Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
“Es tremendo lo mal que envejecen las revoluciones”. La frase de Joaquín Sabina sirve, en parte, para explicar lo que sucede por estos días en Cuba. 61 años después del proceso revolucionario que lideraron Fidel y Raúl Castro, Ernesto Che Guevara, Camilo Cienfuegos, entre otros, un hecho sin precedentes se escribe en la ciudad de las columnas, como llamó Alejo Carpentier a La Habana. Es la revolución dentro de la revolución. Por primera vez en seis décadas varios centenares de artistas paridos en las entrañas de esta isla del Caribe se están juntando para hacerle frente a un gobierno que, dicen, se quedó paralizado repitiendo los discursos de otros tiempos.
Aunque la canción Patria y vida, interpretada por los cubanos Yotuel Romero (del grupo Orishas), Alexánder Delgado y Randy Malcom (de Gente de Zona), Descemer Bueno y los raperos Maykel Osorbo y El Funky, arribó con una fuerza telúrica terrible para dar testimonio de lo que sucede, el tema que supera los tres millones de visualizaciones es apenas la punta del iceberg de una problemática con varias aristas.
Así suena Patria y Vida
Para armar el rompecabezas que hoy tiene a un amplio sector artístico cubano enfrentado con el Ministerio de Cultura de la isla, conviene hablar del Decreto-ley 349 de 2018. En el artículo 2.1 el gobierno de Cuba advierte, entre otras cosas, que sancionará a quienes realicen actividades artísticas sin un trámite previo, a quien pague a los artistas por una presentación sin tener un contrato con la institución cultural, al que preste servicios artísticos sin ser autorizado para ejercerlos, al que muestre en medios audiovisuales los símbolos patrios o al que utilice en su obra “lenguaje sexista, vulgar y obsceno”.
Las trabas son de toda índole. El Artículo 4.1 contempla sanciones para quien “establezca espacios de comercialización de las artes plásticas sin tener la autorización que corresponde, ni estar inscrito en el Registro del Creador de las Artes Plásticas y Aplicadas”, además, advierte de sanciones para quien “comercialice libros con contenidos lesivos a los valores éticos y culturales”.
Hay más. El capítulo tres del decreto establece las sanciones para quienes violen la norma. Las mismas incluyen multas económicas (desde 150.000 hasta 301.000, en pesos colombianos), decomiso de los equipos, accesorios y otros bienes o la suspensión inmediata de los eventos.
De acuerdo con el artista visual cubano Julio Llopiz-Casal, “el decreto, que se refiere principalmente al trabajo de músicos y artistas visuales, sobre todo a los que hacen reguetón, está escrito de una manera ambigua. No explica, por ejemplo, qué significa ser vulgar. Tampoco indica quiénes son los inspectores que realizarán la valoración de cada obra. Con esta ley, el Estado tiene una herramienta para decidir cuáles son las actitudes delictivas en los predios de las artes visuales”.
En el capítulo cuatro del decreto, el cual hace referencia a las autoridades facultadas para imponer las medidas y resolver los recursos, se lee que la persona que desee iniciar un recurso de apelación tendrá diez días hábiles para presentarlo. Sin embargo, advierte que será el propio Ministerio de Cultura el facultado para resolver el recurso.
En diálogo para El Espectador, la artista visual cubana y magíster en antropología visual Celia González explica que “lo que hace el decreto es separar a los artistas entre los que son graduados de arte y los que no. Los graduados podemos inscribirnos en los registros oficiales, y así se nos permite ser artistas independientes. El problema es que más del 80 % de los trabajos son estatales y de alguna forma te obligan a emplearte con el Estado”.
Según Llopiz-Casal, “el Estado dijo en un principio que el decreto se iba a aplicar solo hasta que estuvieran redactadas unas normas complementarias que indiquen cómo se realizará el trabajo de inspección, y aunque eso no ha sucedido, continúa la censura de manera ilegal”.
Desde que se publicó el decreto se intensificó el activismo del Movimiento San Isidro, un grupo conformado por artistas plásticos, escritores y cantantes que no pertenecen a las escuelas de arte acreditadas por el gobierno. En uno de los actos de protesta, el rapero cubano Denis Solís publicó en redes sociales una foto sosteniendo un cartel en el que se leía: “Pueblo de Cuba, decide tu futuro”. Días después, el 9 de noviembre de 2020, Solís fue detenido por el supuesto delito de desacato y condenado a ocho meses de prisión.
