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Una vacuna para la tristeza

Un mensaje de esperanza campea en la ciudad por estos días. La tan anhelada noticia de la reapertura de los escenarios para las artes retumba en cada rincón de nuestra querida Bogotá. Y este no es un anuncio de poca monta, ni tampoco una ingenua invitación para que la ciudadanía nos acompañe. ¡Es volver a habitar la ciudad desde la creación!

Catalina Valencia
12 de marzo de 2021 - 11:00 a. m.
"El encuentro", videodanza que se hizo en coproducción con el Teatro Colón, habitando artísticamente los espacios de este templo del arte nacional, fue uno de los trabajos en los que L’Explose, una compañía de danza y teatro, trabajó a lo largo del 2020.
"El encuentro", videodanza que se hizo en coproducción con el Teatro Colón, habitando artísticamente los espacios de este templo del arte nacional, fue uno de los trabajos en los que L’Explose, una compañía de danza y teatro, trabajó a lo largo del 2020.
Foto: Carlos Mario Lema

Durante varios meses fuimos testigos del conmovedor esfuerzo de los artistas por mantener activa la llama de la imaginación a partir de un sinnúmero de espectáculos virtuales. Ahora los escenarios abren sus puertas de nuevo de par en par, dando paso a que las diferentes formas de encuentro sensorial, intelectual y emotivo con el público se lleven a cabo. Estamos en los inicios de la reactivación del sector y la meta es y será generar empleos y fortalecer procesos productivos.

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Sin duda, tendremos que hacer un inmenso trabajo para volver a ganar la confianza de la ciudadanía, no solo desde la implementación de estrictos protocolos de bioseguridad, sino desde dispositivos artísticos que establezcan una relación abierta, novedosa y directa con el espectador. Experiencias estéticas presenciales, fenómenos sensibles que, evitando las aglomeraciones, generen atmósferas íntimas, es decir, los protagonistas seguirán siendo, por un largo tiempo, los pequeños formatos.

Ahora bien, ¿cómo reimplantar en la ciudadanía la necesidad particular de acudir a nuestros escenarios? ¿Cómo construir un público y unos hábitos de consumo cultural que sean tan provocativos como la vitrina de un centro comercial un domingo por la tarde? ¿Cómo fomentar las artes para 7′181.569 millones de habitantes en tiempos de pandemia y después de ella?

Estas son algunas de las preguntas que movilizarán el accionar del Idartes en este año, donde celebra su décimo aniversario; no se tratará entonces de medir nuestra visibilidad en la ciudad -solamente- a partir de los festivales metropolitanos que realizaremos (aunque realizaremos todos los que nos permita la grave crisis de salud que afrontamos), sino a cuántos ciudadanos “de a pie”, no doctos ni especializados, lograremos seducir con la idea disruptiva, potente e innovadora de que las artes son un asunto de primera necesidad, otra forma de alimentarnos para seguir existiendo, una vacuna contra la tristeza.

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Por lo tanto, vamos a irrumpir en la cotidianidad del bogotano, en su manera de ser, contribuiremos de manera decidida en la transformación del imaginario de que las artes son -única y exclusivamente- para élites intelectuales. Posicionaremos las artes en la vida diaria sin perder la profundidad de lo que hacemos. Abrazaremos a la ciudad con nuestra creatividad y haremos de ella un escenario.

Por Catalina Valencia

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