“Debemos reafirmar nuestro propósito de formar a ciudadanos responsables”
En este 2022 se cumplen 50 años de la fundación de la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes.
La Facultad de Administración se fundó en 1972 y uno de los requisitos de Gómez Otalora, quien era el rector de la Universidad de los Andes, es que no podría ser una facultad de Administración de Empresas, sino de Administración. ¿En qué marcaba la diferencia?
La administración es una disciplina que desarrolla modelos y conceptos que ayudan a resolver los retos de la gestión en diferentes contextos: en temas públicos, de organizaciones sin ánimo de lucro e incluso de sindicatos laborales (todos ellos necesitan una buena gestión y la administración ofrece buenas herramientas para lograrlo). Desde la facultad siempre hemos buscado construir una comunidad multidisciplinar que refleje esa aspiración de ser pertinentes en varios contextos (esa es una gran ventaja en un mundo que cada día es más interdependiente e hiperconectado).
Iniciaron con 19 estudiantes y hoy cuentan con más de 13.500 egresados. ¿Qué caracteriza a sus profesionales más allá de su excelencia?
Tal vez tres cosas grandes: una mirada sistémica a los retos de gestión, capacidad de encontrar y crear soluciones muy prácticas (esto agrega valor a una organización), y personas apasionadas que marcan la diferencia (esa vocación me parece inherente en la comunidad de egresados, que realmente es poderosa, amplía, de gran impacto y con dimensión internacional).
Hablemos un poco sobre su misión actual: “Formamos a líderes que transforman y crean valor a las organizaciones y la sociedad a través de la generación y apropiación del conocimiento para el desarrollo sostenible”.
Nuestra misión se ha mantenido a lo largo del tiempo, lo que ha cambiado es su formulación: ahora es más corta y memorable. En esencia, nuestras apuestas han sido las mismas: siempre hemos aspirado a transformar a las personas, a las organizaciones y, por ende, a la sociedad a través de la creación de valor, una mirada fija en el objetivo del desarrollo sostenible y un compromiso a la creación de conocimiento nuevo y pertinente con el contexto del país y del mundo actual. Hoy en día, para mí, es muy importante hablar de la capacidad de nuestra facultad de construir junto con las organizaciones (aplicadas y pertinentes) por medio de la investigación y la práctica empresarial. De hecho, esta capacidad ha sido instrumental para el reconocimiento en los ranquines y acreditaciones internacionales más distinguidos, lo que ha convertido a la facultad en la número uno en educación ejecutiva en el país (diría que este es uno de los indicadores importantes de nuestra capacidad de crear soluciones aplicadas para la transformación de las organizaciones en una economía como la colombiana).
Le invitamos a leer: Sebastián Sanjuán: “La infancia es invisibilizada en toda Colombia”
Desde 2010 cuentan con el reconocimiento de la triple corona de acreditación, ¿qué implica esto?
Este reconocimiento implica una gran responsabilidad y un impulso para que cada día seamos mejores y ayudemos a otras instituciones educativas en el país (con miras a que, entre todos, pensando en el bien común, alcancemos estándares de impacto). Finalmente, todas las instituciones del sector educativo buscamos la creación de valor tanto en las organizaciones como en la sociedad. Nosotros creemos que somos esos amigos o mentores que pueden ayudar a que otros sigan la lógica de excelencia que siempre nos ha caracterizado. Contar con la triple corona de acreditación también nos obliga a que desde Colombia lideremos un diálogo global sobre aspectos claves en la sociedad que no son tan visibles, por ejemplo, para el hemisferio norte (creería que una de las tareas más importantes que estamos llamados a cumplir en el futuro).
De la Facultad de Administración se desprenden dos pregrados: administración y contaduría internacional. Los planes de estudios de ambos incluyen una materia de “escritura universitaria”. ¿Por qué es importante que desde estas profesiones se desarrollen este tipo de habilidades?
Pienso que la universidad está llamada a formar a seres integrales y no solo a desarrollar competencias disciplinares. Realmente el éxito de una organización, una comunidad, una entidad pública e incluso la sociedad depende de los estándares y la formación de los miembros que la componen. Nuestros egresados de pregrado tienen una formación holística que les permite convertirse en líderes, pero para lograrlo necesitan comunicar efectivamente. Si hablamos de escritura universitaria también deberíamos hablar de los énfasis que tienen los egresados uniandinos: autoconocimiento, internacionalización de los principios éticos, desarrollo de habilidades para la toma de decisiones e innovación (todas ellas son competencias para la vida).