A la fecha, al menos de forma oficial, el gobierno de Cuba no relaciona la detención del rapero con sus críticas. En cambio asegura que Solís debe aclarar sus vínculos con José Luis Fernández, un supuesto integrante de una organización terrorista radicada en Florida y que, según el gobierno de la isla, ha propiciado hechos de sabotaje con el reclutamiento de jóvenes menores de 20 años. Las pruebas sobre estas acusaciones no se conocen.
Para exigir la liberación de Denis Solís, los demás miembros del Movimiento San Isidro se atrincheraron en la sede del movimiento e iniciaron una huelga de hambre y sed el 18 de noviembre de 2020. El acto, que fue registrado por la prensa internacional, generó la reacción del presidente de Cuba, Miguel Díaz Canel, quien en su cuenta de Twitter señaló: “Quienes diseñaron la farsa de San Isidro se equivocaron de país, se equivocaron de historia y se equivocaron de cuerpos armados”. “No admitimos injerencias, provocaciones ni manipulaciones. Nuestro pueblo tiene todo el valor y la moral para sostener una pelea por el corazón de Cuba”.
Siete días después, según miembros del Movimiento San Isidro consultados por El Espectador, “agentes del Estado se disfrazaron de médicos e ingresaron a la sede del movimiento para acabar la protesta pacífica con violencia”. Aunque la huelga del Movimiento San Isidro terminó, se dio pie a algo más grande: El 27N. Ese día más de 500 artistas de todas las vertientes se reunieron en frente del Ministerio de Cultura para exigir, además de la liberación de Solís, que se detengan los actos de censura propiciados por el Decreto 349. “En los 60 años que lleva el Partido Comunista en el poder, nunca se había registrado una protesta de esas dimensiones al frente de algún ministerio”, le dijo a este diario Mauricio Mendoza, periodista del Diario de Cuba.
Ese día, y luego de más de diez horas de protesta pacífica liderada por escritores, artistas visuales, raperos, periodistas, entre otros, el gobierno aceptó reunirse con una comisión conformada por 30 representantes de los manifestantes.
La artista cubana Sandra Ceballos, quien en 1994 fundó Espacio Aglutinador, la primera galería independiente en Cuba, fue una de las 30 personas que entró al Ministerio de Cultura. Según dice, los 30 representantes fueron escogidos democráticamente por todos los artistas que se aglutinaron a las afueras del Ministerio. El encuentro se inició a las 11:00 p.m. y terminó a las 2:00 a.m., y mientras la reunión avanzaba, cientos de artistas cantaron temas de Silvio Rodríguez, Teresita Fernández y el himno nacional. Además, cada cierto tiempo, aplaudían. Todo aquello fue el sonido de la revolución dentro de la revolución.
“En un país en el que no se respeta la democracia y en el que todo lo que pasa está dictaminado por el partido de gobierno, fue esperanzador ver cómo un grupo de artistas y ciudadanos logró de forma democrática escoger a sus voceros”, dice Julio Llopiz-Casal.
En la reunión en el Ministerio de Cultura cada uno de los representantes, desde su oficio o profesión, habló de los problemas a los que se estaban enfrentando por cuenta de las acciones represivas del gobierno. Fernando Rojas, el viceministro de Cultura, fue quien escuchó las demandas.
“Sobre la liberación de Denís Solís dijo que eso no dependía del Ministerio y que no podía comprometerse a nada con ese tema. Pero sí se comprometió con nosotros a detener la violencia y a respetar los derechos y la integridad física de los artistas. Sin embargo, tres días después, a algunos de los artistas que estaban allí les impusieron prisión domiciliaria. No podían salir de su casa ni siquiera a buscar sus alimentos”, señaló Sandra Ceballos.
