Desde la antigüedad, los fantasmas figuran como una presencia constante en la literatura, reflejan el temor humano a la muerte y el interés en lo sobrenatural. Estos personajes, que transitan desde las tragedias griegas hasta las narrativas góticas, simbolizan la tensión entre la razón y la superstición. Movimientos como el Romanticismo impulsaron esta figura hacia una estética oscura y melancólica, convirtiendo al fantasma en un símbolo de misterio y nostalgia que mantiene su fascinación entre los lectores.