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El “arropamiento” es una técnica en la que, utilizando tejidos de grandes dimensiones, se cubre la fachada de edificios a modo de acción política y simbólica. En este caso se usaron telas confeccionadas por mujeres supervivientes del conflicto armado en Colombia, que también formaron parte de otras acciones de arropamiento de edificios emblemáticos, como el Palacio de Justicia o el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación de Bogotá, en homenaje a las víctimas.
No solo en Colombia se han hecho populares estos “arropamientos”. Recientemente, este 2024, cientos de artistas, trabajadores culturales y activistas cubrieron con una colcha gigante las escaleras del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York para exigir un alto el fuego en la guerra de Gaza y que el museo se comprometa a preservar el patrimonio cultural palestino.
El “arropamiento” del edificio sede de Antartika Kultur Containerun en Pamplona es el primero que realiza la Unión de Costureros fuera de América Latina. La lona desplegada es un collage de retazos, telas y bordados que fueron entretejidos de forma colectiva por diferentes mujeres que han sido invisibilizadas y han sufrido la violencia en sus múltiples formas: violencias machistas, políticas, sociales y económicas.
Enmarcada dentro de las acciones en torno al Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, esta intervención forma parte del proyecto artístico “Hilvanario”, que se muestra en la exposición colectiva de arte textil “Evocar, Convocar”.
La exposición reúne obras de 11 mujeres artistas, artesanas y activistas —de España, Colombia, Chile y Palestina, entre otros países— que usan la fuerza del textil y el tejido como forma de resistencia y esperanza frente a las violencias que se ejercen contra las mujeres en todo el mundo.
Destaca el trabajo de la colombiana Ana Milena, que trabaja con el bordado tradicional y calados especialmente vinculados a las comunidades tradicionales e indígenas de Cartago (una técnica recuperada de tiempos coloniales). Vanesa Nieto, recientemente galardonada con el primer premio de la Bienal Fuga Colombia y Artbo Bogotá por su proyecto “Murmurar”, también forma parte de la exposición.
Les acompañan otras creadoras, como la española María Jiménez, que explora el mundo de los tejidos del País Vasco (norte de España) y la vinculación con los procesos de brujería; o Natalia Alzate, artista y activista bogotana afincada en España, que trabaja la intervención textil del bordado sobre fotografía antigua para destacar la presencia de las mujeres anónimas y reconocidas a la vez.
A ellas se unen obras especialmente simbólicas, como el trabajo de las arpilleras chilenas que, durante la dictadura de Augusto Pinochet, comenzaron a tejer las ropas de sus familiares y compañeros desaparecidos y represaliados, convirtiéndose en auténticas obras testimoniales de la violencia y en artefactos para burlar la censura.