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El año pasado fuimos a Baranoa, Atlántico, a descubrir y vivir su espléndida fiesta anual: el Carnaval del Recuerdo. Aquella vez conocimos su origen, sus entrañas y las voluntades que se juntaron para parirlo, mantenerlo vivo y festejar la esencia de los recuerdos de los ancestros. Es la verdadera fiesta del pueblo y para el pueblo, allí no hay distingos: bailan y gozan todos. No interesan las creencias, las razas, las nacionalidades, los estratos.

En relación: Carnaval de Baranoa: No muere la esencia de los recuerdos.

Se viste uno como quiera y sale a la calle a cantar, danzar y abrazar al asombro de estar vivos y juntos. Prometimos volver. Y volvimos para describir los sentimientos, las expresiones y los recuerdos nítidos de los baranoeros. Nos encontramos con las mismas alegrías entrelazadas, las músicas caribes arrullando los corazones fiesteros y las calles desbordadas de tradiciones auténticas y de colores deslumbrantes. Como siempre: al olvido no lo dejaron bailar, las polleras le impidieron el paso. ¡Bravo!

No hay más palabras. Que hablen las imágenes, porque estas también existen para combatir al olvido, así como el Carnaval del Recuerdo.

Si le interesan los temas culturales y quiere opinar sobre nuestro contenido y recibir más información, escríbanos al correo de la editora Laura Camila Arévalo Domínguez (larevalo@elespectador.com) o al de Andrés Osorio (aosorio@elespectador.com).

 

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