Urbano Ripoll, la arquitectura como brújula y la madera como el norte
El arquitecto e ingeniero barranquillero, quien falleció el 4 de abril en horas de la mañana, fue considerado un pionero en la arquitectura moderna en Colombia.
Una mañana de 1959, Urbano Ripoll entró a los talleres de arquitectura de la Universidad de Los Andes. Allí se encontraba Rogelio Salmona y mientras hablaban de sus trabajos, una amistad se fue entablando. Ripoll estaba recién llegado de sus estudios de posgrado en Zurich, Suiza y, un año más tarde, comenzó a trabajar como dibujante en la oficina de Salmona.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
Una mañana de 1959, Urbano Ripoll entró a los talleres de arquitectura de la Universidad de Los Andes. Allí se encontraba Rogelio Salmona y mientras hablaban de sus trabajos, una amistad se fue entablando. Ripoll estaba recién llegado de sus estudios de posgrado en Zurich, Suiza y, un año más tarde, comenzó a trabajar como dibujante en la oficina de Salmona.
Para ese momento la pasión del joven arquitecto ya se había revelado. Su interés por la arquitectura y su visión marcaron una carrera exitosa en este campo. Entre esos primeros acontecimientos, resalta las Torres del Parque en las que trabajó junto a Salmona. “Nadie sabe muy bien todo lo que implicó la construcción de las Torres. Una obra de ingeniería absolutamente novedosa... Un ejemplo pionero de diseño... Yo estuve allí desde el comienzo... En 1963, Salmona imagina y traduce en un primer esquema cómo debía construirse un edificio en ese lote. El terreno en forma de corbatín y la falda de la montaña le ofrecían al arquitecto múltiples ventajas —las referencias con el paisaje, la importancia histórica del entorno, la majestuosidad de los cerros tutelares—; pero era un reto enorme, por su complejidad geológica”, le contó Ripoll a la revista Dearq de la Universidad de Los Andes.
Más allá de la dificultad que suponía el proyecto, el arquitecto e ingeniero sentía una gran pasión por la madera, material en el que se especializó. Con este objeto en mente fundó la empresa Ripoll Madera Estructural, en 1967, con la que se dedicó a la construcción e interventoría de edificios institucionales, además del diseño, fabricación y montaje de estructuras prefabricadas en madera. A través de su compañía trabajó en más de 400 países nacionales e internacionales. De esta forma se convirtió en uno de los pioneros del uso de la madera en la construcción en Colombia.
Su vocación no se limitó a la arquitectura, pues también fue docente y conferencista, además de investigador. A través de su firma Ripoll-Salmona-Parma (RPS), trabajó en múltiples proyectos que se convirtieron en íconos de la arquitectura bogotana y que le dieron otra cara a instituciones como el Museo Nacional, cuando participó de la restauración de su techo en 1992. La cercanía e interés de Ripoll por la arquitectura moderna lo llevaron a ganar el Premio Nacional de Arquitectura en 1983.
Además de su carrera de más de 30 años en la arquitectura, hubo una persona que durante más de 60 años ocupó un lugar especial en la vida de Ripoll: su esposa, la maestra Beatriz González. Daniel Ripoll, su hijo, afirmó en 2022 que la relación de sus padres “funcionaba perfectamente. Él levantaba la ceja izquierda en una comida y ella sabía que en cinco minutos tenían que salir de ahí y punto. Y viceversa”.
El amor que compartieron Ripoll y González se manifestaba también en el apoyo que él daba a la carrera de ella como artista. “Al principio ella no vendía nada. Esas mesas que ahora se venden por cientos de millones, ella las regalaba porque no se las compraban. Pero a ella le gustaban y mi papá le daba gusto, entonces él la ayudaba y le conseguía lugares para que pudiera trabajar. Papá ha tenido mucho que ver en el desarrollo profesional de ella, en ese arranque desde cero. El mecenas de Beatriz González se llama Urbano Ripoll”. Una de las anécdotas que Daniel Ripoll recordó se remonta a la época de la construcción de las Torres del Parque, pues su padre construyó un espacio en la Torre B para que fungiera como su estudio. Compartían una rutina que de lunes a viernes los mantenía en Bogotá, pero que los fines de semana los llevaba a pasarlos religiosamente en una finca a la que se referían como “El campo”.
A Urbano Ripoll lo reconocen como una de las figuras más importantes de la arquitectura colombiana. La división cultural del Banco de la República lo describió como: “Un visionario, un innovador y un pionero de la arquitectura moderna en Colombia. Desde temprana edad demostró una pasión por la construcción y el diseño, que lo llevaron a crear espacios que inspiraron a generaciones y se convirtieron en símbolos de Bogotá”. Su legado se mantendrá en el tiempo a través de las estructuras que ayudó a crear.