William Friedkin, el arte de llevar el horror al estrellato
El director reconocido por sus películas “The French Connection” (1971) y “El exorcista” (1973), falleció ayer a los 87 años en su hogar en Bel Air. Friedkin gozó de una amplia carrera que incluye diferentes títulos y filmes, más allá de sus clásicos más sonados.
Andrea Jaramillo Caro
El año de 1973 fue uno lleno de éxito para William Friedkin. Luego de la buena recepción que tuvo su película, “The French Connection”, dos años atrás, el director de ascendencia ucraniana estrenó un largometraje que se convertiría en un clásico rápidamente. “El exorcista” llegó a los cines para quedarse grabado en las mentes de quienes asistieron a las salas y aquellas de generaciones futuras que reconocieron en esta película el horror visceral que la marcó.
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El año de 1973 fue uno lleno de éxito para William Friedkin. Luego de la buena recepción que tuvo su película, “The French Connection”, dos años atrás, el director de ascendencia ucraniana estrenó un largometraje que se convertiría en un clásico rápidamente. “El exorcista” llegó a los cines para quedarse grabado en las mentes de quienes asistieron a las salas y aquellas de generaciones futuras que reconocieron en esta película el horror visceral que la marcó.
A pesar de que este es el filme más reconocido del director, Friedkin ya había tenido varias incursiones en el mundo audiovisual. Criado por padres inmigrantes judíos de Kiev, el futuro director creció en Chicago, donde nació el 25 de agosto de 1935. Su madre, Rachel, fue una enfermera y su padre, Louis, fue jugador profesional de softball antes de convertirse en fabricante de cigarros. “Desde una edad temprana, mis ambiciones abrumaron mis habilidades. Es un milagro que no terminé en la cárcel o en las calles”, escribió en su autobiografía “The Friedkin Connection”.
Luego de terminar su educación, en 1953, pasó a tabajar como mensajero en una estación de televisión local en la ciudad del viento. Partiendo de su experiencia y observación, consiguió cargos más altos en la cadena, convirtiéndose en jefe de piso en varios rpogramas de televisión. Así inició su relación de vida entera con el mundo audiovisual.
Antes de ser un director de cine, fue un director de documentales. El primero que realizó se tituló “The People vs. Paul Crump”, en 1962. Con este, que sigue la historia de un hombre condenado a muerte, dio a conocer su potencial y recibió varios premios. Más allá del reconocimiento recibido, Friedkin reveló que a principios de esta década tuvo una experiencia que probó ser más formativa que su trabajo. “Una tarde de principios de los años 60, Friedkin fue a ver por primera vez Citizen Kane de Orson Welles, entró al cine al mediodía y no salió hasta bien entrada la noche, después de haber visto la película cinco veces seguidas”, escribió Ryan Gilbey en el obituario sobre Friedkin para The Guardian. “Ninguna película que haya visto antes o desde entonces significó mucho para mí. Pensé: ‘Sea lo que sea, eso es lo que quiero hacer...’ Ese sábado, solo tres años más joven que Welles cuando creó a Kane, decidí convertirme en cineasta”, escribió el director en su libro.
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Con ese primer documental abrió su carrera que rápidamente incorporó diferentes películas como “Good Times” (1967) y “The Boys in the Band” (1970), entre otros, antes de lanzar los dos filmes que marcaron su legado. Durante los años previos a “The French Connection”, Friedkin se enfrentó al miedo de no volver a trabajar de nuevo, como lo mencionó el historiador de cine, Peter Biskind en su libro de 1998, “Easy riders, raging bulls”. “La salvación llegó en forma de un guión adaptado de un éxito de ventas basado en hechos sobre la campaña de la policía de Nueva York para acabar con una red de narcotraficantes. Friedkin aportó un nivel de realismo sin precedentes a The French Connection”, escribió Gilbey.
De acuerdo con William Grimes de The New York Times, “The French Connection” “fue rechazada por todos los estudios de la ciudad antes de que Richard Zanuck, en sus últimos días en 20th Century Fox, le diera luz verde. Convencido de que la película requería una sensación de documental callejero, Friedkin pasó semanas al tanto de los dos policías que habían descubierto el caso de drogas de French Connection. Dijo que le pagó a un funcionario de la Autoridad de Tránsito de Nueva York un soborno de $40,000 para pasar por alto las reglas y permitir que se filmara la famosa secuencia de persecución”. Fue con esta película con la que saltó a la fama y la que en 1972 ganó cinco premios Oscar, incluyendo mejor director.