¿Cuáles han sido los principales retos que han tenido que afrontar en estos 50 años?
Nosotros tenemos un reto constante: ser una mejor versión de la anterior y acompañar al país y a sus líderes a escribir la historia de Colombia, una que sea de progreso e impacto positivo. Siempre hemos creído en el rol de entregar valor, conocimiento y formación a las personas, manteniéndonos con los estándares de excelencia (esta ha sido nuestra meta principal). En los próximos 50 años debemos acompañar a gestionar a las organizaciones y a la sociedad en un mundo muy diferente, en donde el cambio climático va a transformar la superficie del planeta (desafortunadamente lo que hoy es tierra probablemente sea el fondo del mar). Igual tenemos que acompañar a Colombia y a su gente a transformarse ante un cambio tecnológico que va a revolucionar lo que llamamos trabajo (viviremos en un período histórico de incertidumbre elevada, en donde la mente y la tensión de los ciudadanos podrán ser influenciados y vulnerables por las redes sociales, que van a tener incidencia en la posibilidad de dialogar entre los diferentes grupos de la sociedad). Creo que en los próximos 50 años debemos reafirmar nuestro propósito de formar a ciudadanos responsables, porque el mundo los va a necesitar aún más.
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¿Cómo desde la administración se pueden generar puentes de diálogo social?
La administración siempre ha sido un campo que ha fomentado los puentes de diálogo social desde los sindicatos, las grandes multinacionales, las pymes, los emprendimientos de pequeña escala, las organizaciones sin ánimo de lucro, las universidades y las instituciones de creación de conocimiento e innovación (todos los demás actores son claves para el diálogo común y la conversación sobre el modelo del mundo que compartimos). Es muy importante que todos miremos hacia el mismo lado, con el mismo objetivo en mente: la creación de valor social y sostenible. Por eso creo que el rol de la administración y la Facultad de Administración -como habilitadores de un lenguaje común, de una conversación alrededor de una visión similar de mundo (aportando conocimiento, experticia y pluralidad de puntos de vista)- son ideales para contribuir hacia un estado del país, la sociedad y el mundo que nos haga sentir orgullosos de nuestra labor como la generación que en estos momentos está llamada a tomar decisiones.
La Facultad de Administración se fundó en 1972 y uno de los requisitos de Gómez Otalora, quien era el rector de la Universidad de los Andes, es que no podría ser una facultad de Administración de Empresas, sino de Administración. ¿En qué marcaba la diferencia?
La administración es una disciplina que desarrolla modelos y conceptos que ayudan a resolver los retos de la gestión en diferentes contextos: en temas públicos, de organizaciones sin ánimo de lucro e incluso de sindicatos laborales (todos ellos necesitan una buena gestión y la administración ofrece buenas herramientas para lograrlo). Desde la facultad siempre hemos buscado construir una comunidad multidisciplinar que refleje esa aspiración de ser pertinentes en varios contextos (esa es una gran ventaja en un mundo que cada día es más interdependiente e hiperconectado).
Iniciaron con 19 estudiantes y hoy cuentan con más de 13.500 egresados. ¿Qué caracteriza a sus profesionales más allá de su excelencia?
Tal vez tres cosas grandes: una mirada sistémica a los retos de gestión, capacidad de encontrar y crear soluciones muy prácticas (esto agrega valor a una organización), y personas apasionadas que marcan la diferencia (esa vocación me parece inherente en la comunidad de egresados, que realmente es poderosa, amplía, de gran impacto y con dimensión internacional).
Hablemos un poco sobre su misión actual: “Formamos a líderes que transforman y crean valor a las organizaciones y la sociedad a través de la generación y apropiación del conocimiento para el desarrollo sostenible”.
Nuestra misión se ha mantenido a lo largo del tiempo, lo que ha cambiado es su formulación: ahora es más corta y memorable. En esencia, nuestras apuestas han sido las mismas: siempre hemos aspirado a transformar a las personas, a las organizaciones y, por ende, a la sociedad a través de la creación de valor, una mirada fija en el objetivo del desarrollo sostenible y un compromiso a la creación de conocimiento nuevo y pertinente con el contexto del país y del mundo actual. Hoy en día, para mí, es muy importante hablar de la capacidad de nuestra facultad de construir junto con las organizaciones (aplicadas y pertinentes) por medio de la investigación y la práctica empresarial. De hecho, esta capacidad ha sido instrumental para el reconocimiento en los ranquines y acreditaciones internacionales más distinguidos, lo que ha convertido a la facultad en la número uno en educación ejecutiva en el país (diría que este es uno de los indicadores importantes de nuestra capacidad de crear soluciones aplicadas para la transformación de las organizaciones en una economía como la colombiana).
