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“Georgie:
Quieres explicaciones, quieres un manuscrito, quieres la verdad, quieres conocer los detalles de mi pasado, del de ella, de lo que nos unió y de lo que nos separó. No sé si tengo esas respuestas, pero voy a intentarlo al estilo de Sherezada: muchas historias dentro de una, miles de verdades dentro de una gran mentira.
Te quiere por siempre, Tobías Schneider”.
Con una introducción que contiene las palabras claves, verdades y mentiras, la escritora bogotana Mónica Acebedo inicia su más reciente novela: Verdades a medias. Con fechas, cartas y fragmentos de novelas, la autora hila lo que ella llama una “novela de novelas”, pues aquí no solo está el escritor Tobías Schneider escribiéndole a su esposa Georgina, sino que entre los renglones se develan las historias y personajes de su pasado que arman un rompecabezas literario.
La premisa de este libro advierte que el texto que Schneider escribió “es la manera para explicarle y para decirse a sí mismo por qué han llegado a una crisis matrimonial sin remedio. Los secretos, sin embargo, teñidos por la literatura y con una lectora profesional, no siempre resultan bien revelados y parece que el arte no es la mejor manera de explicar una realidad que los rebasa por completo”.
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Algunos de los relatos contados en la novela forman parte de ideas que tuvo Acebedo a lo largo de su carrera, pero que no se convirtieron en proyectos individuales. En el lanzamiento del libro, el pasado 9 de marzo, la autora bogotana reveló que el detonante para este texto se remonta a una de las primeras historias que cuenta el autor-protagonista. “En alguno de los tantos cursos que termina uno haciendo, le dicen a uno: si tiene otra cosa, guárdela en un cajón, no todo se tiene que escribir. Y me pasó con Las tragedias de la bailarina, que se cuenta en el libro y es, probablemente, la primera novela que empecé a escribir. Contaba la vida de una bailarina y después me empecé a dar cuenta de que la vida de esta mujer podía dialogar con otros momentos”. Fue una de esas historias que terminó guardada por años, mientras Acebedo terminaba el doctorado, que, junto con muchas otras ideas que ya tenía en la cabeza, fueron componiendo las piezas de este rompecabezas literario.
Aquí es donde entra a jugar el concepto de novela de novelas, pues además de contener fragmentos de los textos que Schneider escribió y su esposa editó, Verdades a medias es también un despliegue de personajes de diversas personalidades y nacionalidades que entran a jugar papeles en la narrativa y la vida del autor-personaje. “Son como una muñeca rusa, como una matrioska, a la que se le van quitando diferentes capas”, decía la escritora Bárbara Espinosa, con quien Acebedo estuvo conversando en el lanzamiento de la novela, refiriéndose a los personajes que van revelando más de sí mismos con cada página y cada palabra.
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Estas muñecas rusas componen voces narrativas que van hilando y alternando las técnicas de narración. Acebedo comentó que varios de los personajes de la novela tienen su origen en personas que ella ha conocido a lo largo de su vida. “Uno construye a partir de cosas que ha vivido, pero fueron tomando vida propia”. Esa suerte de nacimiento viene acompañada de su experiencia y conocimiento de los lugares que son mencionados en la novela, como Nueva York, Chile y Suiza.
Entre las líneas de las historias que cuenta Acebedo, en la voz de Schneider y sus demás personajes, se esconde un tema que marca el relato: el amor. Fueron sus personajes quienes le contaron a Acebedo sus relaciones y la construcción de ellas, mientras que intentan responder a la pregunta “¿qué es el amor?”. “Siempre he pensado que el amor toca trabajarlo día a día, es un trabajo permanente y es una preocupación tanto de Tobías como de Georgina”, contó la autora.
Dado que Acebedo tomó inspiración en algunos hechos y personas reales, la escritora Diana Ospina Obando, quien también dialogó con Acebedo en el lanzamiento, puso sobre la mesa el tema de la ética y el derecho que tiene o no un autor para tomar personas y hechos reales y traducirlos con la pluma. Más allá de que sea su caso, Acebedo plantea este dilema entre sus páginas, con los relatos que Schneider revela en su carta y fragmentos de sus novelas. “Esa es, definitivamente, la gran preocupación. En el fondo, la literatura es un reflejo de la realidad. Siempre hay una interpretación, decía Nietzsche. No hay hechos, solo interpretaciones. El escritor es libre de interpretar lo que ha sido su vida y lo que ha conocido”, dijo la bogotana. Para ella, la labor de la literatura es escuchar e interpretar aquellas voces e historias que, de otro modo, se perderían en el aire. “A veces los personajes literarios cobran vida y uno discute con ellos y son complejos; a veces pasa al revés, las personas alrededor de uno se convierten en personajes”, afirmó la escritora.
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Antes de que llegaran a existir Tobías y Georgina, existieron Camila, Max y Cayetana. Estos tres fueron los primeros personajes de Verdades a medias que se manifestaron en la mente de Acebedo. El proceso creativo para los demás personajes y armar su rompecabezas le costó a la escritora bogotana, pues estuvo trabajando en simultáneo, pero aparte, cada novela que compone el texto. Un corcho digital, con varios archivos, fue el método seleccionado por Acebedo para organizar sus ideas y estructurar esta novela de novelas.
Además de esa herramienta digital que hizo parte del proceso, Acebedo contó que estuvo acompañada por libros como Las mil y una noches, que, en sus palabras, tiene esta estructura de infinitud que a ella tanto le apasiona, entre otros, como El conde de Montecristo y El Quijote.
La novela de Acebedo, entre una multiplicidad de personajes, temas y técnicas narrativas, encuentra a forma para que el lector entienda que “ese es el ser humano, Georgie. Inventa, se convence de su propio discurso, aunque en el fondo de su conciencia sepa que son verdades a medias”.