La enciclopedia ilustrada de la mente de Valeriano Lanchas
El cantante lírico y artista inauguró su primera exhibición individual, “Compendio de criaturas”, en la que presentó pinturas y dibujos que realizó entre 2020 y 2024. Lanchas habló para El Espectador sobre su proceso creativo, su relación con su niño interior y la imaginación.
Andrea Jaramillo Caro
Valeriano Lanchas no recuerda el momento exacto en el que comenzó a dibujar. Sabe que fue de niño que empezó a interesarse por los trazos sobre el papel y que con el tiempo ese fue creciendo hasta convertirse en un registro visual de su imaginación. Su pasión por el arte ha estado acompañada en simultáneo por su amor por la ópera.
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Valeriano Lanchas no recuerda el momento exacto en el que comenzó a dibujar. Sabe que fue de niño que empezó a interesarse por los trazos sobre el papel y que con el tiempo ese fue creciendo hasta convertirse en un registro visual de su imaginación. Su pasión por el arte ha estado acompañada en simultáneo por su amor por la ópera.
Aunque tampoco tiene claro lo que sintió en ese primer momento, sí sabe cuáles han sido algunos de los hitos que han marcado su carrera en las artes: su primera vez sobre un escenario o aquella primera vez que mostró sus dibujos al mundo en la Feria del Millón en 2022. Para Lanchas, “el artista no nace ni el día que se para en el escenario, ni en la sala de exposiciones. Nace mucho antes y esto es una parada para mostrar lo que viene, como la punta de un iceberg”.
En medio de su proceso de creación hay un elemento que lo acompaña todo el tiempo: la ausencia de presión externa. Es un factor que aseguró que vino desde su casa, donde “expresarse no era un acto para impresionar, lucirse o sobresalir frente a otros. Era una expresión de felicidad”. Para él, es fundamental el concepto de crear porque siente la necesidad de hacerlo. “Mis dibujos y pinturas nacen de que yo no quisiera vivir sin pintar, de la misma forma que no quisiera vivir sin cantar”.
La crítica no tiene efecto ni en su canto, ni en su pintura, pues prefiere dejar que esos comentarios no lo frustren en sus procesos. Este modo de pensar lo ubica junto al de dos personajes, cuyas palabras se repite contantemente: Freddie Mercury y Fernando Botero. Del cantante británico tomó la idea de que “uno es tan bueno como su última presentación” y del artista colombiano el concepto de que “cada cuadro es un pequeño fracaso”. Estos mantras le han abierto la puerta a pensar que “todo es un proceso y un reflejo del momento que atraviesa”.
Los procesos que lleva al interior de su espacio de creación, su hogar, se tradujeron a un espacio físico en la Biblioteca Museo Casa Lleras, donde inauguró su primera exhibición en solitario. “Compendio de criaturas” es el nombre de esta muestra y se configura como una enciclopedia ilustrada de su mente que, entre objetos, animales y humanos plasmados sobre papel, da un vistazo al flujo imaginativo del artista.
Las salas del primer piso componen un recorrido a través de obras creadas entre 2020 y 2024. Pero, al subir una escalera, la audiencia se encuentra con una recreación del espacio creativo de Valeriano Lanchas. Entre paredes intervenidas, obras de Jim Amaral y Luis Caballero; partituras, libros sobre más libros; muebles y afiches, la galería se convirtió en el reflejo del hogar del artista. Sus bocetos y estudios previos dialogan con los objetos que emulan su espacio personal.
La obra de Amaral es para él como un “mapa del deseo” de lo que quiere realizar con su obra, por lo que lo ha influenciado en gran manera, mientras que de Antonio Samudio admira la capacidad de contar historias sin títulos, lo cual es una meta para Lanchas. Pero aunque estos sean dos de sus grandes referentes, es su niño interior el que ha guiado su exploración artística desde que comenzó a dibujar en la infancia. “Todo se encuentra en la niñez, todo lo que uno hace lo encuentras en los primeros siete años de tu vida. Eso a mí me tiene fascinado descubrirlo a los 48 años”.
Ese niño interior “ha sido mi decano, tiene oficina privada, obligaciones y sueldo. Siempre ha estado presente, nunca me ha tocado ir a buscarlo”. Lanchas lo mantiene a su lado y no lo desampara, pues a través de él busca referencias de su infancia para aplicar en su trabajo.
Una de estas es el uso del color. Su hermana fue quien le señaló que su paleta de colores era muy parecida a la de la Enciclopedia del Mundo de los Niños que tuvieron en su infancia. “Las tonalidades son todas muy setenteras, pero de ahí vienen, de mi zona íntima y confortable”.
Pero su niñez también se refleja en su obra a través de las historias que decide narrar, como la que le contaba su madre de unos monjes que querían responder a la pregunta: ¿Puede un ángel bailar en la punta de un alfiler? Y para obtener su respuesta, pusieron a un mono a hacer el papel del ángel. Este relato fue interpretado por Lanchas en una obra de su colección privada que se encuentra en el segundo piso.
La prevalencia de su infancia y el papel que juega en su trabajo tienen que ver con su creencia de que nunca se sale de ese momento. “Es lo más importante que nos ha pasado en la vida, lo único importante que nos ha sucedido, porque es la primera vez que vivimos todo de primeras, lo demás es una réplica. He descubierto que en la infancia está todo. Esa es la mano de la que no vamos a poder salir. Nos pasamos la vida tratando de emular eso y replicarlo en grande, pero seguimos siendo el niño que fuimos”.
En sus pinturas y dibujos, Valeriano Lanchas da rienda suelta a su imaginación. No le gusta retratar la realidad; si de eso se tratara, dice que tomaría una fotografía. Él pinta y canta para vivir otras vidas que, de otra forma, no podría experimentar. “No pinto mi vida diaria, ni mi entorno, porque ¿para qué lo haría? Pinto gente haciendo cosas estrafalarias que a mí me gustaría hacer, dibujo a un ornitólogo de ocho ojos que recibe el correo o pájaros gigantescos que transportan gente diminuta. La imagen en mi cabeza es muy difusa hasta que la pongo en el papel. En mi mente no está la imagen, está la idea y solo aparece hasta que lo pinto, porque si ya tuviera una representación visual en mi cabeza, no lo haría”.
Si bien su niño interior y su imaginación guían su mano al momento de pintar, también aseguró que cada uno de sus dibujos y pinturas reflejan lo que está viviendo y que ese dibujo está influenciado por las réplicas de su vida adulta y las experiencias únicas de sus primeros siete años de vida. Para este artista una cosa es segura y es que, tanto en el canto, como en el arte, está construyendo su propia visión en los hombros de quienes vinieron antes que él.