Para Ceballos, lo que está sucediendo ahora mismo con los artistas en Cuba, es el resultado de una crisis progresiva que está desencadenando en la legalización de la censura. “En el 2003 con la ‘Primavera Negra’, cuando encarcelaron a periodistas de la oposición, periodistas y escritores, muchas instituciones culturales del mundo le quitaron la ayuda económica a la Bienal de La Habana y a los eventos del Ministerio de Cultura. A partir de ese momento se vio la caída en picada de la institución cultural cubana y empezaron a abrirse los espacios independientes”, dice.
Esta situación generó una crisis sin antecedentes en las galerías oficiales, pues los coleccionistas optaron por comprar en las casas de los artistas, antes que ir a las galerías respaldas por el Estado. “La crisis que comenzó entonces se mantiene y la institución está solamente enfrascada en sostener al Gobierno y en función de lo que digan los políticos y militares”, agregó.
Periodistas en el 27N
Para entender la presencia de un grupo de periodistas independientes en la reunión que se llevó a cabo el pasado 27 de noviembre en el Ministerio de Cultura, hay que hacer referencia al Decreto-Ley 370-2018. En el Artículo 68 inciso i, se lee que serán objeto de sanciones, quienes difundan “a través de las redes públicas de transmisión de datos, información contraria al interés social, la moral, las buenas costumbres y la integridad de las personas”.
Mauricio Mendoza, periodista del Diario de Cuba y uno de los periodistas que estuvo presente en el encuentro con el viceministro de Cultura, le contó a El Espectador lo que dijo en aquella reunión: “Señalé que era necesario que a los periodistas independientes se nos diera el derecho a coexistir junto a los medios oficiales y que se nos acreditaran para cubrir los eventos sin ser acosados o tratados de mercenarios. No es que el periodismo independiente sea perfecto. Nosotros también cometemos errores, pero deberíamos tener derecho de informar”.
Según Mendoza, quien el pasado 27 de enero recibió un manotazo por parte del Ministro de Cultura, Alpidio Alonso Grau, “no son todos los medios los que tienen problemas para trabajar en Cuba. A esos medios que hablan de moda o farándula no les pasa nada, somos los periodistas que estamos reflejando la realidad de lo que se vive en el país, los que tenemos problemas”.
“Cuba, como cualquier otro país del mundo, tiene problemas. Aquí también hay corrupción, violencia y dificultades de acceso a la salud. No podemos creer que el resto del mundo es una joyita y que Cuba está más mal que todos, pero los medios oficialistas venden la visión de que todo está bien y que no hay problemas. Esa es una visión utópica y mentirosa”.
Las respuestas del Ministerio de Cultura
Para el gobierno, lejos de ser demandas de grupos de ciudadanos que exigen libertad de expresión, las intenciones de los voceros del 27N esconden intereses de gobiernos extranjeros que pretenden arruinar la revolución.
“El ministro de Cultura no se reunirá con personas que tienen contacto directo y reciben financiamiento, apoyo logístico y respaldo propagandístico del gobierno de Estados Unidos y sus funcionarios. Tampoco lo hará con medios de prensa financiados por agencias federales estadounidenses”, se lee en un comunicado del pasado 4 de diciembre.
Siguiendo está línea discursiva, el pasado 4 de marzo, el representante permanente de Cuba ante la ONU en Ginebra, Juan Antonio Quintanilla, denunció el uso de la cultura “como un arma para estimular la subversión” contra su país.
“El 27N fracasará”, dice el ministro de Cultura de Cuba
El ministro de Cultura de Cuba, Alpidio Alonso, auguró el fracaso de lo que, dijo, son intentos de utilizar la cultura con fines subversivos contra la revolución, tras dos movilizaciones en los últimos meses por libertad de expresión.
Al celebrar el 60° aniversario del discurso conocido como “Palabras a los intelectuales”, pronunciado en 1961 por Fidel Castro para marcar el rumbo de la política cultural de la isla, Alonso anunció un amplio programa de actividades artísticas e intelectuales para promover el “diálogo y la crítica responsables” entre los creadores.
Sabemos lo que representa nuestra cultura frente a los intentos de recolonización puestos en marcha contra nuestros pueblos, no ignoramos los esfuerzos y los recursos millonarios que se emplean para utilizar la cultura con fines subversivos contra la revolución. Fracasarán”, indicó.
Para el gobierno cubano, las manifestaciones y reclamos del 27N son impulsadas desde Washington por la CIA.