Un año más tarde, Friedkin provó su suerte en el mundo del horror con “El exorcista”, la película basada en el libro de William Peter Blatty sobre la posesión demoníaca de una niña de 12 años.
La carrera de Friedkin, posterior al éxito de su filme de terror, fue una llena de altos y bajos. “Sorcerer” (1977) fue la película que sucedió a “El exorcista”, sin embargo, la fórmula del éxito no se pudo repetir y fue considerada como “aburrida” por la crítica mientras se disputaba las pantallas con la recién estrenada “Star Wars”. A pesar del mal recibimiento que tuvo, Freidkin le dijo a Indiewire en 2017 que es “la única película que he hecho que todavía puedo ver”.
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A esta le siguieron largometrajes como “The Brink’s Job” (1978) y “Cruising” (1980), las cuales también generaron reacciones fuertes en la crítica, especialmente esta última que fue objetada por la prensa de la comunidad LGBT por la forma en la que retrataba a sus personajes homosexuales. El filme que le dio su regreso al estrellado de la década de los 70 fue “To live and die in L.A” (1985) que, de acuerdo con Gilbey, “mostró que la habilidad de Friedkin para las secuencias de acción dinámicas de la era French Connection no solo no lo había abandonado, sino que podía combinarla con una estética más elegante y estilizada. El resto de los años 80, sin embargo, no fue una época fértil para él.”
Durante la década de los 90 trabajó en proyectos como “The guardian” (1990) y “Blue chips” (1994), al igual que en programas y películas para televisión. Entrando a una edad madura cn el cambio de siglo, Friedkin volvió a los documentales y estrenó largometrajes como “Rules of engament” (2000) y “Killer Joe” (2011).
La muerte vino a buscar al director el pasado 7 de agosto, apenas 18 días antes del que habría sido su cumpleaños 88 y pocas semanas antes del estreno de su más reciente producción “The Caine mutiny court-martial”.
Encontrar oro entre un exorcista, el horror y la maldad
Cuando la película que cimentó el legado de Friedkin en el cine se estrenó, diciembre de 1973, su éxito fue inmediato. Los efectos especiales y la historia hicieron que miles de personas hicieran largas filas durante horas entre el frío y la lluvia para ver la película, como si se tratara de un artista de renombre en concierto, y, según el relato de Grimes, los revendedores podían pedir tres veces el precio de la boleta en la taquilla.
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“El terror era un género de mala reputación, pero Friedkin lo elevó con el tratamiento de la lista A”, le dijo Biskind a The New York Times en 2016. “‘El Exorcista’ tuvo tanto éxito que allanó el camino para la gentrificación de las películas de serie B que nos ha dado ‘La guerra de las galaxias’, el ciclo ‘En busca del arca perdida’ y las películas de historietas que tenemos hoy”.
Se especuló que la producción de la película estaba maldita, pues la producción se demoró el doble de lo esperado, costó el triple del presupuesto inicial y en el set sucedían ocurrencias extrañas, mientras que miembros del personal resultaban heridos y, en algunos casos, muertos. Con un estreno en apenas 24 salas a nivel nacional en Estados Unidos, la demanda hizo que tuvieran que presentarla en 366 pantallas.
“Reconozco que el público durante generaciones la ha considerado una película de terror”, observó. “No lo negaré, pero cuando me propuse hacerla, el escritor y yo nunca tuvimos ningún concepto de que fuera una película de terror. Pensamos que era una historia poderosa, emotiva e inquietante”, dijo a Cinephilia Beyond.
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Mientras que los asistentes a la película lloraban, se desmayaban, vomitaban o salían despavoridos de la sala, “El exorcista” se fue convirtiendo en el filme que podría sobrepasar el récord de recaudo de Warner y, a la vez, el que enfureció a la iglesia católica. Desde el estreno de la película las cuestiones y preguntas sobre fe en parroquias se dispararon y muchos requerían asistencia de párrocos para dormir, las preguntas sobre exorcismos también se hicieron más presentes como parte del fenómeno cultural que apenas comenzaba.
“Mientras los sacerdotes lamentan el efecto psicológico que la película ha tenido en algunos espectadores, los teólogos, los eruditos bíblicos y los funcionarios de la iglesia temen que la película esté creando conceptos erróneos generalizados sobre las enseñanzas y prácticas de la iglesia, especialmente el exorcismo”, escribió Edward B. Fiske en un artículo para The New York Times en 1974.