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Desde 2010 cuentan con el reconocimiento de la triple corona de acreditación, ¿qué implica esto?
Este reconocimiento implica una gran responsabilidad y un impulso para que cada día seamos mejores y ayudemos a otras instituciones educativas en el país (con miras a que, entre todos, pensando en el bien común, alcancemos estándares de impacto). Finalmente, todas las instituciones del sector educativo buscamos la creación de valor tanto en las organizaciones como en la sociedad. Nosotros creemos que somos esos amigos o mentores que pueden ayudar a que otros sigan la lógica de excelencia que siempre nos ha caracterizado. Contar con la triple corona de acreditación también nos obliga a que desde Colombia lideremos un diálogo global sobre aspectos claves en la sociedad que no son tan visibles, por ejemplo, para el hemisferio norte (creería que una de las tareas más importantes que estamos llamados a cumplir en el futuro).
De la Facultad de Administración se desprenden dos pregrados: administración y contaduría internacional. Los planes de estudios de ambos incluyen una materia de “escritura universitaria”. ¿Por qué es importante que desde estas profesiones se desarrollen este tipo de habilidades?
Pienso que la universidad está llamada a formar a seres integrales y no solo a desarrollar competencias disciplinares. Realmente el éxito de una organización, una comunidad, una entidad pública e incluso la sociedad depende de los estándares y la formación de los miembros que la componen. Nuestros egresados de pregrado tienen una formación holística que les permite convertirse en líderes, pero para lograrlo necesitan comunicar efectivamente. Si hablamos de escritura universitaria también deberíamos hablar de los énfasis que tienen los egresados uniandinos: autoconocimiento, internacionalización de los principios éticos, desarrollo de habilidades para la toma de decisiones e innovación (todas ellas son competencias para la vida).
¿Cuáles han sido los principales retos que han tenido que afrontar en estos 50 años?
Nosotros tenemos un reto constante: ser una mejor versión de la anterior y acompañar al país y a sus líderes a escribir la historia de Colombia, una que sea de progreso e impacto positivo. Siempre hemos creído en el rol de entregar valor, conocimiento y formación a las personas, manteniéndonos con los estándares de excelencia (esta ha sido nuestra meta principal). En los próximos 50 años debemos acompañar a gestionar a las organizaciones y a la sociedad en un mundo muy diferente, en donde el cambio climático va a transformar la superficie del planeta (desafortunadamente lo que hoy es tierra probablemente sea el fondo del mar). Igual tenemos que acompañar a Colombia y a su gente a transformarse ante un cambio tecnológico que va a revolucionar lo que llamamos trabajo (viviremos en un período histórico de incertidumbre elevada, en donde la mente y la tensión de los ciudadanos podrán ser influenciados y vulnerables por las redes sociales, que van a tener incidencia en la posibilidad de dialogar entre los diferentes grupos de la sociedad). Creo que en los próximos 50 años debemos reafirmar nuestro propósito de formar a ciudadanos responsables, porque el mundo los va a necesitar aún más.
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¿Cómo desde la administración se pueden generar puentes de diálogo social?
La administración siempre ha sido un campo que ha fomentado los puentes de diálogo social desde los sindicatos, las grandes multinacionales, las pymes, los emprendimientos de pequeña escala, las organizaciones sin ánimo de lucro, las universidades y las instituciones de creación de conocimiento e innovación (todos los demás actores son claves para el diálogo común y la conversación sobre el modelo del mundo que compartimos). Es muy importante que todos miremos hacia el mismo lado, con el mismo objetivo en mente: la creación de valor social y sostenible. Por eso creo que el rol de la administración y la Facultad de Administración -como habilitadores de un lenguaje común, de una conversación alrededor de una visión similar de mundo (aportando conocimiento, experticia y pluralidad de puntos de vista)- son ideales para contribuir hacia un estado del país, la sociedad y el mundo que nos haga sentir orgullosos de nuestra labor como la generación que en estos momentos está llamada a tomar decisiones.