Siluetas borrosas, como si el viento hubiera borrado la cara, las manos, los miembros. Hombres y mujeres que cavan y buscan. A veces desentierran. (...) Cargueros con cuerpos cruzan montañas y parajes. También están borrados. Una mujer se cubre el rostro con ambas manos, no puede ver, no puede saber, no puede decir, sabemos que llora. La acompaña Verónica, la impronta sin vida del rostro de Beatriz González pintado por sí misma, que frente a Dolores es un manto de empatía sagrada", escribió María Belén Sáez de Ibarra en el texto curatorial.
Foto: José Vargas