Votaríamos mejor (Entre líneas)
Si leyéramos más, votaríamos mejor. Pues así confiaríamos en nuestro propio criterio y no en el de las redes, en nuestras propias fuentes y no en la especulación.
Si leyéramos más, conoceríamos mejor nuestra historia y sabríamos qué es lo que verdaderamente nos afectó como cultura, como sociedad y ahí, en las raíces de nuestro conflicto, estarían nuestras prioridades políticas.
Si leyéramos más, digamos libros como El señor Presidente, de Miguel Ángel Asturias; La maravillosa vida breve de Óscar Wao, de Junot Díaz; Las cosas que perdimos en el fuego, de Mariana Enríquez; La dimensión desconocida, de Nona Fernández; no aceptaríamos el populismo que puede convertirse en dictadura, ni la autoridad que, bajo el manto de lo legal, puede convertirse en masacre.
Si leyéramos más, entenderíamos el valor de los procesos y de la educación. Que los cambios positivos no se presentan de inmediato y, en cambio, las decisiones impulsivas sí traen consecuencias rápidas e irreversibles.
Si leyéramos más, sabríamos que la “Gran Violencia” se terminará cuando se acaben las “pequeñas” violencias: las del hogar, las de la escuela, las de la calle. Buscaremos que las familias vuelvan a leer unidas libros como El pueblo que no quería ser gris, de Beatriz Doumerc y Ayax Barnes; Camino a casa, de Jairo Buitrago y Rafael Yockteng; y Tengo miedo, de Ivar Da Coll.
Si leyéramos más libros de divulgación del conocimiento científico como Los dragones del Edén: Especulaciones sobre la evolución de la inteligencia humana, de Carl Sagan; o Transgénicos sin miedo, de J.M. Mullet; votaríamos por aquel candidato que tiene en su agenda un espacio importante para el avance de la ciencia en el país. Confiaríamos más en lo demostrable que en el fanatismo.
Si volviéramos a clásicos como El proceso, de Franz Kafka, repudiaríamos aún más la burocracia y le pediríamos a nuestro próximo gobernante que no nos someta a ella. Las largas esperas, la justicia inalcanzable, matan más que los ataques al corazón.
Si leyéramos novelas como Los ejércitos, de Evelio Rosero, o Sofoco, de Laura Ortiz Gómez, volveríamos a mirar hacia el campo colombiano, no como el lugar idílico para “conectarse con la naturaleza”, sino como la tierra perdida. Entonces votaríamos para que volviera a ser tierra de paz y, por supuesto, de más y más libros para leer.
Leamos más, no solo noticias y opiniones, sino libros. Incluso en la ficción encontraremos las verdades que hoy no queremos ver. Pero sobre todo, votemos, y hagámoslo mejor esta vez.
@julianadelaurel
Si le interesa seguir leyendo sobre El Magazín Cultural, puede ingresar aquí 🎭🎨🎻📚📖
Si leyéramos más, conoceríamos mejor nuestra historia y sabríamos qué es lo que verdaderamente nos afectó como cultura, como sociedad y ahí, en las raíces de nuestro conflicto, estarían nuestras prioridades políticas.
Si leyéramos más, digamos libros como El señor Presidente, de Miguel Ángel Asturias; La maravillosa vida breve de Óscar Wao, de Junot Díaz; Las cosas que perdimos en el fuego, de Mariana Enríquez; La dimensión desconocida, de Nona Fernández; no aceptaríamos el populismo que puede convertirse en dictadura, ni la autoridad que, bajo el manto de lo legal, puede convertirse en masacre.
Si leyéramos más, entenderíamos el valor de los procesos y de la educación. Que los cambios positivos no se presentan de inmediato y, en cambio, las decisiones impulsivas sí traen consecuencias rápidas e irreversibles.
Si leyéramos más, sabríamos que la “Gran Violencia” se terminará cuando se acaben las “pequeñas” violencias: las del hogar, las de la escuela, las de la calle. Buscaremos que las familias vuelvan a leer unidas libros como El pueblo que no quería ser gris, de Beatriz Doumerc y Ayax Barnes; Camino a casa, de Jairo Buitrago y Rafael Yockteng; y Tengo miedo, de Ivar Da Coll.
Si leyéramos más libros de divulgación del conocimiento científico como Los dragones del Edén: Especulaciones sobre la evolución de la inteligencia humana, de Carl Sagan; o Transgénicos sin miedo, de J.M. Mullet; votaríamos por aquel candidato que tiene en su agenda un espacio importante para el avance de la ciencia en el país. Confiaríamos más en lo demostrable que en el fanatismo.
Si volviéramos a clásicos como El proceso, de Franz Kafka, repudiaríamos aún más la burocracia y le pediríamos a nuestro próximo gobernante que no nos someta a ella. Las largas esperas, la justicia inalcanzable, matan más que los ataques al corazón.
Si leyéramos novelas como Los ejércitos, de Evelio Rosero, o Sofoco, de Laura Ortiz Gómez, volveríamos a mirar hacia el campo colombiano, no como el lugar idílico para “conectarse con la naturaleza”, sino como la tierra perdida. Entonces votaríamos para que volviera a ser tierra de paz y, por supuesto, de más y más libros para leer.
Leamos más, no solo noticias y opiniones, sino libros. Incluso en la ficción encontraremos las verdades que hoy no queremos ver. Pero sobre todo, votemos, y hagámoslo mejor esta vez.
@julianadelaurel
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