historias y los varios códigos de las acciones humanas. “La paradoja en Alithea es que, aunque le fascinan las historias, las de su propia vida no tienen ningún significado para ella”.
Esta mujer, según su Swinton, es especialista en ser una observadora, pero no tiene experiencia como protagonista, ni siquiera de su vida: “Está escuchando, leyendo, comprendiendo, escribiendo sobre la vida de otras personas, las historias y fantasías de otras personas, pero en realidad no es una participante. Llegamos a comprender el porqué de eso, a saber que en cierto momento de su vida, ella optó por no participar. Ella dice que no tiene ningún deseo, pero, justamente, esa es su evolución: aprender a querer cosas y a negociar con eso”.
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Esta película se basó en el cuento “El genio en el ojo del ruiseñor”, de la escritora británica Antonia Susan Duffy, conocida como A. S. Byatt. Fue escrito en 1994 y quedó grabado en la memoria de Miller, que nunca olvidó la historia y comprendió que se podía convertir en una película que, de cierta manera, también es un homenaje a “Las mil y una noches”: las historias del genio se conectan y, cuando llega a alguna de especie de conclusión, aparece un detalle que conecta con la historia siguiente. Como lo dijo Doug Mitchell, colega de Miller que ha trabajado en sus producciones anteriormente, este filme tiene elementos de acción, aventura, epopeya histórica, pero, además, una exploración profunda sobre lo que es real y lo que es fantasía, además de una historia de amor”.
La terapia del genio resulta siendo la salvación de Althia y una suerte de clase o una enumeración de ejemplos para la de la audiencia que, a través de la conversación de estos dos desconocidos y del curso de su historia, reconocen formas de reaprender a aceptar la pulsión humana de desear, de anhelar a pesar de la incertidumbre y la siempre presente posibilidad de fracaso. Reconocen, además, maneras distintas de revisitar el pasado para dejar de repetir errores, de la frustración de los recuerdos y de los dolores que, a pesar de los años, siguen manifestándose en presentes tan desconectados. Reconocen que, a pesar de toda la evidencia y la lógica, hay pizcas de magia difíciles de ignorar y capaces de otorgarle algo más de sentido a la vida.
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